La chacra de Paso Córdoba, su lugar en el mundo

Pocas veces Soria se tomó vacaciones de la política. Y cuando así era recalaba en la inmensa casa de su chacra de Paso Córdoba rodeada por cuatro hectáreas de durazno. Con un estilo rústico merecedor de una producción de tapas para revistas de arquitectura, -describía un periodista de este diario en el verano de 1998- allí Soria disfrutaba de sus caballos, de la lectura, más cerca en el tiempo de sus nietos. La abrió a los periodistas de este diario en varias ocasiones. Pero esa casona también dio cabida a cientos de reuniones partidarias en todos estos años, sobre todo en épocas de definir candidaturas, la suya propia sobre todo. Decía también el periodista en esa nota que “no son pocas las madrugadas que el legislador nacional pasa recorriendo la chacra con una escopeta calibre 16 cargada con cartuchos de sal, un viejo sacón de cuero, la cara pintada, y un cuerno de toro en el pecho para generalizar el alerta llegado el caso”. Y concluía con fino humor: “no se trata de prevenciones contra mafiosos o terroristas, sino de una operación que, montada al tradicional estilo de los escopeteros del mezzogiorno, tiende a evitar que le roben plantas de manzana, como ya sucedió dos veces a este aspirante a gobernador.


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