Saqueo a la familia Córdoba junto al río Traful

A un mes de los crímenes en Caleufú, en otro asalto cercano y perpetrado en ausencia del dueño, colgaron de las piernas a su esposa, que cayó y quedó grave. La búsqueda de los autores de ambos crímenes comenzó tenaz.

Tras el asalto al comercio que instaló en Caleufú y asesinato de su familia, el francés José Mantero, en viaje por las cordilleras aledañas, se enteró con atraso de aquel horror. Cabalgó hasta Junín de los Andes y se alistó ardorosamente en las partidas en busca de los criminales.

En Junín, el comisario «meritorio» Carlos Alvarez Gómez parecía alcanzar algún resultado a la vez que Mantero marchó con el cabo Núñez y un par de soldados del 3 de caballería cedidos por el jefe interino del regimiento, Isidro Navarro. La tenaz saga puso rumbo sur. Ignoraban, claro, que otro suceso vandálico tornaba peligroso el sombrío panorama.

Asalto en Traful

Estos otros jinetes no sólo no perseguían a nadie sino que estaban dispuestos a volver sobre grupas y galopar en precipitada fuga. Pero cumplían un plan de ida.

Sigilosos en sus movimientos de aproximación, montaron nuevamente después de engullir un bocado frente al encastillado paisaje de piedras fantasmagóricas. Repecharon por un flanco del río, blanquecino y rumoroso en cada rápido, transparente en todo remanso.

Ese 5 de abril de 1901, a un mes y 4 días de asalto y múltiple crimen del Caleufú, estos chilenos desconocidos «a las tres p.m.» llegaron junto al río Traful cerca de «las casas» por asaltar, sabedores que el patrón y emprendedor pionero de la región Santiago Córdoba, estaba ausente. Se detuvieron cerca de un único corral y cuando los peones los saludaron, contestaron que venían en busca de ganado. Entonces fueron invitados a apearse.

Todo sucedió súbitamente. Apenas desmontaron «sacaron los revólveres y los pusieron en los pechos de los peones. A la señora le ataron las piernas y la colgaron luego, pero por ser muy gruesa, con el peso se rompió la cuerda y cayó. Después la maniataron.», según lo consignó el enviado de La Prensa a Junín de los Andes, recién en la edición del 17 de mayo y según le fue relatado por los integrantes de una Comisión Argentina de las estudiaban sobre el terreno el conflicto limítrofe.

Esos comisionados habían pasado por el establecimiento de Santiago Córdoba donde se produjo el asalto.

También se detuvieron en el boliche del francés José Mantero, donde asesinaron a su familia el 1° de marzo en Caleufú. Los comisionados tomaron fotografías en los escenarios de los dos saqueos y prometieron -a su regreso- llevarlas a la redacción de La Prensa.

Pero a esa altura del mes de mayo ya se habían apresado a varios bandidos del caso Caleufú mientras tres partidas perseguían a los bandoleros que atacaron en Traful. Se sucedían otros vandalismos y el mismo 17 de mayo los diarios capitalinos dieron cuenta del asesinato de Eustaquio Casanova, antiguo vecino de Junín de los Andes, en la costa rionegrina del Limay.

Rompecabezas

Para reconstruir algunos detalles de ambos asaltos y el apresamiento de asaltantes y apaleadores, hay que escalonar algunos datos y recomponer los movimientos de los perseguidores, saber qué hicieron cada jefe de aquellas familias atacadas y cómo se consiguió la información.

Por lo pronto La Prensa no tenía para entonces corresponsal en Junín de los Andes y en mayo se envió hasta allí al de Roca. También -como sucedió con la noticia del caso Mantero- en el caso del asalto en Traful, la noticia tardó 18 días en llegar a Roca: se publicó el miércoles 24 de abril de ese fatídico 1901. Fue lacónica y con un error toponímico: «Roca, abril 23. Noticias llegadas de Río Traful (por Traful) dicen que fue asaltado y saqueado por una partida de malhechores chilenos, el establecimiento del señor Córdoba. Después de perpetrado el crimen los asaltantes huyeron dejando atadas a todas las personas que allí había. El Jefe interino del 3ro. de caballería, mayor Isidro Navarro despachó, inmediatamente que tuvo conocimiento del hecho, fuerzas a su mando en persecución de aquellos bandidos».

La noticia del asalto al establecimiento de Santiago Córdoba tardó aún más tiempo en llegar a la capital Chos Malal y por eso el corresponsal neuquino, ignorando lo despachado por el de Roca 3 días antes, el 26 de abril telegrafió su novedad y el matutino lo publicó sin reparar en la repetición (LP 27/04/01). Transcripto, dice así: «Chos Malal, abril 26. Llegan noticias de un asalto efectuado por bandidos chilenos al establecimiento ganadero de propiedad del señor Santiago Córdoba, situado en la costa del río Traful a inmediaciones del Nahuel Huapi. Los bandoleros -continuaba el despacho- aprovecharon la ausencia de Córdoba para atropellar la casa, estropeando e hiriendo malamente a su esposa, la señora Jacoba García de Córdoba y a la servidumbre. Después robaron dinero, efectos y animales. La señora sigue en grave estado. El comisario Alvarez Gómez de Junín de los Andes -finalizaba el telegrama- se trasladó al lugar del suceso inmediatamente de conocerlo y se ignora el resultado de su viaje. Este saqueo y el que hace poco tiempo se ha efectuado en la casa de Mantero, ha despertado pánico en los pobladores…»

Entre pestes y fugas

La noticia se ampliaba con otra respecto del apresamiento de dos de los asaltantes del comercio de Mantero en una redada en la que el comisario Alvarez Gómez secuestró «un arreo de 117 animales robados que llevaba a Chile el famoso cuatrero David Pioseco, quien consiguió escapar con varios peones armados».

La agonía de abril de 1901 no resultó ideal para Chos Malal. Se habían producido algunas fugas de condenados, las pestes infantiles de sarampión y alfombrilla no cedían y el nuevo director de la cárcel, recién arribado, no quiso asumir para «evitar responsabilidad en el caso de evasión de presos». Uno de los fugitivos, Juan Ordoñez, ignoraba que dos días antes la Corte Suprema lo había absuelto. Volvió a condenárselo por fuga, y, a la vez, caducó el pedido de captura del criminal chileno -prófugo- Rosalino Ormazábal: apareció en las nacientes del Agrio con 25 puñaladas. Suerte parecida a la de Agustín Ochoa, cabo del 2° de caballería muerto dentro de una bolsa aparecida a una legua de Las Lajas a orillas de Agrio.

¿Qué pasó con la mujer de Córdoba? Sobrevivió. Su esposo la llevó a San Martín y a Junín de los Andes, para curaciones en los campamentos militares y el se puso en seguimiento de la investigación. ¿Quién era Santiago Córdoba? ¿Las partidas lograrían capturar a tantos bandidos?

(Continuará)

fnjuarez@interlink.com.ar


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