Se aprovecha menos del 4% de la tierra disponible

<span style="text-transform:uppercase">La región conjuga condiciones naturales y el apoyo del estado a través de importantes incentivos.</span>

El Sector forestal en el norte de la patagonia

Entre el 2000 y el 2010, la deforestación afectó a unos 13 millones de hectáreas al año. En tanto, la pérdida neta de bosques fue de 5,2 millones de hectáreas (ha) por año, debido a la forestación y la expansión natural de las ciudades y la frontera agrícola. La deforestación mayor se produce en los países tropicales, mientras que en los más desarrollados, con ecosistemas forestales templados y boreales –y en fecha más reciente en los países del cercano Oriente y Asia–, la superficie boscosa se mantiene estable o crece.

Entre 1990 y el 2010, la superficie forestal asignada a la conservación de la biodiversidad aumentó un 35%, lo que indica un compromiso político de conservación forestal. En la actualidad esta superficie equivale a un 12% de los bosques del mundo.

Contexto internacional

La principal fuente de abastecimiento de madera del mundo son los bosques espontáneos. Según diferentes informes de la FAO –según sus siglas en inglés– (Organismo para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas), los bosques cubren un 31% de toda la superficie terrestre del planeta, alrededor de 4.033 millones de hectáreas. De éstas, el 93% (3.750 millones de ha) corresponde a bosques naturales y el 7% (283.000 ha) a plantaciones forestales.

Sin embargo, a causa de la deforestación, la pérdida neta de superficie forestal mundial es alarmante y cada año alcanza unos 7,3 millones de ha, lo que equivale al 0,18% de la superficie de bosques del planeta. De acuerdo con la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales, publicado por la FAO, el 65% de la pérdida anual de bosques se concentra en Sudamérica, principalmente en la región amazónica, lo que equivale a alrededor de 3,1 millones de hectáreas al año.

El consumo mundial anual de madera es de aproximadamente 4.100 millones de metros cúbicos (m3). El 56% de este volumen es utilizado como combustible, fundamentalmente en países subdesarrollados, los cuales poseen la mayoría de las reservas boscosas de especies latifoliadas, y el 44% restante es industrializado. Los principales proveedores de madera de coníferas son Canadá, Estados Unidos, Rusia y Suecia. Mientras que los principales productores y exportadores de madera de latifoliadas son Estados Unidos, Brasil, Malasia e Indonesia.

A pesar de que algunos países en desarrollo, como Brasil y Chile, tienen una importante participación en la actividad forestal, el comercio mundial de la madera está muy concentrado entre países desarrollados. En el 2003 Europa, América del Norte y Asia representaron el 56, 26 y 11%, respectivamente, del valor de las exportaciones mundiales de productos madereros. Esta polarización del comercio se ve reflejada en el consumo de madera per cápita, que es 8 veces superior en los países desarrollados. Según la FAO, el movimiento anual relativo a la madera en rollo, la madera aserrada, la pasta celulósica y el papel supera los 200.000 millones de dólares, contribuyendo con aproximadamente el 2% del producto interno bruto mundial, y que representa el 3% del comercio internacional de mercancías.

La producción mundial de muebles se encuentra particularmente concentrada en EE. UU., Italia, China y Alemania, que explican más del 50% de la misma; en el 2005 fue aproximadamente de 267 millones de dólares (de acuerdo con un estudio realizado por CSIL –Centro Studi Industria Leggera–). Para ese mismo año el comercio mundial del mueble estuvo en torno de los 82.000 millones de dólares.

Según datos publicados en revistas especializadas, el principal exportador de muebles es China, que ha logrado una expansión sorprendente con un aumento en su participación del 3% en 1995 al 14% en el 2005. El mayor importador es EE. UU. con el 32%.

De cara al futuro, las proyecciones para los próximos años indican que debido al crecimiento demográfico, el incremento del PBI de los países asiáticos, africanos y de Europa del Este, provocaría un aumento en la demanda de productos forestales. Por otro lado, las restricciones ambientales que presentan los países desarrollados estaría haciendo que la tendencia sea la de asegurar el incremento de las necesidades de abastecimiento mediante bosques implantados, con especies de rápido crecimiento como son los pinos, los eucaliptos y las salicáceas –álamos–. Paralelamente, estas forestaciones y reforestaciones están consideradas como una de las opciones para el secuestro de carbono en la mitigación del calentamiento global, dentro del denominado “Mecanismo de desarrollo limpio” (uno de los tres mecanismos de flexibilización que establece el Protocolo de Kyoto).

El sector en el país

En lo que respecta a la Argentina, cabe destacar que actualmente posee aproximadamente 33 millones de hectáreas de bosques nativos (en el 1900 era de 105 millones de ha) y 1,2 millones de ha de bosques cultivados con especies exóticas de rápido crecimiento. Asimismo, se estima que el país posee por lo menos 20 millones de hectáreas de tierras con aptitud forestal. Las plantaciones presentan altas tasas de crecimiento, similares o superiores a las de los países con un fuerte sector forestal como Chile y Nueva Zelanda.

