Seguimos comprando espejitos de colores

Del 3 al 17 de enero de 2009 se desarrollará el Rally Dakar Argentina-Chile, que cubrirá más de 9.500 kilómetros dentro del territorio de ambos países. En la competencia participarán 530 equipos compuestos por 82 camiones, 188 autos, 30 cuatriciclos y 230 motos que recorrerán los más de 9.000 kilómetros en 14 etapas de las cuales nueve se cubrirán en territorio argentino y tres en chileno y dos serán binacionales (cruce de la cordillera de los Andes). El rally Dakar (ex París-Dakar) es una de las competiciones automovilísticas más extensas del mundo y en ella intervienen tanto marcas reconocidas (Mitsubishi, Toyota, Volkswagen, BMW, KTM, Kamaz, Tatra, Hino, Mercedes, Ginaf y MAN, entre otras) como aficionados a este deporte. En su trazado original iba desde alguna ciudad europea hasta Dakar, en Senegal. El desplazamiento del viejo al nuevo continente para el año próximo obedece a las amenazas de atentados contra los deportistas, así como también a movilizaciones que llevaron a cabo las poblaciones locales para repudiar la realización de esta prueba.

El Dakar es más una carrera de resistencia que un rally convencional, dado que incluye distintas categorías y portes de vehículos (camiones, autos y motos, entre otros) que se desplazan por terrenos donde no existen vías de circulación sino que deben «hacer la ruta al andar» atravesando zonas de arena, rocas, barro y vegetación natural. Además, la ruta podrá ser un «secreto a voces» pero los participantes reciben el recorrido a ser cubierto horas antes de la partida. Quizá con esta aclaración puede comenzar a comprenderse el título de esta nota, debido a las consecuencias sociales, culturales y ambientales perjudiciales que el desarrollo del rally producirá.

La vista en el «árbol» de las ganancias cortoplacistas impidió ver el «bosque» de lo que significa la preservación de nuestros ambientes, tanto en el medio físico como sociocultural. Esto significa que no se han realizado en nuestro país los estudios de impacto ambiental y social que constituyen una herramienta para prevenir, mitigar y/o corregir los efectos negativos que causará el desarrollo de esta competencia, que cuenta con apoyo político a nivel nacional, provincial y municipal. Dicho apoyo se basa en la creencia de que el rally permitirá que el «mundo nos vea» y que «fomentará el turismo regional».

Sin embargo, esta visión cortoplacista no vio y/o tuvo en cuenta la afección y/o destrucción permanente que su desarrollo causará en sitios arqueológicos, la fauna y la flora locales y las economías rurales, entre otros. Es decir: no se han evaluado los daños que pueden producirse en los yacimientos arqueológicos sobre los cuales, literalmente, pasarán los autos, camiones y motos, así como tampoco el impacto negativo que el tránsito desproporcionado de vehículos de bajo y alto tonelaje podrá causar a la flora y la fauna locales, propias de los ambientes frágiles que recorrerá la travesía, ni a las economías rurales de bajo desarrollo.

Una vez más nos dejamos deslumbrar por «cuentas de vidrio» y «regalamos» nuestro acervo patrimonial, tanto cultural como natural; por supuesto, con la anuencia de los que ven en esto una «gran oportunidad económica» pero no se pusieron a reflexionar ni a prevenir las consecuencias del «día siguiente» a la finalización de la competencia. Nos gustaría saber dónde, en esa visión de los facilitadores gubernamentales, promotores y auspiciantes, quedan posicionados el artículo 41 de la Constitución nacional, donde se proclama un desarrollo sustentable; el artículo 2 de la Ley General del Ambiente (25675/02), donde se establece la política ambiental nacional; la ley nacional 25743/03 de Protección de Bienes Arqueológicos y Paleontológicos y las leyes provinciales referidas a las temáticas mencionadas, entre otras.

El comportamiento de nuestros representantes ante este Rally Argentina-Dakar 2009 deja expuesto claramente que en nuestro país las leyes protectivas ambientales tienen alcance «discursivo» pero no «ejecutivo», dado que lo escrito sin acción del Estado para su cumplimiento es letra «vacía». Como sociedad debemos internalizar que «sólo se protege lo que se valora». Con la evaluación de las acciones de los que tienen la obligación de hacer cumplir todo el peso de las leyes existentes, sólo podemos decir que hasta que no se reconstruya una valorización de nuestro patrimonio cultural y natural seguiremos comprando «espejitos de colores».

 

NORMA RATTO

(*) Presidenta de AAPRA (Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina)

www.aapra.com.ar

NORMA RATTO


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