Relaciones sexuales: entre el mito y lo verdaderamente real
Mitos y creencias antes que una consulta a profesionales. Muchos adolescentes se 'resisten' al uso de condones.
Bienvenida la imaginación, porque es necesaria y hasta imprescindible en muchos aspectos de la vida sexual y amorosa; pero a la hora de evitar el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual no hay otra opción que la información correcta y las prácticas seguras. Expertos del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM) aseguraron a través de un reciente comunicado que muchos adolescentes que no tienen suficiente información sobre anticoncepción acuden, para evitar el embarazo, a prácticas muy poco efectivas, basadas en mitos y en fantasías con las que cubren el vacío de la desinformación.
La línea gratuita de esta institución (0-800-888-235726) recibe anualmente más de 3.000 llamados, de los cuales «el 70% son realizados por adolescentes y jóvenes», que preguntan «cómo cuidarse, dónde acudir y qué hacer frente a las dificultades que surgen en sus primeras experiencias íntimas».
También consultan tras haber tenido relaciones sexuales sin haberse cuidado, o porque se les ha roto el preservativo, o por un período menstrual que lleva varios días de atraso sin que la persona sepa qué hacer ni a quién más pedirle ayuda. «Muchas de estas dudas surgen de un estado de desinformación en los adolescentes y un vacío que se completa con fantasías, mitos e imaginación», asegura la licenciada Andrea Gómez, psicóloga del CELSAM.
Según esta especialista, los adolescentes que se ven ante tales problemas no consultan antes, dado que «ante la posibilidad de mantener una relación sexual y en otras situaciones de la vida, por lo general, los adolescentes utilizan, inconscientemente, un pensamiento de tipo mágico y omnipotente, típico de esta etapa de la vida, bajo el cual creen que no les va a pasar nada si no se cuidan».
Según datos del CELSAM obtenidos de encuestas a pacientes de hospitales públicos, a pesar de que un 84 % de las madres adolescentes porteñas conocían el preservativo y un 82 % sabía acerca de las pastillas anticonceptivas, el 47 % no se cuidó porque «no pensó que se iba a quedar embarazada».
«También es muy característica de esta etapa del desarrollo la tendencia a actuar desde el impulso en lugar de hacerlo a partir de la reflexión», agrega la licenciada. Como consecuencia, luego de mantener
una relación sexual sin protección afloren todas las dudas y temores que antes se negaban, y aparece la llamada «angustia de la mañana siguiente».
Recién en ese momento estas chicas «toman conciencia de que no se cuidaron y de que se encuentran en riesgo de quedar embarazadas», concluye Gómez.
Educación para pensarlo dos veces
«Tras un arduo debate, Argentina cuenta desde fines del año pasado con una Ley de Educación sexual que tímidamente se está poniendo en marcha y que demorará al menos cuatro años antes de que el plan educativo pueda llevarse a cabo de la manera correcta», explica la doctora Alicia Figueroa, Miembro del comité de desarrollo del CELSAM. Hasta la fecha, la educación sexual en las escuelas sólo se ha dado por iniciativa del propio establecimiento.
De acuerdo a los datos de esta ONG, el 83% de los adolescentes manifiesta haber recibido algún contenido de educación sexual en la escuela, pero, ¿qué significa «haber recibido algún contenido»? Para el 58% de los encuestados, apenas una charla en toda su escolaridad a una edad promedio de 13 años.
Por otra parte, sólo la mitad de los adolescentes recibió educación sexual por parte de sus padres, pero lo cierto es que menos de la mitad de ellos afirma que les preguntaría a sus padres cómo cuidarse.
«Muchos jóvenes, luego de pasar un gran susto, comienzan a cuidarse con pastillas anticonceptivas de uso diario, adoptando así un mayor reconocimiento de sus deseos y necesidades ejerciendo una sexualidad más cuidada y responsable sin la necesidad de pasar por situaciones límites, de angustia y desesperación que muchas veces no tienen vuelta atrás, o terminan de la peor manera», detalla Figueroa.
Lo que no y lo que sí
Muchas pretenden, por ejemplo, cuidarse haciendo los cálculos numéricos de las fechas de ovulación y menstruación, cuando se sabe que no es po
sible hacer cálculos exactos para ser utilizados como método anticonceptivo. Los espermatozoides viven en el cuello del útero durante 7 días y la imposibilidad de calcular con exactitud el momento de la ovulación, no permite determinar correctamente el período fértil. Por lo tanto, expone a la pareja a un embarazo no planificado. En las adolescentes, que aún no han regularizado sus ciclos menstruales, este método resulta todavía menos eficaz.
Las pastillas anticonceptivas suelen ser resistidas por muchas adolescentes ante el temor de que les haga aumentar de peso. La doctora Diana Galimberti, presidenta del Comité Científico del CELSAM, afirma que «este mito limita lamentablemente el método de mayor eficacia anticonceptiva, y carece de fundamento científico».
«Numerosos estudios revelan que el 80 % de las usuarias de pastillas anticonceptivas no modifican su peso corporal», señala Galimberti, y agrega que «aquellas mujeres que retengan líquidos, pueden además bajar uno o dos kilos cuando su médico les indique las nuevas pastillas anticonceptivas con drospirenona, que eliminan el agua retenida en exceso gracias a su efecto beneficioso sobre el balance del líquido corporal».
El preservativo es visto por muchos jóvenes como un estorbo o una dificultad. Al respecto, la psicóloga comenta que «la inclusión del preservativo en el juego sexual de la pareja es una forma adecuada de facilitar su utilización y lograr una protección eficaz contra las infecciones de transmisión sexual». Incluso, «se recomienda que los jóvenes se familiaricen con este método utilizándolo durante su autoestimulación».
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