Riesgos
La interna para elegir autoridades partidarias ha puesto en evidencia una crisis de liderazgo en el MPN.
HÉCTOR MAURIÑO vasco@rionegro.com.ar
El MPN atraviesa una crisis de liderazgo. Visto desde afuera, la impresión que da ese partido en este momento es que uno de sus principales referentes quiere pero no está claro si puede y otro puede pero no se sabe si quiere. Uno alega estar mejor posicionado en la batalla por conducir la fuerza propia, pero no las tiene todas consigo al momento de pujar por la gobernación porque su romance con la sociedad parece concluido. El otro no quiere tomar riesgos en lo inmediato, acaso porque tiene su flanco más débil hacia adentro de propia fuerza, pero todavía conserva mayor predicamento hacia fuera, lo que le otorga mejores chances para intentar la reelección. Esta semana, por fin, la Junta de Gobierno del MPN, con mayoría sobischista, decidió ponerle fecha a la interna para elegir presidente del MPN. Será el 15 de agosto pero hasta ahora sólo una de las dos grandes corrientes del partido, la lista Blanca de Jorge Sobisch, tiene armado su esquema de batalla. Aunque ya tiene reservado color, la lista Azul del sapagismo se las ha pasado dando vueltas y aún no logra articular una propuesta presentable. En cada acto público en el que le tocó participar esta semana, Sapag mantuvo el mismo hermetismo respecto de cuál va a ser su decisión final sobre el futuro de la Azul. Se habla de “la lista de los intendentes” y hasta de la posibilidad de que este sector sume a Luz Sapag como candidata a presidir la Convención. Pero hasta ahora se desconoce quién lo encabezará realmente. Se baraja, inclusive, la posibilidad insólita de que sea una escuadra abierta y que la definición sobre el orden de los cargos se tome después de la interna. También se sabe, en fin, que hasta ayer no había cesado la presión de los jefes comunales afines al gobierno para que sea el propio Sapag quien se ponga al frente. El gobernador lo dijo claramente hace poco: “Para llegar hay que ganar todos los partidos”. Sin embargo, la impresión que ha dado su desempeño en esta interna es que se quiere saltar una fase. En una fuerza política donde impera el pragmatismo y la defensa de intereses materiales, no hay medias tintas: el poder se asume y se usa, pero no se traslada ni se endosa –ni siquiera por un rato– porque se diluye y se pierde. Las bases emepenistas se desorientan y se revelan cuando no encuentran alguien que las mande sin hesitar, y en quién puedan referenciarse claramente. En política es imprescindible tomar riesgos y quien no los toma no gana. Ya lo advirtió Perón: “El que quiera un seguro que vaya a La Continental”. El caso del ex gobernador es distinto. Es de esos jugadores que disfruta doblando la apuesta. Pero no basta con la voluntad de jugar, hay que juntar masa crítica adentro y afuera del partido y su figura está desgastada en ambos planos; la impresión es de que su tiempo ya pasó y su propuesta desentona con el momento actual del país y la provincia. Hay otros candidatos, es cierto, como Brillo o Luz Sapag. Pero tal vez todavía no ha llegado la hora de quienes se presentan como la “tercera generación” aunque en verdad no lo sean tanto. Acaso ya no vaya a llegar nunca. Lo peor de todo es que el resultado de la suma de limitaciones no beneficia a ninguno de los referentes emepenistas en particular sino que sólo es útil a la oposición, que en los últimos años viene sumando las intendencias de las ciudades más importantes y en el 2011 podría asestarle al MPN el golpe final, aquel que termine por sacarlo de una vez afuera de la cancha. Una paradoja peor es que, mientras el MPN no acierta a lograr un liderazgo que lo mantenga fuertemente cohesionado, desde la oposición comienza a asomar una figura que podría unir a todo el mundo alineando los astros en su contra. Farizano aún está muy lejos, es cierto, y las contradicciones que tiene que manejar en ese conglomerado heterogéneo que es la oposición no son pocas. Como él mismo dice en una entrevista que se publica hoy en este diario, la falta de alternancia que degrada desde hace décadas la política neuquina no es responsabilidad exclusiva del MPN sino también del resto de la oposición, que todos estos años ha sido funcional al partido hegemónico. Pero, con todo lo difícil e incierta que puede resultar la propuesta opositora, el intendente radical ha comenzado por tomar riesgos y jugar fuerte. No de otra forma se explica que haya abandonado la comodidad de una reelección casi cantada para desafiar –y ganar– a un hombre como Quiroga, que con sus más y sus menos fue, al cabo, el político opositor que más respaldo logró en la historia de la provincia. Tampoco el intendente de Neuquén tenía el partido a su favor antes de emprender la última patriada. Es que, se sabe, en política a veces no queda otra alternativa que jugar, no hacerlo es perder todo de antemano. Los farizanistas lo explicaron así: “Si Martín no lo enfrentaba, ‘Pechi’ no lo hubiera dejado gobernar”. En todo caso, el resultado de tomar el riesgo por parte de Farizano produjo un efecto impensado. A pesar de tratarse de una interna cerrada a los afiliados de la UCR, la presión social del resto del arco político tiene que haber jugado su papel para que la mayoría de los votantes advirtiera que el hombre capaz de aglutinar a la oposición de cara a la pulseada definitiva con el MPN era Farizano y no Quiroga. Después de todo, este último ya lo había intentado una vez sin lograrlo y la idea de tener por fin un gobernador radical, aunque más no fuera como frutilla de una Copa Melba multicolor, debe haber estimulado fuertemente la libido partidaria.
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