Represión y culto a la personalidad

Corea del Norte es un país donde la comida y la electricidad escasean, y sus habitantes no tienen mucho de qué alardear. Sin embargo, el régimen exaltó ayer su primera prueba atómica como «un gran salto adelante en la construcción de una próspera y poderosa nación socialista''.

Fuera de su país, el líder norcoreano Kim Jong Il, quien heredó el gobierno de su padre, Kim il Sung, es considerado un dictador implacable que trata de tener un arsenal atómico mientras su pueblo se muere de hambre.

Pero en su país, el Querido Líder de cabellera batida es considerado un prodigioso general, un visionario, y «Norte y Guía del Siglo Veintiuno''.

Expertos creen que tras al ensayo, Kim podrá solidificar su gobierno autoritario con el único sector en condiciones de cuestionar su poder: el ejército.

Para el gobierno de Corea del Norte, las armas atómicas son un elemento disuasor frente a Estados Unidos. Kim temía una acción estadounidense tras observar cómo Washington invadió Irak y derrocó a Saddam Hussein.


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