Río Negro se merece su propia universidad

Nos la merecemos no sólo por nuestra dimensión geográfica, sino también por nuestro orden productivo, turístico, polos de desarrollo, recursos naturales, nivel tecnológico, energético, social y cultural. A través de la educación debemos potenciar la capacitación en función de la demanda de nuestra idiosincrasia y nuestros recursos.

Además hay que considerar principios rectores en esta temática para poder acertar en la conclusión. Es un tema muy sensible, muy serio, que va más allá de atisbos de campañas políticas.

Cuando en nuestra Universidad Nacional de Córdoba que era dimensionada por la Iglesia ocurrió la irrupción de grupos del pueblo armados, para enaltecer la representación popular en esa casa de altos estudios y desalojar a los católicos de la conducción de la misma; para extender el accionar universitario a todos los habitantes y no sólo un grupo, fue el momento en que se logró a través de la Reforma del 18 la pronunciación de esa institución en laica y autónoma. Significó ni más ni menos que la autonomía y el «pluralismo» de la misma, prescindiendo de todo lazo segmentado de grupos minoritarios que accedieran a su perfeccionamiento. Así quedó plasmado en la historia ese movimiento, que fue único por su representación nacional y mundial, que dio lugar a la denominación de Franja Morada Universitaria, por el decorado del rectorado con listones de color bordó del obispado y la clase eclesiástica desalojada.

Así las cosas, avanzando en la cronología, ya en la época de nuestro gobernador Castello se hizo lugar al proyecto de Universidad de Río Negro, por todo lo que ello implicaba en cuanto a nuestro desarrollo y proyección, pero por distintos avatares confluimos que por sobre las estructuras de la Universidad Provincial de Neuquén y los Institutos de Río Negro se creó la Universidad Nacional del Comahue, mediante ley Nº 19.117 en 1971.

Hoy, ante la polémica instalada para crear la Universidad Nacional de Río Negro, formulación que afecta a la Universidad Nacional del Comahue, me sumo al análisis en mi calidad de egresado de la UNCo y como rionegrino.

Tomo en positivo la iniciativa porque, como apunté, ya en nuestra historia está incorporado el objetivo de la Universidad, todos queremos el día de mañana contar con la misma, pero una decisión debe incluir la temática de la UNCo.

Menciono esto porque la división actual de la UNCo, si bien nos beneficiaría en algunos aspectos como el presupuestario, nos afectaría en otros, por caso el nivel académico del cual deberíamos partir. Tenemos que asumir que tenemos carencias, falencias y necesidades como la carrera académica, la falta de recursos humanos para nuestra formación, la radicación de los mismos, edificios específicos, bibliotecas especiales y otros elementos que sí podemos pergeñar pero no de forma traumática. Creo es oportuno recalcar que se puede aprobar un proyecto que conviva con la UNCo y no que la suprima. Estratégicamente podemos proyectar a la UNRN pero respetando autonomías y representatividades.

Soy un convencido de que podemos tener nuestra universidad, que podemos diagramar lineamientos humanos, técnicos, edilicios y partidas presupuestarias al efecto, pero manteniendo la libertad de pensamiento, el compromiso social y la responsabilidad de la comunidad educativa.

Mi posición es una alternativa, dado que la misma concibe una universidad concomitante, que contiene a nuestras raíces, respeta autonomías, acompaña representaciones de la ciudadanía, escucha a los integrantes de los claustros: por caso, consejo directivo, consejo superior, docentes, investigadores, estudiantes, graduados y aquellos que trabajan en ellas.

GRACIANO BRACALENTE (Contador. Subsecretario de Ingresos Públicos de Río Negro).

Especial para «Río Negro»