Rompieron y desmantelaron 02-11-03

Es una de las construcciones más antiguas de la región. La edificaron cinco años antes de la capitalización de Neuquén. Está constituida por dos pequeñas y pintorescas habitaciones. La restauraron en 1998, pero fue destruida durante el conflicto docente.

NEUQUEN (AN).- La pequeña construcción es una de las más antiguas de la región: 104 años contra los 99 que cuenta esta ciudad. La obra (dos pintorescas y brevísimas habitaciones) esquivó al nuevo puente -cuya traza le apuntaba al centro- y fue rescatada y reconstruida en su totalidad en 1.998 cuando el entonces intendente Luis Jalil la refundó como centro de información turística.

A los tropezones aunque intacta la estructura de color amarillo fue cedida por la comuna a la Policía de la provincia que, en el último corte de puente, empacó sus pertenencias y dejó el lugar a manos de los manifestantes, para evitar confrontaciones. Así comenzó el principio de lo que parece el fin.

La vieja casita del guardapuente perdió las ventanas, la puerta, el calefactor, una bacha, los sanitarios y ahora está a punto de perder el machimbre, del techo y de los aleros.

La casa declarada monumento histórico a fines del siglo pasado fue desmantelada por los «pibes del barrio Sapere», tal es la versión de los docentes y desocupados que estuvieron doce días cortando los puentes que unen a Neuquén con Cipolletti.

Este diario recorrió ayer el viejo edificio que en 1.899 fue morada de Angel Bartolo Scianca y de su familia, pionera en el Alto Valle. Allí nacieron algunos de sus muchos hijos al sonar de las locomotoras que cruzaban el río Neuquén trayendo mucho más que cargas hacia esta parte de la Patagonia. Bartolo era el encargado de controlar que nadie hubiera sobre el puente ferroviario (que también usaban ciclistas y peatones) y de mantener el condiciones el tanque que aprovisionaba de agua a las viejas locomotoras a vapor. La casita se construyó en paralelo al montaje del viejo puente ferroviario, cuya estructura fue traída desde Inglaterra.

Más allá de la mugre, poco queda, salvo un par de acta contravencionales de la Policía de Tránsito y otros papeles de trámites (¿inconclusos?) que tienen que ver con ese área.

Los uniformados ocupan ahora una casilla azul y hacen sus necesidades en un baño químico alquilado, mientras que ya no están los sanitarios en los baños para damas y caballeros que acompañaban a la casita.

«Nos fuimos porque era imposible que nos mantuviéramos ahí con la presencia de la manifestación», fue elocuente una fuente de la policía provincial ante la consulta de este diario. La fuente pidió las reservas del caso y sugirió que se consulte a la inexistente área de prensa de la Policía de la provincia. En realidad, la oficina de prensa existe pero es como si no estuviera.

Desde que fue cedida a la Policía la casita del guardapuente quedó bajo la responsabilidad de la fuerza que no se hace responsable por los destrozos ni el robo de las aberturas. Para el gremio de los docentes los daños y hurtos fueron obra de los indomables chicos del barrio Sapere y para la para la Policía los culpables mayores son los representantes de las organizaciones que reúnen a los desocupados. A las par de un cartel que da la bienvenida a Neuquén compiten pintadas contra el gobernador, consignas de luchas viejas y nuevas y reclamos por una mejor educación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios