Sangre: la medicina que sólo el cuerpo fabrica

Especialistas insisten en que la más segura es la que se dona periódicamente.

por MARCELO RODRIGUEZ

Entre quienes padecen enfermedades oncohematológicas, tales como leucemia, linfomas o mielomas, no es tan rara la necesidad de recibir transfusiones de sangre, incluso diariamente. Por esa razón, en la Fundación para la lucha contra la Leucemia (Fundaleu), que atiende pacientes de todo el país, han debido poner especial atención en el tema de la hemoterapia, y crear un banco de sangre que se utiliza sólo para trasfundir a los propios pacientes de la fundación.

Se trata de uno de los lugares del país donde se promueve la donación voluntaria de sangre. «Hay dos formas de donar sangre: una es la que se llama 'por reposición', a través del pedido compulsivo que se hace a los familiares de pacientes que están internados, y la otra forma es que la gente vaya en forma periódica a donar sangre, señala el doctor Gustavo Milone, médico hematólogo y jefe de la unidad de Trasplante de Médula Ósea de la mencionada entidad.

En las donaciones por reposición, explica Milone, «puede su

ceder que en la desesperación de la gente por tratar de conseguir los donantes, se convoque a gente que está interesada en recibir dinero a cambio de la donación, y empieza a trabajar otra situación; empieza a caer gente que tiene un alto riesgo de tener serologías positivas». En este sentido, cree el especialista, «los pedidos de sangre a través de los medios son lo peor que se puede hacer».

En la Argentina se realizan alrededor de 1 millón y medio de transfusiones anuales –en Fundaleu, unas 1.000 anuales–, y sólo un 2%, según asegura la gente de la fundación, corresponde a donantes voluntarios.

 

Una «ventana» peligrosamente abierta

Si bien todo el material que ingresa a un banco de sangre debe ser rigurosamente examinada a fin de descartar cualquier posible serología, muchas enfermedades infecciosas tienen un «período de ventana», durante el cual el virus o la bacteria no pueden ser detectados mediante análisis. Esto implica que siempre existe un porcentaje de error, que los equipos de hemoterapia deberán mini

mizar.

Hoy, debido a los avances de la técnica para la detección, estos períodos de ventana se han acortado de 45 a 30 días. Algunas técnicas, de muy alto costo y que todavía no están disponibles en la Argentina, lograrían reducir el período de ventana a sólo 15 días, durante los que la sangre pued pasar airosa los análisis aunque tenga una infección. Pero este período de inseguridad siempre existe.

La visión que hoy impera entre los especialistas –y en la Organización Mundial de la Salud, (OMS)– es que la mejor manera de minimizar ese período de ventana es la obtención de la sangre de donantes voluntarios, que lo hagan periódicamente –4 meses es el período mínimo que debe transcurrir entre donación y donación– y como un hábito, a causa del cual éstas serán personas «comprometidas con el cuidado de la salud». «La sangre obtenida de donación voluntaria es más segura, porque el donante voluntario es más consciente de la necesidad, es responsable, se cuida, lleva una vida saludable», opina Victoria Gamboa, coordinadora del Programa Sangre de la ong, a la vez que explica que en la fundación tratan de «informar a la comunidad para tratar de instalar el hábito y modificar la cultura»: «Es lo que han logrado otros países, como por ejemplo España», indica, donde el sistema de salud cubre las necesidades de todos los bancos de sangre mediante un sistema nacional de colectas móviles.

«La persona que realiza la donación voluntaria, reiterada y consecutiva a lo largo del tiempo tiene un absoluto cuidado y control de su salud; y esta es una sangre mucho más segura que la de aquel que va por única vez y porque alguien se lo pide», remarca Milone.

 

En las empresas

En esta fundación implementaron también su propio sistema de colectas móviles en empresas: «Montamos una sala de dona

ción, donde se les da a los empleados de una empresa la posibilidad de donar sangre en su lugar de trabajo en forma voluntaria». Esta práctica, explica, «requiere tiempo, porque la gente no está acostumbrada».

Para esas colectas se requiere un gran trabajo previo, según explica la coordinadora del Programa Sangre. Al principio hay un período de información, en el que trabajan con el departamento de Recursos Humanos de la empresa. Se abren canales de información para que los empleados evacuen sus dudas confidencialmente, la empresa publicita la iniciativa y se fija una fecha.

Ese día se acondiciona un recinto a modo de sala de donaciones, con todas las condiciones sanitarias apropiadas: «Podemos atender cuatro personas cada media hora», describe. Luego de la donación, los empleados continúan sus actividades, aunque «el departamento de asuntos legales de la empresa sabe perfectamente que si alguno de los empleados que donó sangre pide el día, se lo tienen que dar». En la práctica, asegura Gamboa, eso no sucede.

En las charlas informativas previas, a todas las personas que desean participar de la donación se les informan los requisitos para ser donante y los impedimentos que existen, de manera que ya sabrá si su donación podrá ser aceptada o no.

¿Cuál es el benéfico para la empresa que abre sus puertas a este tipo de prácticas? «Nosotros lo consideramos una tarea de responsabilidad social empresaria, que afortunadamente ahora está tan de moda –considera Gam-boa–. Lo que les da es un posicionamiento respecto de una acción solidaria muy concreta.»

Una donación de sangre, explica, «demanda media hora, no duele y se realiza utilizando sólo material descartable».

En principio, para ser donante hay que tener entre 18 y 65 años de edad, pesar más de 50 kilos y no haber padecido ninguna enfermedad oncohematológica.


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