Río Negro Online / opinión
Hace ya muchos años que, en nuestro país, hablar acerca de los problemas de la educación significa hablar de los problemas de los docentes y de sus objetivos gremiales, pero sobre todo de sus objetivos políticos. Resulta muy difícil orientar el debate hacia la integralidad de la problemática educativa y casi imposible encaminarlo hacia la especificidad de sus objetivos. Las niñas y los niños, como destinatarios de la política pública que nos ocupa, se han vuelto invisibles excepto por su presencia en las innumerables marchas que se realizaron en todo el país. Sin embargo, es justo decir que desde que se desarmó la carpa blanca, también se desarmó la virulencia de la protesta. La nacionalización del conflicto docente y el discurso combativo de su representación gremial se fueron atenuando y decreciendo en la medida en que la gravedad de la situación institucional, económica y política del país iba creciendo. Parecería que su comportamiento se rige por el viejo precepto que afirma que “cuanto peor mejor”. En realidad, la gravedad de la situación guardaba y guarda correspondencia con el objetivo político buscado, que era el fin de lo que llaman el modelo neoliberal y de todas las reformas de los años 90. Mientras se destruían la democracia y sus reglas de juego a partir del proceso que se inició con el derrocamiento de un presidente constitucional (De la Rúa) y las inocultables manipulaciones concebidas para reemplazarlo; mientras se afectaba el derecho de propiedad, la inserción de Argentina en el mundo, el cumplimiento de los compromisos asumidos por el país, se devaluaba la moneda y la delincuencia se adueñaba de las calles, el combativo gremio docente desaparecía del primer plano nacional. Cumplido el objetivo, hoy participan de los actos oficiales en los que el gobierno nacional, con fondos no previstos en el presupuesto, sustituye la responsabilidad administrativa de los gobiernos provinciales, como hemos visto en Entre Ríos y San Juan, y les paga a los docentes sueldos atrasados de una moneda devaluada. En la actualidad, la secretaria general de CTERA sólo se hace presente frente a problemas puntuales y ha dejado atrás la politización de los conflictos. Es posible que ésta sea la razón por la cual el ministro de Educación, Daniel Filmus, en recientes declaraciones, considere que llegó la hora de separar la educación de la política. Mientras tanto, el mundo avanza y se desarrolla dejándonos cada vez más alejados de sus ventajas. La Argentina está rodeada por países que obran inteligentemente y que, despojados de un ideologismo absurdo, se posicionan en el mundo. Es el caso de Chile, que ya formalizó su integración al ALCA, y del Brasil -que lideraría el Mercosur- pero que en función de sus intereses opta por los Estados Unidos a la hora de comprar trigo e introduce las reformas que acá estamos empeñados en hacer desaparecer. En Neuquén, el clima del sector siempre es conflictivo, si bien los docentes perciben -sin demora- los sueldos más altos del país, el gremio que los representa es, sin lugar a dudas, la “punta de lanza” de la oposición al gobierno y todavía tienen por delante cumplir con sus objetivos políticos. Este rol que desempeña el gremio docente en la provincia seguramente adquirirá mayor protagonismo muy pronto, dado que estamos en pleno período electoral. Esta descripción de la trayectoria política de la representación gremial de la docencia argentina para llegar a la combativa representación gremial de la docencia neuquina tiene como objetivo caracterizar la naturaleza del conflicto y su posible evolución. Si se acepta, entonces, que la representación gremial docente de Neuquén es la vanguardia de la oposición política al gobierno, sabremos que la naturaleza del conflicto es eminentemente política, y lejos de mejorar, ante la proximidad de las elecciones, la situación se irá agravando. Negar el conflicto es seguir viviendo en el conflicto, pero ¿cómo dialogar o resolver problemas supuestamente de carácter “educativo”, a través del consenso cuando lo que se discute y se disputa es el ejercicio de poder político? En esta oportunidad, la política no podrá separarse de la educación como quiere el ministro Filmus. Pero, tenemos la oportunidad de jerarquizar la discusión y Neuquén podría encabezarla logrando que la educación sea una verdadera materia para decidir el voto en las próximas elecciones provinciales. La solución más adecuada -como siempre ocurre -es apelar a los mecanismos de la democracia y resolver el problema en las urnas. Para ello deberíamos contar con plataformas completas sobre el futuro de la educación provincial. Transitamos la Tercera Ola, la era del conocimiento, y la distribución de ese conocimiento que, diariamente, se incrementa es la verdadera forma de alcanzar la justicia social. La niñez y la adolescencia neuquina deben ser los destinatarios de una educación ajustada a los tiempos que corren. Es hora de que contemos con propuestas que, independientemente, de su orientación política e ideológica privilegien lo académico para el ingreso en la carrera docente y desechen definitivamente los procedimientos burocráticos; midan de modo sistemático la evolución de la capacidad académica inicial para que las promociones en la carrera docente se basen en el mérito y no en los años de antigüedad; ofrezcan mecanismos que incentiven al docente para que se entrene y mejore su calificación profesional y, finalmente, ofrezcan las bases para una discusión seria sobre la forma de revertir la excesiva consideración con las licencias remuneradas, los permisos especiales y la justificación de ausencias. Todas estas cuestiones están estrechamente vinculadas con la calidad de la educación que reciben los niños y niñas, y establecen pautas que premian el esfuerzo, el estudio y la capacitación profesional. (*) Partido Opción Federal
