Reflexión teatral sobre el exilio 10-02-04
Dramaturgos argentinos, españoles y mexicanos reflexionan en 18 obras teatrales sobre el exilio, distintas visiones para un tema que toca a los tres países.
BUENOS AIRES (Télam).- Destierros forzados por persecuciones políticas o religiosas, éxodos en busca de nuevos horizontes económicos o las formas incluso que asume el desarraigo cuando acontece en la propia patria, conforman el eje temático de las 18 piezas de teatro breve compuestas especialmente por dramaturgos argentinos, españoles y mexicanos para la publicación del libro «Exilios».
«'Exilios' nace de la propuesta de un grupo de autores teatrales argentinos que trabajamos juntos desde hace unos años, y que ya habíamos producido dos libros colectivos anteriores junto a autores españoles: 'Monólogos de dos continentes' y 'La noticia del día», comentó el dramaturgo Jorge Huertas, uno de gestores del emprendimiento. «En este caso -añadió- el proyecto de escritura se planteó en 2002, a partir de la realidad social que vivía la Argentina, cuyos acontecimientos sociopolíticos y económicos llevaron a innumerables ciudadanos a emigrar, reeditando el desgarramiento producido en el cuerpo familiar y social durante la última dictadura militar».
Para este nuevo libro el grupo decidió plantear un tríptico de miradas incorporando dramaturgos de un tercer país: México. «Lo que vimos -apuntó Huertas- fue que históricamente, entre los tres países existió un flujo migratorio muy fluido: sobre todo de los españoles hacia la Argentina y México luego de la Guerra Civil Española y la caída de la República y de los argentinos hacia España y México durante la última dictadura militar y después de la debacle política, social y económica que estalló años atrás».
«México, además, es tradicionalmente un país de recepción de emigrados, sobre todo, políticos; y son desgraciadamente conocidos los periplos de los mexicanos en busca de otra vida que emigran a los Estados Unidos atravesando clandestinamente la frontera en la mayoría de los casos», señaló. «Uno es de donde su madre le canta» le dice el abuelo al nieto que quiere cruzar la frontera hacia los Estados Unidos en la obra de la española Laila Ripoll. Y agrega el abuelo: «Te quitarán las vocales y las consonantes, te quitarán el sentido y la voz de tu madre».
A propósito, la autora destacó: «la Argentina, España y México tienen, más allá de los modismos y acentos particulares que caracterizan a cada país, la misma lengua; y exiliarse en la propia lengua es exiliarse un poco menos ¿no?».
«En cambio, exiliarse en la lengua materna es exiliarse de la propia historia, de la memoria familiar y colectiva, de la cultura donde cada uno se formó».
De modo similar se expresó el embajador Bernardino Ossio, secretario general de «Unión Latina» -la organización internacional de carácter intergubernamental dedicada a la promoción de la cultura latinoamericana que acompaña este emprendimiento-, quien sostuvo que «una de las virtudes de este tipo de proyectos es fomentar la idea de pertenencia a una comunidad cultural y lingüística».
«El exilio -opinó- es un fenómeno geográfico, lingüístico y social, pero más que nada psicológico, porque siempre depende de la actitud del individuo: uno puede ser desterrado sin sentirse exiliado, como el caso de miles de personas que se mudan cada año y que no se sienten exiliados porque adoptan por voluntad un nuevos país, una nueva cultura, un nuevo idioma, y no piensan regresar a su país original».
«Distinto es cuando uno quiere regresar y no le es posible por razones políticas, económicas, religiosas u otras; ahí es cuando sufre el trastorno de ser un exiliado -consideró-. Pero no quiero soslayar una forma espacial del exilio que ocurre cuando por un desplazamiento social uno se siente exiliado sin abandonar su país ni su cultura original: una suerte de exilio interior».
Con una amplia gama de destierros reales, virtuales o metafóricos, esta valiosa antología publicada por Editorial Biblos se estructura a partir de seis miradas aportadas por cada uno de los tres países. Por Argentina, los dramaturgos Susana Gutiérrez Posse, Jorge Huertas, Lucía Laragione, Héctor Lévy-Daniel, Susana Poujol y Susana Torres Molina; por España: Antonio Alamo, Guillermo Heras Toledo, Juan Mayorga, Itziar Pascual, Iñigo Ramírez de Haro y Laila Ripoll y por México: Felipe Galván, Estela Leñero Franco, Luis Mario Moncada Gil, Carmina Narro, David Olguín y Hugo Salcedo.
«Quien no sufra un exilio a lo largo de su vida puede considerarse un ser extraordinariamente afortunado -especuló Ripoll-; me atrevo a aventurar incluso que no deber haber persona que en un momento de su vida no haya sentido la pena o el dolor de sentirse alejado, distante, enajenado de su ambiente, su lugar, sus colegas o incluso de sí mismo».
Y Huertas concluyó: «Es una experiencia universal; desde que Adán y Eva fueron expulsados del Edén, generación tras generación, la humanidad no ha dejado de conocer recurrentemente el sabor del desarraigo bajo sus diversas apariencias».
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