“Rulo”, herrador

El hombre que cultiva el arte de herrar

El primer contacto es el que vale. Lograr conexión. Una mirada, una caricia en el cogote, en el lomo. Y los caballos lo agradecen. Desde hace mucho se conocen: “Rulo” se encarga de cuidar, como nadie, más de 150 caballos sólo en Roca y dejarlos listos para una caminata, un trotecito.

Rulo es Roberto Pichimil, herrador de alma y de oficio. Pero dice que nadie lo conoce por su nombre. No para de trabajar mientras habla. Es el que “calza” a los equinos de gran parte de la región: les coloca las herraduras todavía en forma tradicional.

“Los caballos son mi vida”, resume sin sacar los ojos del casco de Tiburón, un pingo de un marrón intenso recién tusado. De pie junto al animal, Rulo le toma una de las patas y comienza su labor. Tiene que agacharse un poco y la tarea no es liviana. A pesar del frío una gota de sudor le corre por la frente. Más atrás lo esperan Tito y Ciro, otros dos lindos ejemplares.

“Poder vivir de esto es fabuloso”, cuenta. Es hombre de campo y su relación con los animales “es de toda la vida”. Fue jockey hasta los 35-40 años y luego eligió seguir en lo que le gusta.

–¿Qué es lo mejor de tu profesión?

–Todo. Me gustan los caballos y este es un trabajo que hacés con amor y toda la dedicación del mundo. Es mi profesión y mi sustento. Fijate la hora que es (largamente pasado el mediodía)… arranqué muy temprano y hasta la noche no llego a mi casa.

Su labor se centra en el casco del caballo, dice, en “modificar los vasos” donde se coloca la herradura, en hacer “correcciones”. “Se dice muy bien que este es el arte de herrar, porque es un arte donde uno busca la perfección”. Pichimil, de 56 años y con seis hijos, ha hecho muchos cursos, forma parte de actividades que se realizan en la región y también ha participado en un torneo internacional de herradores. Es de los que saben.


El primer contacto es el que vale. Lograr conexión. Una mirada, una caricia en el cogote, en el lomo. Y los caballos lo agradecen. Desde hace mucho se conocen: “Rulo” se encarga de cuidar, como nadie, más de 150 caballos sólo en Roca y dejarlos listos para una caminata, un trotecito.

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