Sin embargo, se importan productos forestales por un valor aproximado de 1.500 millones de dólares al año. En concordancia con las regiones ecológicas más favorables, aunque sin ocupar las mejores tierras que se destinan a la agricultura y ganadería intensiva, se han ido desarrollando las plantaciones forestales con especies exóticas de rápido crecimiento.

No sólo han influido las condiciones de suelo y clima, sino también la localización estratégica respecto de los centros urbanos y la existencia de plantas celulósicas. Esto dio como resultado la formación de polos o cuencas forestales. Debido a esto casi el 73% de las plantaciones se ubica en la región de la mesopotamia.

Estos asentamientos forestales se crearon merced a la existencia de distintos sistemas de promoción y fomento impulsados desde el sector público (con variados resultados), los que actualmente han demostrado que más que un “gasto” ha sido una excelente “inversión” para el Estado, no sólo en términos del desarrollo social alcanzado sino además como un gran negocio financiero, por los retornos monetarios que genera (impuestos, tasas, etc.).

A pesar de los distintos esquemas de incentivos que se han articulado a lo largo del tiempo, el desarrollo actual del sistema forestal resulta insuficiente. Todavía es necesario generar una política forestal más ajustada a las necesidades actuales y potenciales del sector.

A modo de referencia y comparación, el Uruguay lleva forestadas aproximadamente 950.000 hectáreas (2010), Chile 2.700.000 ha (2011) y Brasil 6.000.000 ha (2011).

Región Patagónica

Con una superficie cercana a los 4.100 millones de hectáreas cubierta por bosques de características únicas, sumado al potencial forestal de la cordillera y de los valles bajo riego, la convierten en un escenario válido para iniciar las bases del proceso de construcción de un plan forestal. Desde el punto de vista institucional, la Patagonia cuenta con el Consejo Forestal Patagónico (Cofopa), que agrupa los niveles políticos de las administraciones forestales de las provincias de la región, y el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (Ciefap), que mantiene la articulación interinstitucional de aspectos técnicos y políticas en el ámbito forestal, incluyendo en su estructura organizacional a las cinco provincias patagónicas y al gobierno nacional.

En el norte de la región andino- patagónica existe una superficie de más de tres millones de hectáreas con aptitud forestal para especies exóticas de rápido crecimiento. Esta zona es una franja de 750 km de largo por 40 km de ancho que se extiende en dirección norte-sur y que bordea la cordillera de los Andes. Se ubica entre los 200 y 900 metros sobre el nivel del mar, con precipitaciones desde 500 a 1500 mm anuales (Sagpya 1999). Según los estudios de Ferrer et al. (1990), Irisarri y Mendía (1991) e Irisarri et al. (1995), el potencial biofísico para el establecimiento de forestaciones de pinos en la región andino-patagónica (Neuquén, Río Negro y Chubut) asciende a 3.292.018 hectáreas. Neuquén es la que posee más superficie disponible, seguida por Chubut y por último Río Negro.

El Álamo

En nuestro país existen 63.000 hectáreas forestadas con álamos y 45.536 con sauces. La principal zona productora es el delta del Paraná con 58.000 ha, seguida de Cuyo con 23.400. La región patagónica se ubica tercera con 18.136 hectáreas.

En la Patagonia, considerando las provincias del Neuquén, Río Negro y Chubut, las salicáceas aportan el 80% del volumen de la madera extraída de bosques implantados. Estas especies son de rápido crecimiento, su ciclo de desarrollo –hasta el turno de corta final– varía entre 10 y 15 años. Si se lo compara con el ciclo de un pino ponderosa (45 años), la diferencia de aprovechamiento en la misma superficie es muy importante. La madera de álamos y sauces producida en la región patagónica está considerada como la de mejor calidad por sus características de blancura, en comparación con las producidas en otras zonas del país; aspecto considerado entre los más importantes en los mercados mundiales, lo que permitiría la exportación de estos productos. En la región, la principal fuente de provisión de madera son las cortinas forestales, cuya fuente de aprovisionamiento representa el 90% o más de la corta final.

Conclusiones

Como puede apreciarse, si se relaciona el desarrollo forestal actual de la región patagónica con su potencial, las posibilidades de desarrollo de los bosques cultivados son enormes. Esta apreciación también es válida para el resto de las regiones forestales del país.

Ésta es una asignatura pendiente que aún debe resolverse, ya que el país continúa siendo deficitario en el aprovisionamiento de materia prima forestal. Además, su desarrollo se podría dar en un marco de sustentabilidad y buscando un impacto ambiental positivo que traería varios beneficios, entre los que se pueden mencionar la protección de los suelos, refugio de fauna y regulación de ciclos hídricos.

“En la región, la principal fuente de provisión de madera son las cortinas forestales, con el 90% de la corta”


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