«Un paciente severamente comprometido»

Su esposa también es docente y tienen dos hijas, de 15 y 10 años

NEUQUEN (AN).- Carlos Fuentealba, de 41 años, es un docente de rama media, encargado de las áreas de Química y Matemáticas de los secundarios 40 y 69 de Neuquén. Ayer, en medio de la retirada de los docentes que se habían apostado en Arroyito, recibió el impacto directo de una cápsula de gas lacrimógeno disparada por un policía.

El parte médico fue contundente: «heridas en la cabeza, fracturas con hundimiento de la calota craneal. Estuvo en quirófano desde las 12.30 hasta las 19:45 y allí le extrajeron tejido cerebral, le controlaron las hemorragias y al cabo lo derivaron a la sala de terapia intensiva con un diagnóstico: «daño cerebral muy grave», informó anoche el médico Sergio Homann. Ingresó al hospital a las 11:30 y una horas después al quirófano, luego de una derivación desde el centro asistencial de Senillosa. Inmediatamente, al ver la lesión en la cabeza, se lo traslado al servicio de tomografía para determinar la gravedad de las heridas, detectando la fractura con hundimiento craneal. Inconciente desde el momento en que recibió el impacto, los médicos sólo pudieron estabilizar algunas de sus funciones.

Según se informó, la primera de las intervenciones quirúrgicas se intentó a las 12, pero el estado crítico del paciente impidió continuar con los procedimientos.

«Se está intentando estabilizar el sistema circulatorio», explicó el director del hospital, minutos antes de que se intentara una nueva operación, a las 14, y agregó que «el tiempo transcurrido entre el momento en que sucedió el hecho y el ingreso al hospital ha sido muy importante. Se han repuesto líquidos y sangre en una gran cantidad. Neurológicamente y hemodinámicamente, el paciente está severamente comprometido».

Fuentealba está casado con Sandra Rodríguez, también docente, y es padre de dos hijas, de diez y 15 años.

Minutos antes de recibir el disparo se había subido al 147 de Gonzalo Arroyo para evitar los gases lacrimógenos y las balas de goma y dirigirse a Senillosa,.

Arroyo relató: «Veníamos retirándonos del piquete y, a los 20 minutos de comenzar a desplazarnos a paso de hombre, uno de los móviles, sin razón, se paró delante nuestro y bajaron unos 20 efectivos policiales. Comenzaron a golpearme el auto y a empujarme hacia la banquina derecha»


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