Hace ya muchos años que, en nuestro país, hablar acerca de los problemas de la educación significa hablar de los problemas de los docentes y de sus objetivos gremiales, pero sobre todo de sus objetivos políticos. Resulta muy difícil orientar el debate hacia la integralidad de la problemática educativa y casi imposible encaminarlo hacia la especificidad de sus objetivos. Las niñas y los niños, como destinatarios de la política pública que nos ocupa, se han vuelto invisibles excepto por su presencia en las innumerables marchas que se realizaron en todo el país. Sin embargo, es justo decir que desde que se desarmó la carpa blanca, también se desarmó la virulencia de la protesta. La nacionalización del conflicto docente y el discurso combativo de su representación gremial se fueron atenuando y decreciendo en la medida en que la gravedad de la situación institucional, económica y política del país iba creciendo. Parecería que su comportamiento se rige por el viejo precepto que afirma que “cuanto peor mejor”. En realidad, la gravedad de la situación guardaba y guarda correspondencia con el objetivo político buscado, que era el fin de lo que llaman el modelo neoliberal y de todas las reformas de los años 90. Mientras se destruían la democracia y sus reglas de juego a partir del proceso que se inició con el derrocamiento de un presidente constitucional (De la Rúa) y las inocultables manipulaciones concebidas para reemplazarlo; mientras se afectaba el derecho de propiedad, la inserción de Argentina en el mundo, el cumplimiento de los compromisos asumidos por el país, se devaluaba la moneda y la delincuencia se adueñaba de las calles, el combativo gremio docente desaparecía del primer plano nacional. Cumplido el objetivo, hoy participan de los actos oficiales en los que el gobierno nacional, con fondos no previstos en el presupuesto, sustituye la responsabilidad administrativa de los gobiernos provinciales, como hemos visto en Entre Ríos y San Juan, y les paga a los docentes sueldos atrasados de una moneda devaluada. En la actualidad, la secretaria general de CTERA sólo se hace presente frente a problemas puntuales y ha dejado atrás la politización de los conflictos. Es posible que ésta sea la razón por la cual el ministro de Educación, Daniel Filmus, en recientes declaraciones, considere que llegó la hora de separar la educación de la política. Mientras tanto, el mundo avanza y se desarrolla dejándonos cada vez más alejados de sus ventajas. La Argentina está rodeada por países que obran inteligentemente y que, despojados de un ideologismo absurdo, se posicionan en el mundo. Es el caso de Chile, que ya formalizó su integración al ALCA, y del Brasil -que lideraría el Mercosur- pero que en función de sus intereses opta por los Estados Unidos a la hora de comprar trigo e introduce las reformas que acá estamos empeñados en hacer desaparecer. En Neuquén, el clima del sector siempre es conflictivo, si bien los docentes perciben -sin demora- los sueldos más altos del país, el gremio que los representa es, sin lugar a dudas, la “punta de lanza” de la oposición al gobierno y todavía tienen por delante cumplir con sus objetivos políticos. Este rol que desempeña el gremio docente en la provincia seguramente adquirirá mayor protagonismo muy pronto, dado que estamos en pleno período electoral. Esta descripción de la trayectoria política de la representación gremial de la docencia argentina para llegar a la combativa representación gremial de la docencia neuquina tiene como objetivo caracterizar la naturaleza del conflicto y su posible evolución. Si se acepta, entonces, que la representación gremial docente de Neuquén es la vanguardia de la oposición política al gobierno, sabremos que la naturaleza del conflicto es eminentemente política, y lejos de mejorar, ante la proximidad de las elecciones, la situación se irá agravando. Negar el conflicto es seguir viviendo en el conflicto, pero ¿cómo dialogar o resolver problemas supuestamente de carácter “educativo”, a través del consenso cuando lo que se discute y se disputa es el ejercicio de poder político? En esta oportunidad, la política no podrá separarse de la educación como quiere el ministro Filmus. Pero, tenemos la oportunidad de jerarquizar la discusión y Neuquén podría encabezarla logrando que la educación sea una verdadera materia para decidir el voto en las próximas elecciones provinciales. La solución más adecuada -como siempre ocurre -es apelar a los mecanismos de la democracia y resolver el problema en las urnas. Para ello deberíamos contar con plataformas completas sobre el futuro de la educación provincial. Transitamos la Tercera Ola, la era del conocimiento, y la distribución de ese conocimiento que, diariamente, se incrementa es la verdadera forma de alcanzar la justicia social. La niñez y la adolescencia neuquina deben ser los destinatarios de una educación ajustada a los tiempos que corren. Es hora de que contemos con propuestas que, independientemente, de su orientación política e ideológica privilegien lo académico para el ingreso en la carrera docente y desechen definitivamente los procedimientos burocráticos; midan de modo sistemático la evolución de la capacidad académica inicial para que las promociones en la carrera docente se basen en el mérito y no en los años de antigüedad; ofrezcan mecanismos que incentiven al docente para que se entrene y mejore su calificación profesional y, finalmente, ofrezcan las bases para una discusión seria sobre la forma de revertir la excesiva consideración con las licencias remuneradas, los permisos especiales y la justificación de ausencias. Todas estas cuestiones están estrechamente vinculadas con la calidad de la educación que reciben los niños y niñas, y establecen pautas que premian el esfuerzo, el estudio y la capacitación profesional. (*) Partido Opción Federal
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