Revelan cómo eran los perros hace 2.000 años
Dos especies habitaban esta región de la Patagonia. Ya eran consideradas mascotas.
CIENCIA
VIEDMA (AV).- Un registro arqueológico ha permitido entender algunos aspectos de la forma de vida de las sociedades indígenas y paralelamente determinar cómo eran los primeros canes de la Patagonia norte precolombina.
El estudio detectó dos especies de perros que vivían en esta región. En principio se trata de un antecesor de los actuales -llamado “Canis familiaris” (perro doméstico)- que data de 1.000 años y estaba enterrado en el campo “Bajada Sarmiento-Angostura I”, ubicado a la vera del río Negro, en inmediaciones de General Conesa.
“Reunía características similares al de un Fox Terrier”, explicó a “Río Negro” el protagonista del hallazgo, el arqueólogo Luciano Prates (Conicet-Museo de la Universidad Nacional de La Plata). Allí, su padre tenía una plantación de almendros.
El segundo vestigio se remonta a 2.000 años. Yacía en cercanías del exingenio San Lorenzo. Todo indica que se trata de un “Dusicyon Avus”. (*)
Prates desarrolló los estudios de la primitiva fauna doméstica en compañía de Francisco Prevosti (Conicet-Museo Argentino de Ciencias Naturales). Este experto en paleontología fue quien analizó las muestras óseas obtenidas de ambas excavaciones prehistóricas y llegó a la conclusión de que se trataría de lo que, con el tiempo, se transformarían en mascotas.
“Los perros ingresaban como un bien de prestigio desde la región andina y del noroeste argentino en el marco de relaciones a larga distancia”, observó Prates.
El disparador para investigar este particular poblamiento fue en el transcurso del desarrollo de su tesis doctoral. Encontró esos restos que no eran lo esperado para él. A partir de estos hallazgos comenzó a explorar sobre los cánidos americanos convirtiéndose en un tema global de su interés.
Por ese motivo, Prates estuvo de paso en Viedma para dictar la conferencia “Perros, zorros y seres humanos en Patagonia prehispánica”, mostrando cómo interactuaron los cánidos y los primeros pobladores en esas sociedades.
A su entender “siempre fue confuso si había perros antes de la llegada de españoles”. Por lo tanto en su charla aprovechó para echar luz, responder las preguntas típicas acerca de su existencia y ponerlas en un escenario global sobre cómo aparecen y de dónde.
Introdujo un término poco usual: la “mascotización”. Es en referencia a una tarea de amansamiento bastante básica de algunas especies silvestres que hicieron los antiguos habitantes de esta zona, superponiéndose el uso de perros y la relación con los cánidos.
Siempre estuvo en debate sobre todo por los inconvenientes de la determinación, desde el punto de vista taxonómico, de los restos y por las dificultades que generalmente les costó a los expertos diferenciar perros de cánidos silvestres en el registro arqueológico.
“Está claro -apunta el arqueólogo- que estas sociedades tenían un fuerte vínculo, pues se trataba de animales importantes desde lo simbólico, religioso y hasta en la vida cotidiana, y desde entonces vemos que ocupan un lugar desde siempre, y en consecuencia tiene sentido discutirlo”.
Los fragmentos encontrados en el exingenio San Lorenzo le dejó muchas evidencias pese a que pasaron 2.000 años. A juicio del experto, los “cánidos” tuvieron un lugar diferente de otras especies silvestres, pues “fueron los pocos que trascendieron al límite de lo animal y adquirieron estatus casi humano”, aunque ahora “parezca normal que un perro sea parte de una familia”. Agrega que “en las sociedades prehispánicas no era común, sin embargo el perro logró hacerlo. Se los enterraba con humanos”.
La prueba fue que en ese yacimiento (el Avus del tamaño de un zorro colorado) se lo encontró en una sepultura junto a una persona. Concluye en que pese al tiempo transcurrido “dejó de ser un animal silvestre y pasó a formar parte de un grupo social por ese tratamiento mortuorio como una persona.
