Primero silencio, después gritos, empujones y amenazas

El silencio de casi toda la audiencia le dio paso a gritos, empujones y hasta amenazas de muerte.

La presencia de 15 policías custodiando la seguridad de la sala no alcanzó para contener la furia del grupo cercano a la víctima, que increpó a sus parientes apenas se terminó de leer el fallo.

La sala estuvo muda mientras duró la lectura. Es más, cuando se escuchó “cadena perpetua”, los condenados no mostraron expresiones ni muestras de arrepentimiento; apenas una sonrisa desafiante en el rostro de Leandro.

Si bien no hubo cruces a lo largo de la lectura de la sentencia, la tensión era muy grande, hasta que los jueces se levantaron y empezaron los gritos: “La van a pagar, vos y todos los Etchegaray”, gritaba una mujer que intentó atacar a los allegados de los acusados.

El padre de Víctor también estaba furioso, y a pesar de que la policía hizo un vallado humano estuvo a punto de pasar al otro lado. Se juraron muerte de una parte y otra.

Mientras los condenados eran retirados por una puerta alternativa, los gritos de la familia de la víctima se mezclaron con los gestos de dolor de los allegados a Ítalo y sus dos hijos.


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