Se cumple el primer año del crimen de Del Frari

La kinesióloga sufrió un ataque brutal: recibió más de 30 puñaladas y golpes en la cara El móvil y el autor, un misterio

Fue una de las últimas fotos familiares. Diana Del Frari, su esposo Pablo Scilipotti, y la hija de ambos Paulina, cuando ésta tomó la comunión en mayo de 2001.
CIPOLLETTI (AC).- El 14 de agosto de 2001, Diana Del Frari (46) se levantó como todos los días alrededor de las 7, se tomó unos mates, y le ayudó a uno de sus hijos a prepararse para ir al colegio. A las 8 terminó de «producirse», como ella decía cuando se arreglaba, y se fue a trabajar al hospital.

La tarde no sería muy distinta a otras, excepto por un corte de puente que le impidió ir a su otro trabajo en Neuquén. Aprovechando que Paulina, la más chiquita de la casa estaba en cama con angina, se quedó a atenderla y a mimarla.

Cerca de las 20, fue a buscar a su hija Florencia que estaba estudiando con una compañera, regresó, dejó su bolso en su vivienda, saludó a Paulina y se fue al consultorio porque tenía un paciente previsto para las 20.30. Fue la última vez que la vieron con vida. Y el comienzo del calvario.

El último movimiento que se registró en su computadora fue a las 20.16. Inmediatamente después alguien entró a su consultorio y sin que se sepa aún por qué, la atacó salvajemente. Recibió más de 30 puñaladas y golpes en el rostro.

A pesar de que algunos vecinos y dos personas que ingresaron a la sala de espera escucharon gemidos, nadie pensó que algo terrible estuviera sucediendo. Creyeron que sería un paciente dolorido, pero era Diana que moría desangrada.

Tampoco desde su casa, pegada al consultorio, escucharon algo. «Ché, ¿y mamá qué pasa?», preguntó su marido alrededor de las 22. Florencia salió, vio la luz encendida y contestó: «está en una reunión». Diana acostumbraba a reunirse con otros colegas en su oficina porque era la tesorera del Colegio de Kinesiólogos.

La familia cenó, su marido Pablo Scilipotti entró los vehículos, y decidió asomarse a la ventana para tratar de observar a través de la persiana americana. Como no vio movimiento, le llamó la atención y entró. Diana «estaba en el piso» sin vida.

El dolor se apoderó de todos, especialmente de los cuatro hijos de Diana: Florencia (23), Juan Pablo (20), Guillermo (15) y Paulina (12). Los chicos trataron desde entonces de seguir haciendo una vida normal y de recordarla siempre con las cosas buenas. No hablan de la causa. No quieren, aunque su padre les informa y se enteran por los medios de comunicación de las novedades que van surgiendo.

Es Scilipotti quien sigue adelante buscando respuestas. El querellante sabe que la justicia lo apuntó con sus sospechas, y cuestiona por eso. Dice que con esta pista y con otras medidas que no se pidieron, «se perdió un tiempo importante en la investigación».

Hoy se cumple un año y todavía no hay ninguna persona imputada por el homicidio. Lo único que tienen en claro los investigadores es que el móvil no fue el robo y que no se trató de un crimen pasional. Después, las conjeturas fueron y son todas posibles ante la falta de elementos concretos. «¿Un psicópata?», se preguntan.

Ahora las expectativas están centradas en el trabajo que están realizando los peritos de Gendarmería Nacional en Buenos Aires. El equipo que vino a la zona levantó varias huellas y rastros del interior del consultorio y las está analizando en su Gabinete. Se evaluará luego si hay vinculación con la masacre del laboratorio.

Hoy, para recordar a Diana, a las 19.30 se hará la tradicional ceremonia frente a su consultorio en 9 de Julio y Libertad. A las 20.30 se oficiará una misa en La Sagrada Familia.


Fue una de las últimas fotos familiares. Diana Del Frari, su esposo Pablo Scilipotti, y la hija de ambos Paulina, cuando ésta tomó la comunión en mayo de 2001.
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