Este padre de Roca no bajó los brazos y cría solo a sus tres hijos

En vísperas del Día del Padre, la historia de Hugo, un roquense que muy joven quedó a cargo de sus tres hijos. Buscó ayuda en el Hogar Ninquihué, “donde nos cambiaron la vida”.

“Cuando quedé solo con mis hijos, no sabía con quién dejarlos cuando iba a trabajar. Fui al Hogar Alfonsina Storni y me dijeron que los tenía que dejar ahí, internados. No quise saber nada y me los traje de nuevo a casa”.

Desde su humilde casa, en barrio Nuevo, Hugo Otero nos cuenta parte de la historia de su vida junto a sus tres hijos.

Él nació en Roca, pero a los 19 años se fue a Lamarque, donde vivió y trabajó. Tuvo tres hijos (Milton, Maira y Sergio) que quedaron con él luego de una separación.

“Yo andaba con ellos para todos lados en una bicicleta a la que le ponía un cajón cosechero. Atrás iban los dos más chicos y el más grande en el caño de la bici”, recuerda con sus hijos, como una aventura.

Cuando rondaba los 30 decidió volverse a Roca con sus hijos que por entonces tenían 7, 5 y 4 años, pero el trabajo le impedía cuidar de ellos.

“Una vez que llegué del trabajo, los chicos no estaban. Se habían ido a la Plaza de la Familia y no sabían cómo volver a casa. Ya habían empezado a andar mucho en la calle y eso no me gustaba mucho”, dice mientras prepara el mate.

Luego de rechazar la propuesta del Hogar Alfonsina Storni, su hermana le habló del Hogar Ninquihué e hicieron las gestiones para recibir la ayuda de esa institución encargada de contener, durante el día, a chicos en situación de calle.

“Ellos no me dieron una mano, me dieron un abrazo. Nos cambiaron la vida”, destaca Hugo, que no concibe la vida sin sacrificio.

Hugo fue criado con su mamá y con ausencia de su padre. Trabajó desde la adolescencia. Apenas logró terminar la primaria y sueña con poder continuar sus estudios secundarios algún día.

Nunca tuvo un trabajo en blanco, ni obra social, siempre vivió de changas: podar, limpiar acequias, cosechar, limpiar terrenos, descargar camiones o alambrar campos. Todos son trabajos y Hugo no le quita el cuerpo al esfuerzo ni mide las horas laborales. Suele salir de su casa a las 7:30 y vuelve a las 18 con un gran cansancio.

“Lo poco que tenemos lo hice con mucho esfuerzo. Este lugar donde hoy vivo era un basural y hace poco logré instalar un calefactor. Eso es un montón para nosotros. No me puedo quejar”, dice, mientras sus hijos rodean la mesa escuchando al padre que cumplirá en julio 43 años.

Cuenta que en varias ocasiones no encontró trabajo o el pago de la quincena se atrasó más de lo debido.

“Eso es duro. Volver a casa masticando bronca y más de una vez nos fuimos a la cama la panza vacía”, dice.

La prioridad es que estudien

Si bien suele hacer que los fines de semana alguno de los varones lo ayude en algún trabajo, Hugo aclara que la prioridad de ellos es el estudio.

Milton logró terminar el año pasado el colegio secundario y ya cursa el primero de la facultad, en la carrera de Tecnicatura en Informática; Maira cursa el cuarto año en el CEM Nº 1 y Sergio el primer año en el CEM Nº 116.

“Todos esos logros de mis hijos es por la ayuda de Ninquihué. Creo que ellos no toman dimensión de lo que hacen. Nilda y todos los trabajadores del hogar ayudan a muchos chicos a salir adelante. Para mí fue una bendición”, resalta.

Maira cuenta que sigue asistiendo al hogar y que allí reciben el almuerzo, contención, apoyo escolar y luego van al colegio. Milton destaca que papá “es un groso” y junto a Sergio y Maira posan para la foto familiar.

“Río Negro” consultó a Hugo qué le gustaría hacer ahora que sus hijos ya están grandes. “Yo quisiera tener un trabajo fijo. No me importa lo pesado que sea. Ahora tal vez salga una changa en un campo y me tenga que ir por varias semanas. Ellos tendrán que quedar solos, pero creo que van a poder”, dice. Consultado sobre qué herramienta elegiría para trabajar por su cuenta, no duda y responde: “Una hormigonera”.

Cuesta arriba

“Cuando pedí ayuda por mis pequeños hijos en Ninquihué
no me dieron una mano, me dieron un abrazo”.

Hugo Otero, padre de tres hijos

Datos

30 años
tenía Hugo cuando se quedó solo con sus tres pequeños de 4, 5 y 7 años.
“Cuando pedí ayuda por mis pequeños hijos en Ninquihué
no me dieron una mano, me dieron un abrazo”.

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