Rojo: ayuda, no castigo

juan mocciaro jmocciaro@rionegro.com.ar

La decisión de la barra brava de Independiente de provocar la suspensión del partido del lunes de la semana pasada, sobre el final del entretiempo, cuando el Rojo perdía 1-0 con Belgrano, a fuerza de bombas de estruendo lanzadas a metros del arquero Olave, llevó el enfrentamiento de la barra con la dirigencia del club hacia dos escenarios, uno inédito y el otro no tanto. El primero de ellos tiene que ver con la decisión de completar lo que resta del partido y no quitarle los puntos a Independiente porque si algo necesita Independiente hoy en su política antibarras es que lo ayuden, no que lo castiguen. En su momento, la quita de puntos era un castigo para aquellos clubes que no hacían nada para terminar con sus barras, pero claramente no es el caso de Independiente, acaso el único club que decidió hacerlo con acciones concretas y no sólo con intenciones. El otro escenario, el conocido, es el pedido de algunos hinchas, e insólitamente sugerido por varios periodistas, de arreglar con la barra para evitar el descenso. La angustia ante la posibilidad de irse a la B es entendible hasta cierto punto, pero al decisión de acabar con la barra no tiene que (con)fundirse con lo deportivo. Por eso fue clave que no le hayan quitado los puntos por los incidentes. Generar violencia para obligar a la dirigencia a pactar con la barra es un chantaje que Cantero y su Comisión Directiva no debe aceptar. Es clave aislar el accionar violento de la cuestión deportiva. Lo sabe la dirigencia de Independiente. Lo tiene que saber la AFA y los organismos del Estado. La posibilidad cierta de un descenso inédito en la historia de Independiente sólo es posible si a los malos resultados deportivos también ocurre un derrumbe institucional. Y de esto último es responsable en buena medida la barra brava.

río suelto


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