«Roca necesita volver a ser un grande en el fútbol»

El técnico del Deportivo Roca, campeón del Apertura de la Liga Deportiva Confluencia, renueva la apuesta al futuro. Y se carga de entusiasmo con la posibilidad del Argentino "B".

Alberto Saldico no pierde la costumbre. La tarde del feriado ni siquiera impone otra cosa que la cotidianeidad. El mate, el televisor encendido -noticieros, algo de fútbol y el canal de Animal Planet, sus programas preferidos- y la compañía a su esposa Rossana en sus estudios de derecho.

La casa de siempre, sobre calle Villegas. La invitación a una «mateada» para hablar de las cosas de estos días, no sólo fútbol, sino de temas que son comunes en una sociedad a la que abruman los temores, las dudas.

Seis de la tarde en el hogar de los Saldico. Los chicos -Martín (19), Ariel (17) y Florencia (13) en cosas propias de la adolescencia como son los amigos, el estudio.

El «Beto» recostado en el sillón «titular» observando la «tele». A esa hora, un canal de noticias.

«¿A usted le parece lo que estamos viviendo…?»

La pregunta que suena más a resignación, fastidio, mientras las imágenes muestran uno de los tantos problemas que suceden a diario en el país.

Casi no hay respuestas. O sí, como las de todos los que anhelamos que ésto cambie de una buena vez y para siempre.

Pero la visita junto al fotógrafo fue para hablar de fútbol. De este título que acaba de conseguir con el equipo naranja, que lo afirma como el técnico más ganador en la historia del «Depo».

– «¿Y, qué le parece? Llevo cuatro campeonatos con Roca, algo que ni siquiera logró Santángelo» (Rodolfo, aquel DT de los años de fulgor del fútbol valletano).

Quiere decir que está superando la marca de su maestro…

– «¿Qué maestro? Nada que ver. Una cosa fue Santángelo como técnico y algo muy diferente soy yo. El armaba el equipo con figuras, le traían 20, 25 ó 30 jugadores. Lo quisiera ver trabajando ahora acá… No sé por qué me comparan tanto».

Y, a lo mejor por el estilo. No se olvide que Santángelo era un entrenador al que le importaba más el arco propio, que no quiere decir que esté mal, sino que era un estilo. Y a usted lo asemejan bastante con él.

– «¿Quiénes me tildan de defensivo o especulador? Los que quizá no entienden de fútbol. Es que como yo fui defensor se creen que la mentalidad como técnico pasa por ahí. Y no es así. Creerlo así es estar rotundamente equivocado».

Entonces lo condena la fama, el puesto que tuvo como jugador .

– «Y, seguramente es así. ¿Pero se acuerda del equipo con el que jugamos el otro Argentino B? Salimos a ganar en todos lados y llegamos bastante lejos, muy cerca de la final. ¿Y con el plantel actual? Fíjese que logramos 25 puntos en diez partidos; sólo un empate y una derrota. El equipo marcó treinta goles y apenas cinco en contra. ¿De qué esquema defensivo me hablan…?

¿Le dolió perder el único partido con Cipolletti?

– «Yo siempre les digo a mis jugadores que los goles no se lloran, sino que se hacen. Fue un típico clásico, donde el primer tiempo se jugó poco. Ellos hicieron un gol, después otro y nosotros desperdiciamos algunas oportunidades muy favorables. Pero ya está. De qué sirve ahora lamentarse que no tuvimos el equipo entero o que la defensa estaba algo desarticulada. No participo de las excusas. Eso queda en la historia. A la semana el equipo se recuperó y ya logramos el objetivo que se merecían los chicos».

¿En qué se basa el buen rendimiento del equipo? ¿Cuáles son las claves?

– «Empezamos a mediados de febrero con un trabajo físico «made in casa». Colabora conmigo Luis (Graneros) y todo se hace a pulmón, como son las cosas en el club. Lo bueno del plantel es que mostró humildad, mucho sacrificio y en lo futbolístico hay jugadores que interpretaron la idea. No son desordenados y cuando hay que atacar, llegan cuatro o cinco a posiciones de área. Si hay que bajar, el esfuerzo también es de todos para recuperar el balón».

¿En cuanto a jugadores…?

– «Todos han respondido en lo suyo. Me parece que la llegada de Barrionuevo fue muy oportuna en un puesto donde necesitábamos reforzar el trabajo de Diego Alvarez».

Algo flojito el nivel del torneo, ¿no?

– «Y… en los tiempos que vivimos quizá no haya que ser tan duros en la crítica… Los clubes hacen lo que pueden. Pero no crea que es poca la oferta. Hay equipos que los resultados no los acompañaron, como es el caso de San Pablo, con jugadores de interesantes condiciones. Otros han tenido actuaciones algo irregulares, pero estuvieron en la pelea, como Argentinos y Saltense en las primeras fechas. Vea a Experimental que levantó bastante ahora y puede clasificar para el Argentino. También Unión y Alto Valle tuvieron desempeños para prestarles atención».

