«Sabemos reprimir, no cuidar detenidos»

Ante la falta de personal que cumpla las funciones carcelarias, en varias oportunidades fueron designados efectivos que habían sido entrenados en el grupo elite Bora para estar de celadores en el pabellón.

Los integrantes o ex integrantes del Bora, recibieron una instrucción totalmente distinta a la de un policía común. Y ambos tienen una formación distinta también, a la que se realiza para cumplir funciones en una cárcel.

«Tuve muchos problemas en la alcaidía. Era una situación insostenible. Es una locura poner a alguien del Bora para cuidar presos. Nosotros fuimos preparados para reprimir, para tratar situaciones críticas, toma de rehenes. No estamos preparados para negociar con internos», aseguró un integrante de ese cuerpo que prefirió mantener su identidad en reserva.

«He visto llorar a policías cuando salían de su turno. No podían aguantar la situación. Si ponen a un Bora en ese lugar, seguro que en cualquier momento empieza a reprimir. No digo que esté bien. Sólo digo que fuimos entrenados para eso, y es eso lo que sabemos hacer», señaló.

«Cada dos años se tendría que relevar a quien cumple tareas en el interior de las alcaidías. Hay compañeros que pasaron muchos años más, y terminaron con problemas psicológicos, problemas que se trasladan a sus familias», aseguró.

«Acá hay algo muy cierto. La policía controla la guardia o los muros. Pero adentro de los pabellones, el control de todo es de los internos».

H.F.A

Cinco policías no pudieron aguantar semejante presión

Cinco policías que cumplían servicios en los pabellones de la alcaidía, no aguantaron la presión.

Fueron retirados de la alcaidía y se encuentran en tratamiento psiquiátrico.

«Se los destinó a otras tareas fuera de la cárcel de encausados. Pero quedaron mal. Incluso no pueden usar armas de fuego por un tiempo», dijo una fuente carcelaria.

Los problemas entre internos y policías son casi permanentes por estos días. Y las dos campanas que se escuchan son distintas.

El incumplimiento de la reserva de la cancha de fútbol del penal, la demora en gestionar una charla con el jefe de la unidad, o cuando se tarda en hacer ingresar a las visitas, son motivos más que suficientes para que los internos ataquen de una manera u otra al policía que está en le pabellón.

«No te dan pelota. Los llamas y no vienen. Acá te tenés que manejar a los gritos todo el día. Algunos son piolas, pero otros se hacen los boludos. Les pedís algo y no te lo consiguen», dicen los detenidos.

Los policías reconocen que muchas veces la convivencia con los internos no es buena. «Hubo casos en que te tiraban agua caliente cuando pasábamos, o te tiraban con orina que tenían en algún tarro», aseguraron.

Y cuando la cosa está tensa, los celadores saben que ingresar a un pabellón con treinta o cuarenta detenidos, puede terminar con su vida.

O que tal vez salga a relucir alguna «faca» y en cualquier momento llegue el puntazo.

H.F.A

Los códigos «sagrados» que se manejan a diario

Cualquier cárcel es un mundo totalmente distinto al que se vive de los muros para afuera. Hay códigos que son sagrados, y el hecho de no cumplirlos se castiga con penas propias de un mundo tan especial.

Desde el vamos hay dos tipos de delitos que no son aceptados por la población carcelaria: la violación y ser informante de la policía.

Es por eso que a las personas que caen por estos casos, se los separa inmediatamente del resto.

«Si sos violador, te pueden agarra varios -y en el mejor de los casos- te cagan a trompadas. Y no hay reclamo al celador que valga», señaló un detenido.

Distinto es el caso de alguna pelea entre internos que fueron detenidos por robo u homicidio.

«Generalmente te avisan que vas a tener despelote. En ese caso te agarra uno solo. Si la pelea va a ser con «facas» (las armas blancas caseras que fabrican los presos), te tiran una al suelo para que te puedas defender. Es un código de lealtad, para que la cosa no sea en inferioridad de condiciones. Está en uno si agarra o no la «faca». Pero si no la agarrás, es un acto de cobardía y te tenés que ir del pabellón. Porque demostraste que ahí no tenés nada que hacer», aseguran.

Pero también están aquellos delitos o actitudes que a un interno le dan «chapa» de pesado y que genera el respeto de los compañeros de pabellón.

Si el detenido cayó preso por asesinar a un policía, o si en las idas a los Tribunales le desparrama cuanto papel tenga un juez en un escritorio o si lo llega a golpear, le significará la obtención de ciertos privilegios dentro del pabellón.

H.F A


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