El GPS político: se abren y cierran caminos a una semana de las urnas

Las elecciones del domingo pasado definieron más que dos bancas de diputados. El FpV y Cambiemos se movieron con ritmo vertiginoso. El oficialismo provincial tardó en reaccionar. Con qué fortalezas y debilidades arrancan los principales dirigentes.

Pasaron sólo siete días. Pero la política rionegrina ya dejó de mirar las elecciones del domingo pasado como una disputa por dos bancas en el Congreso.

Las urnas se convirtieron rápidamente en un enorme disparador de escenarios hacia el 2019. Ya tenemos dos candidatos a gobernador. Ya tenemos dirigentes que empiezan a descongelar el diálogo. Ya sobrevuelan decenas de especulaciones sobre el futuro del gobierno provincial, de los partidos y de sus dirigentes.

Con ganadores y perdedores identificados, las reacciones aparecieron con velocidades diferentes. Desde el vertiginoso lanzamiento de Martín Soria y Sergio Wisky, hasta el mutismo de los funcionarios que rodean al gobernador Weretilneck.

Cada uno mide sus pasos. Nadie quiere pisar en falso en el camino hacia el súper año electoral con renovación de gobernador, vice, legisladores, intendentes, además de presidente, vice, tres diputados y tres senadores.

¿Qué fortalezas y debilidades tienen los principales representantes políticos e institucionales de la provincia rumbo al 2019? ¿Qué ganan y qué pierden con sus alianzas tácitas y explícitas? ¿Cuánto de su capital pondrán en juego en el próximo turno electoral?

Más allá del ruido generado por sus primeros pasos, lo cierto es que todos están en marcha. Y es bueno conocer la historia detrás de cada posicionamiento, para entender mejor las declaraciones, gestos y acciones que protagonizarán en el futuro inmediato quienes buscan mantener o aumentar su cuota de poder.

Alberto Weretilneck: el camino “provincialista” enfrenta una encrucijada. Mantiene ese principio y corre el riesgo de perder el gobierno ante un FpV que arranca la carrera con ventaja, o avanza hacia una alianza con el oficialismo nacional para fortalecer la oposición a Soria. Al mismo tiempo, debe hacer equilibrio entre la necesidad de un buen vínculo con Nación para gobernar sin sobresaltos y la contención a los peronistas de Juntos que no quieren ir con Macri.

Pedro Pesatti: la relación con Weretilneck está en un delicado momento. El vicegobernador militó por el rechazo a la central nuclear y tuvo cruces con el presidente del bloque de Juntos, Alejandro Palmieri. Soria detectó esa fragilidad y le abrió la puerta para que regrese a las filas del PJ. Su camino seguramente será caso testigo para otros peronistas que resisten un plan conjunto con Cambiemos.

Martín Soria: su marcha suele ser independiente, pero su candidatura a gobernador requerirá de adhesiones locales todavía no consolidadas. Esa carencia lo cruzará con el senador Pichetto, que mantiene poder territorial a través de intendentes y legisladores. Soria sabe que no puede permitirse la fuga de votos hacia listas filoperonistas, como padeció su padre en el 2003. Sus “compañeros” también lo saben y esperan más apertura al diálogo.

Miguel Pichetto: así como Soria lo necesita, él también depende del presidente del PJ para su reelección. Pero en el camino aparece otro dato: el rol de Pichetto en el escenario nacional desde el 10 de diciembre próximo, cuando Cristina llegue al Senado. El FpV rionegrino tiene un componente kirchnerista no menor y los resultados de la convivencia entre Pichetto y la expresidenta serán decisivos para que el senador no reciba “fuego amigo” rumbo al 2019.

Sergio Wisky: el diputado tuvo doble premio el 22: banca para Cambiemos y candidatura a gobernador instalada. El desafío ahora pasa por elegir los mejores socios. En la campaña contuvo las disputas entre el Pro y la UCR, pero detrás del telón persisten contradicciones, porque se presentan como la renovación de la política, pero en las primeras líneas se mantienen dirigentes eyectados del poder en el 2011 por sus prácticas en el manejo del Estado.

Magdalena Odarda: su resultado electoral no fue el esperado y quedó una conclusión: hay que buscar una alianza para el 2019. Las experiencias anteriores no fueron positivas, incluso no quieren ni recordar la del 2015 con el exvicegobernador Mendioroz, quien maneja hoy las dos bancas provinciales. La senadora deberá evaluar bien, pues vence su mandato en el 2019. Antes tiene el gran riesgo de la intervención del ARI rionegrino.


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