¿No le pareció algo frío el entusiasmo en la ciudad por el campeonato que ganaron anticipadamente el domingo?

– «Qué se yo… La gente es así; tiene en la cabeza otros problemas más serios que el fútbol. Son incomparables estos momentos con aquellas épocas de los años setenta u ochenta. La pasión se vivía de otra manera. Es cierto que también había figuras que atrapaban al hincha. Pero yo estoy feliz igual, más porque estos chicos se merecían el título. No se imagina cuánta emoción de ese grupo que volvía el domingo en un par de colectivos y en unos pocos autos. Como para olvidarse aunque fuese por un rato de las penurias diarias».

¿Veo que lo pone orgulloso salir campeón en Roca?

– ¡Cómo no lo voy a sentir! Acá jugué, entregué tantos años a esta camiseta y al club lo llevo dentro mío. Además, en Roca formé una familia, mis hijos son roquenses. Me siento de acá; casi como que ya soy de acá».

¿Cree que Deportivo Roca se lanzará a la gran patriada para escalar a nivel nacional?

– «Hay que intentarlo. Si se hizo con el básquet, con el que no tengo nada en contra, cómo no poder volver a ser grande en el fútbol. Es cuestión de proponérselo y trabajar. Mire a Cipolletti, que con todo lo que tuvo que sufrir, está por conseguir el gerenciamiento que le permitirá reflotar el fútbol. Roca no se puede quedar. Y la oportunidad es el próximo Argentino B».

Está bien, pero eso cuesta dinero…

– «No creo que sea tan imposible. Con un buen proyecto y objetivo ambicioso, quizá aparezca lo que hace falta. ¿Me explico, no?

¿Y usted al frente del plantel?

– «Me dolería mucho que estando acá, no dirigiera al plantel. Por aquello que le dije antes, el amor a la camiseta, la fidelidad hacia esta gente…»

Así es Saldico. Todo pasión. Por el fútbol, el «Depo». Uno de sus grandes desvelos de cada día.

Alfredo Celani

acelani@rionegro.com.ar

De jugador a entrenador

Abrazó el fútbol como jugador y luego de técnico. La bisagra se produjo en en el año 1982, luego de un accidente automovilístico sufrido meses antes, del que su regreso a las canchas no fue tan bien en lo físico.

Llegó el momento en que tuvo que cambiar los cortos por el buzo de entrenador. Deportivo Roca, Cipolletti, Catriel, Centenario, Olimpo y breves lapsos en Unión Alem Progresista y San Martín, lo han tenido en esa función.

En el «Depo» fueron sus períodos más prolongados, también sus grandes logros (cuatro veces campeón).

Pero no olvida la media temporada en Cipolletti cuando el albinegro jugaba el Nacional «B». «Tomé el equipo cuando estaba último y terminó tercero, con un campañón donde sólo perdimos un partido (con Talleres de Remedios de Escalada). Lamentablemente, el promedio venía siendo tan bajo y no se pudo evitar el descenso. Para mi fue una etapa bárbara, pero ¡qué cosas que tiene la vida! Después de eso, estuve un año y medio sin trabajar. Increíble. Si hubiera dirigido a un equipo en Buenos Aires, a lo mejor me llovían las ofertas. Esas cosas de vidriera».

Otro momento grato fue su temporada en Olimpo. «En lo económico, quizá la mejor etapa como técnico. Pero me agotó la distancia y los viajes. Soy muy familiero; extraño mucho y eso se me hizo insoportable». (A.C.)

Cuando el amor es más fuerte…

Es probable que el fútbol sea una de las actividades que obligan al sacrificio de una familia. Los viajes, las concentraciones, separan al jugador y al técnico de los suyos.

El caso de Saldico no es la excepción. Pero también un ejemplo de que muchas veces una buena sociedad conyugal relativiza al extremo lo nocivo que producen los distanciamientos.

Tanto el «Beto» como su encantadora esposa, Rossana Betelú, no olvidan el «cruce» de hace unos 25 años, cuando aún noviaban y el casamiento estaba a la vista.

«¿El fútbol o yo»? le dijo ella, tan enamorada que quizá pretendía la absoluta exclusividad de su hombre.

«El fútbol y vos», le respondió él.

Fue como si en ese momento naciera una conjunción que no sólo se eternizó, sino ayudó a solidificar la familia. Los elogios son mutuos. El alaba a ella y viceversa. «Cada uno comprende la situación del otro. Es cierto que no es fácil para una mujer tener un marido que es jugador o técnico. Pero es la vida que elegimos y de nada uno se arrepiente», dice Rossana. Y agrega: «Alberto es un hombre ejemplar, muy ordenado en todo, que ayuda en las cosas de la casa. Y como padre, vive pendiente de la vida de sus hijos. ¡Qué más podemos pedir! (A.C.).


Alberto Saldico no pierde la costumbre. La tarde del feriado ni siquiera impone otra cosa que la cotidianeidad. El mate, el televisor encendido -noticieros, algo de fútbol y el canal de Animal Planet, sus programas preferidos- y la compañía a su esposa Rossana en sus estudios de derecho.

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