Rescatistas de lo humano

“Recuerdo aquel día: durante la mañana, algunos amigos me llamaban por teléfono preguntando qué iba a pasar con el volcán. Mi respuesta fue que era inminente la erupción, ya que veníamos chequeando desde hacía un par de días el aumento constante de la sismicidad. Pero nunca me imaginé qué iba a ser de la villa pocas horas después”, relata Raúl Elgueta, presidente del grupo de Búsqueda y Rescate en Zonas Agrestes de Villa La Angostura, sobre aquel 4 de junio de 2011. Como los Bomberos Voluntarios, el grupo de rescate –integrado por unas 22 personas– trabajó sin descanso durante la emergencia. Entre las variadas tareas, estuvieron a cargo del centro de evacuados que funcionó en el CEF Nº 7, limpiaron techos de instituciones, cauces de arroyos para evitar aludes, talaron árboles por el riesgo en viviendas, asistieron a vecinos por caída de árboles, llevaron víveres a parajes cercanos donde había necesidades, y hasta le construyeron una vivienda a una madre soltera de escasos recursos que perdió su casa tras la erupción. Luego de la emergencia, el grupo siguió colaborando de forma voluntaria en el monitoreo de arroyos y ríos cercanos a la localidad.


“Recuerdo aquel día: durante la mañana, algunos amigos me llamaban por teléfono preguntando qué iba a pasar con el volcán. Mi respuesta fue que era inminente la erupción, ya que veníamos chequeando desde hacía un par de días el aumento constante de la sismicidad. Pero nunca me imaginé qué iba a ser de la villa pocas horas después”, relata Raúl Elgueta, presidente del grupo de Búsqueda y Rescate en Zonas Agrestes de Villa La Angostura, sobre aquel 4 de junio de 2011. Como los Bomberos Voluntarios, el grupo de rescate –integrado por unas 22 personas– trabajó sin descanso durante la emergencia. Entre las variadas tareas, estuvieron a cargo del centro de evacuados que funcionó en el CEF Nº 7, limpiaron techos de instituciones, cauces de arroyos para evitar aludes, talaron árboles por el riesgo en viviendas, asistieron a vecinos por caída de árboles, llevaron víveres a parajes cercanos donde había necesidades, y hasta le construyeron una vivienda a una madre soltera de escasos recursos que perdió su casa tras la erupción. Luego de la emergencia, el grupo siguió colaborando de forma voluntaria en el monitoreo de arroyos y ríos cercanos a la localidad.

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