El cura de Stefenelli contó cómo fue el brutal robo que vivió

La vivienda parroquial está frente a la comisaría. El delincuente lo golpeó brutalmente y lo ató de pies y manos.

Ayer, en plena tarde, un cura de la parroquia “María Auxiliadora” del barrio Stefenelli fue víctima de un brutal robo. Con la excusa de ir a buscar unas donaciones un delincuente ingresó a la casa, lo amenazó con una arma blanca, lo golpeó brutalmente y lo ató de pies y manos. Según relata el padre Rubén, el hombre ingresó al lugar en búsqueda de dinero en efectivo y oro.

El violento momento se desató ayer pasadas las 17 en la casa que habita el eclesiástico, ubicada en la parte trasera de la Parroquia María Auxiliadora, frente a la Subcomisaría 67 de Stefenelli.

“En un momento comencé a sentir que alguien quería ingresar a la casa porque escuché que intentaban poner las llaves, pensé inmediatamente que era alguien de la parroquia, que también tienen lleve. Cuando miro por la ventana me doy cuenta de que no era alguien conocido y le pregunté que necesitaba y me respondió que venía a retirar unas donaciones y le abrí la puerta”, comenzó relatando el padre Rubén.

Fueron segundos después cuando todo se convirtió en un verdadero infierno. El sacerdote le abrió la puesta al delincuente, que según recuerda tendría unos 30 años, e inmediatamente fue violentado con un arma blanca. “Comenzó a tratarme mal, me pegó patadas por todos lados y me ató con un cordón y me dejó tirado en el pasillo mientras él buscaba en toda la casa que llevarse”.

Según relató, el hombre le insistió mucho con que le entregue toda la plata y el oro. “Acá no hay oro y la plata que había no era mucha, es el dinero que tenía era para cubrir los gastos básicos de mes. En un momento encontró 20 pesos en un bolsillo de un pantalón y se volvió más agresivo”, agregó.

Además del dinero el delincuente se llevó una notebook, y algunas cosas viejas. Pero a pesar de todo lo vivido el cura agradece que el desenlace no fue peor y sostuvo que fue generoso porque no le robó una alianza de oro que tenia en su mano que era un regalo de su padre.

“Creo que fueron unos 20 minutos, pero sentí que fue una eternidad”, comentó con cara de dolor. La brutal golpiza lo dejó tan dolorido que casi no se puede mover. Esta mañana tuvo que recibir asistencia médica y realizarse una tomografía para corroborar si el intenso dolor abdominal es producto de una lesión, a raíz de las patadas recibidas por el agresor.

Recién cuando el delincuente se fue pudo pedir ayuda a unas personas que llegaban a la parroquia a dejar unas sillas y fueron ellos los que le cortaron los cordones de las manos. Rápidamente llegó el personal policial que trabaja frente a la parroquia y la ambulancia del hospital. “La policía actuó de oficio, yo no llamé”, aclaró.

“Solo quiero decirle a la gente que nos tenemos que cuidar entre todos. La inseguridad es cada vez más y tenemos que dejar de ser tan confiados. La único que nos queda es protegernos los unos a los otros”, finalizó el sacerdote.


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