> Una vida diferente
Prates describe que los grupos prehispánicos de los últimos 2.000 años tenían una forma de vida bastante diferente de la de los núcleos conocidos tradicionalmente como “tehuelches”, enfocados casi exclusivamente en la caza de guanacos y ñandúes.
En su opinión, los grupos humanos establecidos en el área durante los últimos dos milenios aprovecharon sistemáticamente los espacios ribereños para instalar sus campamentos residenciales, principalmente la costa de los canales de inundación y brazos del río, y de las lagunas formadas en el sector bajo de la planicie aluvial. Para este momento los indígenas utilizaban arcos y flechas (una tecnología revolucionaria que ingresó a la región hace 1.500 años)
La subsistencia se basó en una marcada diversificación de la dieta incluyendo numerosas especies de animales y vegetales (terrestres y fluviales).
Cerca de los campamentos residenciales se aprovechó recurrentemente la fauna fluvial (moluscos, peces, aves y mamíferos pequeños).
En los sectores altos se obtuvieron las especies de fauna que más volumen de alimento aportaron a los grupos, en especial guanacos y venado de las pampas (hoy extinguido en la región).
Los grupos se habrían desplazado por el espacio a través de un patrón de alta movilidad residencial. Luego de períodos cortos de ocupación de sectores ribereños, los campamentos habrían sido mudados a lugares con características similares dentro de la misma cuenca. Desde las bases residenciales se habrían utilizado tres estrategias básicas de movilidad para la obtención de los recursos: desplazamientos continuos en el área inmediata de los campamentos, partidas diarias realizadas a los sectores altos del valle o mesetas adyacentes (con retorno en el mismo día) y partidas logísticas de más de una jornada a lugares alejados ubicados fuera de la cuenca.
Prates indica que aunque las sociedades que habitaron el área de estudio no exhiben características de un modo de vida “fluvial”, el uso del espacio, los recursos explotados y la movilidad sugieren una marcada adaptación a la vida en el valle.
De esta manera, respondió -quienes lo escucharon y con creces- a una invitación formulada por el Foro Permanente sobre Identidad y Cultura en la Patagonia (Fopicpa), un espacio interinstitucional que es impulsado por la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), el Centro Universitario Regional Zona Atlántica (UNC – Secretaría de Extensión – Departamento de Estudios Políticos) y el Museo Histórico Regional “Emma Nozzi”.
(*) Dusicyon avus es una especie extinta de cánido que habitó en el centro-sur y extremo sur de América con antecedentes de 3.000 años. No está clara su extinción, pero algunos especialistas la atribuyen a cambios ambientales o bien cierta hibridación con perros domésticos.
> Desde Río Colorado al mundo
Prates nació en Río Colorado donde vivió hasta concluir sus estudios secundarios. Se trasladó a La Plata para cursar la carrera de Antropología en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP). Como estudiante obtuvo una beca para Jóvenes Investigadores para el estudio de materiales arqueológicos de la costa de la provincia de Buenos Aires.
En el 2001 obtuvo el título de Licenciado en Antropología y, al año siguiente, una beca doctoral del Conicet para desarrollar investigaciones arqueológicas en el valle del río Negro. Durante sus estudios de doctorado participó en un proyecto de investigación de cooperación internacional con Francia, donde realizó cursos de Postgrado en las Universidades de París y Rennes.
En el 2007 obtuvo el título de doctor en Ciencias Naturales y una beca Post-doctoral del Conicet para profundizar sus trabajos en Norpatagonia. A finales de ese mismo año realizó una pasantía en la el Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres. En 2014 regresó a Inglaterra en el marco de una beca Externa. Desde 2008 es miembro de la carrera de Investigador Científico del Conicet. Ha publicado dos libros, uno sobre la arqueología del río Negro y otro sobre el poblamiento humano del continente americano y más de 40 trabajos científicos sobre arqueología de las regiones pampeana y patagónica en revistas nacionales e internacionales.
Presentó más de 50 trabajos en reuniones científicas en el país y en el extranjero. Desempeña actividades docentes en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP); actualmente es Profesor Ordinario de Arqueología Americana 1. (AV)
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