El backstage de “la obra del siglo” de Neuquén

Detrás de la represa de El Chocón se esconden desigualdades sociales. El salario de una trabajadora de casa de familia o un policía no alcanzaba para alquilar una vivienda en la capital.

La construcción de la hidroeléctrica El Chocón-Cerros Colorados llegó para resolver grandes problemas, eso es sabido por todos. Pero también produjo otros cambios sustanciales en la vida cotidiana de los habitantes de Neuquén. Y no siempre fueron positivos para una gran parte de la población.

Ese mega proyecto que fue denominado “la obra del siglo”, convirtió una parte del páramo patagónico en una pequeña villa, construía para albergar a profesionales, extranjeros y argentinos, y trabajadores a cargo de la construcción de la represa. Pero también modificó la realidad de quienes vivían en la capital de la provincia de Neuquén, ubicada a 80 kilómetros de la nueva villa.

Y la especulación se hizo carne, los precios de los bienes esenciales se dispararon, los salarios quedaron rezagados, el valor de la tierra se incrementó y el que pudo hizo la diferencia y el que no, quedó fuera de juego.

En 1965, el semanario Primera Plana realizó una investigación sobre todo lo que sucedía en torno a El Chocón.
“En el centro de Neuquén, un local de 10 por 8 metros se alquila a 32.000 pesos por mes. Un rancho de adobe con excusado no baja de los 8.600 pesos mensuales, una casa medianamente aceptable está alrededor de los 27.000 pesos por mes”, se transcribe en la crónica publicada en una de las ediciones del diario, que se guarda en el Archivo Histórico Municipal.

Y por supuesto, no deja de mencionar que “La gente que tiene algún terreno, alguna casa, no la vende ahora a ningún precio”. Por supuesto, se esperaba que con el tiempo el valor inmobiliario creciera.

La suba del valor de los alquileres no se correspondía con los salarios de los trabajadores. Un efectivo de la policía provincial cobraba 8.000 pesos, con lo cual estaba impedido de poder arrendar una casita de adobe. “Casi 200 de ellos se presentaron para cubrir cinco vacantes en la delegación de la Policía Federal. La razón era que el suelo rondaba los 20.000 pesos”, dicen las crónicas periodísticas. Podían llegar a soñar con la casa de adobe, pero no con la “casa medianamente aceptable”.

Mucho más lejos de toda aspiración estaban las personas empleadas para realizar tareas domésticas. Su sueldo era de 1.200 pesos, pero si además, era contratada para asistir en el negocio de sus empleadores, cobraba 1.500 pesos más.

En el transporte público también existieron “oportunidades”, si el viaje venía con buena suerte. “Un viaje en taxi costaba un mínimo de 50 pesos, pero “500 o 700 pesos eran tarifas absorbidas sin dificultad por los americanos”, publicó en su momento el diario que salió a la calle entre 1962 y 1969.


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