Saramago no quiere despedirse todavía

Entrevista con el Premio Nobel, autor de "Las pequeñas memorias".

BUENOS AIRES (Télam,).- El Nobel portugués José Saramago aseguró que «la mala educación es hoy un comportamiento general en el mundo», en una conferencia telefónica desde Madrid para medios Latinoamericanos, en la presentación de su último libro «Las pequeñas memorias».

Para gobernar bien el mundo se necesita algo más que buena educación: se necesita sobriedad, respeto humano, considerar la esencia de los demás tan importante como la propia, y en eso no estamos aún», dijo el portugués de 84 años.

El escritor repasó los contenidos de su última obra, donde narra su infancia marcada por privaciones materiales pero plagada de recuerdos felices, y se explayó también sobre la política en el mundo, en una conferencia que enlazó las sedes de Alfaguara de Argentina, Colombia, Costa Rica, Chile, El Salvador, México, Panamá, Puerto Rico y Venezuela. Al ser consultado desde México sobre su opinión respecto a la la nueva campaña del subcomandante Marcos, Saramago aseguró que el líder de los zapatistas «es un llanero solitario. Ojalá que la acción que ha emprendido ahora resulte benficiosa para México, en el sentido de que active una conciencia cívica muy fuerte»

«Me gustaría que el espíritu del zapatismo sea una esperanza no sólo para México, sino también para todo Latinoamérica, que tenga eco en las comunidades indígenas de América, desde México hasta La Patagonia, porque hay que tener en cuenta que eran los dueños de la tierra», sostuvo el Nobel.

«Las comunidades indígenas, ya sean mapuches, mayas o aymaras, tiene que tomar la palabra. Han sido una infinidad de veces humillados, ofendidos, explotados, y eso tiene que acabar. ¿En qué estamos pensando cuando decimos latinoamericanos? Un indio no puede considerarse latinoamericano cuando le robaron la lengua, la religión y la tierra», señaló el escritor. El autor nacido en Portugal en 1922 se explayó además sobre los puntos centrales de su última obra, donde relata su infancia y adolescencia (hasta los 15 años) en el pueblito de Azinhaga, cerca del río Tajo, desde donde salió con su familia a los dos años, rumbo a Lisboa.

De reciente lanzamiento en Argentina, la última obra de Saramago, «Las pequeñas memorias», fue traducida por su esposa Pilar del Río e incluye 17 fotografías de su álbum personal, con comentarios de su puño y letra.

«Tiempo después de terminar el libro me di cuenta que todos los que menciono allí -la gente de mi entorno, mi familia, mis amistades- estaban muertos, y eran campesinos, pobres, que no habían dejado nada que los recordara. Entonces, yo de alguna forma los resucité», reflexionó el autor de «Ensayo sobe la ceguera».

«Esa gente no tenía más vida y empezó a tenerla a la hora de entrar en este libro. He podido dar una alarido de vida para aquellos que habían desaparecido y eso es mucho más importante para mí que haber dejado constancia de lo que me ha ocurrido en la vida», insistió el autor. La obra enlaza las memorias del Saramago niño, inmerso en la pobreza y el hambre, desde la muerte de un hermano, los maltratos del padre hacia la madre, pero también los momentos de felicidad

«¿De quién se despediría si presintiera la llegada de la muerte, como le ocurre a su abuelo en la obra?» se le preguntó al escritor. «De los seres queridos, de mi mujer, mi hija, mi nieta… pero es muy pronto para hablar de esas cosas», concluyó.


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