Rosa Mosqueta para producir biocombustibles

Un aprovechamiento integrado de la planta permitirá utilizarla como insumo para producir biocombustibles. Investigadores evalúan su uso y proponen un manejo integral para controlarla y utilizarla de forma sustentable y rentable.

Por INTA Bariloche

Silvestre. La rosa mosqueta nace de forma natural en el relieve cordillerano de la región.

La rosa mosqueta es un arbusto que produce un pequeño fruto rojo que crece en la zona de cordillerana, e inclusive en otras zonas del país. Su fruto se consume en dulces, conservas e infusiones y hasta es utilizado para elaborar productos cosméticos de altísima calidad. Esta planta crece en abundancia en forma silvestre y si bien es una especie exótica considerada como invasora, hoy es evaluada por investigadores del INTA Bariloche y del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP) para conocer su potencial como biocombustible.
A partir de un convenio entre ambas organizaciones, el equipo de investigación se analizó la cantidad de biomasa posible de extraer de la planta, estimar un rendimiento de su productividad primaria en forma silvestre (sin manejo) y el poder calórico obtenido de su biomasa.
Con el objetivo de dar solución a otros problemas encontrados, se busca aprovechar de forma sustentable esta “planta invasora” que crece en zonas de pastoreo y en bosque nativo. Para ello se propone evaluar un manejo integral que genere múltiples beneficios a diferentes usuarios y que permita recuperar zona de pastoreo para el ganado, generar mejores zonas y accesos para las/os cosecheras/os del fruto, minimizar la propagación e impacto ambiental en bosques nativos, aumentar la demanda de las pymes que realizan servicios de chipeo y aprovechar el residuo como biocombustible con posibilidad de generar empleo y contribuir al desarrollo económico y energético de la región.

“En Patagonia tenemos una oferta deficitaria de bioenergía. Buscamos contribuir a la solución del déficit energético”

Leonardo Claps – Investigador (INTA Bariloche)


Los equipos se propusieron evaluar el volumen y la productividad primaria de esta biomasa y generar bioenergía a partir del material vegetal, utilizado como chips en calderas grandes o como pellet en estufas de calefacción automatizadas.
“Los resultados de los ensayos son promisorios, ya que es posible utilizarla como biocombustibles en calderas de este tipo. En Patagonia tenemos una oferta deficitaria de bioenergía. Con este aprovechamiento integral, buscamos contribuir a dar parte de la solución del déficit energético y mejorar la productividad de los recursos naturales que tenemos en la zona”, señaló el investigador del INTA Bariloche, Leonardo Claps.
Según explicó Leonardo Andreassi –profesional del CIEFAP- los ensayos se realizaron en calderas destinadas a calefaccionar un edificio de la organización que funciona a base de pellets y astillas (chips) de distintos combustibles. Se realizó un test de combustión con la rosa mosqueta chipeada en campo y tamizada para retirar los restos de mayor tamaño y el polvo.
Los arbustos de rosa mosqueta pueden alcanzar hasta 4 o 5 metros de diámetro y cuando se podan o extraen, se queman o se dejan los residuos de la planta en el suelo, estos son capaces de reproducirse. Por esa razón, los investigadores proponen minimizar la propagación de la planta, aprovechando ese material como fuente energética a partir de una estrategia de manejo que genere múltiples beneficios.

Biocombustible. La biomasa obtenida de la rosa mosqueta.


En algunos casos el manejo implicará la remoción total del arbusto en los mallines (zonas de pastoreo natural muy productivas), con distintas técnicas de acuerdo a los requerimientos de los productores. En otros casos, implicará la poda o remoción de parte de los arbustos para utilizar el material leñoso para generar bioenergía.
El uso de este recurso no afectará a los pequeños productores de la cordillera, que utilizan la rosa mosqueta para fabricar infusiones y dulces o vender sus frutos. Por el contrario, los cosechadores se verán beneficiados porque contarán con plantas de menor tamaño o callejones entre las mosquetas que les permitirán un mejor acceso a los frutos y/o más disponibilidad de frutos de buena calidad.
El proyecto también evaluará los beneficios ambientales y económicos de cada etapa. Al respecto, Claps explicó que la investigación prevé la evaluación de la huella de carbono que implica esta actividad: “Estimamos que será positiva ya que cosechamos material verde en el campo que fija carbono y al utilizar calderas nuevas de mayor eficiencia, emitiremos menos gases de efecto invernadero, generando energía amigable con el ambiente”.


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