Riesgo cero

Por Gerardo Bilardo

Esta semana hubo un inocultable intento del oficialismo y de algunos sectores de la Justicia por desacreditar al fiscal anticorrupción de la provincia, Pedro Telleriarte, propuesto para ocupar la titularidad de un juzgado de instrucción que se encuentra vacante.

El inesperado respaldo al fiscal cuestionado que dio el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Jorge Sommariva, fue el que finalmente frenó la breve pero intensa campaña iniciada en contra de Telleriarte, un profesional que, además, obtuvo el apoyo del jefe de todos los fiscales de la provincia, Alberto Tribug. Este funcionario dijo de Telleriarte que tiene probada honestidad, compromiso con su trabajo y que es un profesional de primer nivel.

Aunque motorizada por el diputado menemista Carlos Macchi, un aliado extrapartidario pero incondicional del oficialismo, la campaña demuestra que el poder hegemónico del sobischismo busca perforar todos los rincones posibles.

Telleriarte, a cargo de la Fiscalía de Delitos contra la Administración Pública, dirige investigaciones que incomodan al poder político. Entre otras causas, pasó por sus manos la denuncia por el delito de cohecho que presentó el ex legislador Jorge Taylor en contra del gobernador Jorge Sobisch y del ex diputado emepenista Osvaldo Ferreyra, un expediente que aún no está cerrado y que a fines del 2002 colocó a Sobisch en el peor momento de su historia política.

Resulta claro que el gobierno y sus aliados rechazan a profesionales de la Justicia con perfil independiente, como es el caso de Telleriarte.

Curiosamente en esta ocasión no fueron los legisladores del Movimiento Popular Neuquino (MPN) los que hicieron el trabajo sucio, sino el ya mencionado Macchi, un político de prácticas típicamente menemistas que gobernó la municipalidad de Rincón de los Sauces y llegó a la Legislatura por primera vez de la mano del justicialismo, en el anterior período institucional.

Macchi arrojó la piedra y luego la recogió Roberto Fernández, el recientemente designado vocal del TSJ que divulgó la noticia de la existencia de dos sumarios en el Tribunal para investigar el desempeño del fiscal anticorrupción.

Aunque sorprendió su mediación, Sommariva finalmente tomó diplomática distancia del vocal Fernández y definió a Telleriarte con elogiosos conceptos. Dijo que el fiscal es un funcionario «muy capaz», que en el TSJ existió un planteo que objetaba su labor, pero aclaró que los papeles pasaron a archivo porque no se hallaron motivos para continuar con el trámite. Además anticipó que otro expediente similar correrá la misma suerte por idénticas razones.

Las declaraciones encontradas de los vocales Sommariva y Fernández representan el primer fogonazo entre los nuevos integrantes de la conducción del Poder Judicial. Ambos magistrados, junto con Eduardo Badano, fueron promovidos a esos cargos por el gobernador Sobisch y designados en enero por los diputados del partido provincial, con el aval de los representantes de los bloques aliados del menemismo y del radicalismo.

Con esta fuerza legislativa y una oposición pidiendo mayor transparencia, el oficialismo logró en tiempo récord y en traumático proceso, nombrar a tres de los cinco vocales del TSJ e insistirá, por el mismo camino, a la hora de definir nuevos ascensos en la Justicia.

Riesgo cero, o lo que más se aproxime a tal concepto, parece ser un objetivo estratégico de Sobisch, un gobernador que, aferrado al 56% de los votos que obtuvo en la última elección, considera que la sociedad le ha dado un cheque en blanco.

Pero los tiempos se acortan. Cuando el MPN deba definir los candidatos a diputados nacionales, el sobischismo podría comenzar a perder la homogeneidad política que demuestra en la actualidad. Este escenario se presentaría a fin de año o en los primeros meses del 2005, según reveló esta semana una alta fuente del gobierno.

La lucha interna se encuentra encapsulada porque hoy Sobisch tiene poderes plenos y no existe, en lo inmediato, la tentación por obtener un cargo. Sin embargo, dentro del gobierno los funcionarios con aspiraciones a una proyección provincial saben que más tarde o más temprano llegará el momento de la pulseada.

Aunque hoy cueste imaginar un sobischismo sin Sobisch el proceso se iniciará, siempre que el actual gobernador cumpla con la palabra empeñada y no intente modificar la Constitución provincial para eternizarse en el poder.

En sectores del gobierno están convencidos de que ya no existen blancos ni amarillos, los colores que tradicionalmente definían a la interna emepenista cuando Sobisch y Felipe Sapag luchaban por el poder, sino referentes que van a trabajar para continuar con el proyecto que hoy lidera el gobernador neuquino.

De confirmarse la confesión hecha por el vocero, la puja por ocupar un puesto en el Congreso será la primera escala de un camino mucho más extenso que culminará en el 2007, pero que incluirá a otros actores, la hoy silenciosa pero latente familia Sapag que, en la etapa vigente, ha sido desplazada del poder en la provincia.

Gerardo Bilardo

gbilardo@rionegro.com.ar


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