“¡Se nos salva Pérez!”

José no tiene tampoco secretos para justificar su larga vida. “¡Ella!”, dice e indica con un dedo cuando se le pregunta cómo ha hecho para vivir cien saludables años. “Ella me cuida”, concluye. María Celia también es longeva y, a pesar de los tropiezos y los dolores que encontró en su largo camino, no resigna una cuota de alegría y dignidad. “Criamos a nuestros hijos con mucho amor y cuidado por todo el amor que no tuvimos nosotros”, señala con una sabiduría propia de quien ha vivido intensamente. “¡Qué no hice para que comamos! Lavé ropa, cociné… qué no hice”, exclama. A los 60 años José tuvo un accidente que por poco acaba con su rica historia. Es la única “enfermedad” a la que alude. Una camioneta lo pasó por arriba. “Pensaban que no iba a vivir, el doctor le dijo a mi mujer: ‘Va a morir pero lo vamos a operar por las dudas’. Un montón de horas después salió del quirófano a los gritos: ‘¡Se nos salva Pérez’”. Y aquí está, como un santo entre nosotros.


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