Seguridad: ¿quién le pone el cascabel al gato?
BARILOCHE
Reuniones, comisiones y más comisiones. Decía el general Perón que si uno quiere que algo no se resuelva, entonces hay que crear una comisión…
Hasta en aquellas épocas se podía visualizar que un sinnúmero de comisiones sólo servía para dilatar el problema y hacer que las decisiones fueran cada vez más intrincadas y difíciles de llevar a cabo.
El “Río Negro” destacó en su edición del lunes 7 de este mes problemas reales y de fondo que tienen que ver con la seguridad: la Policía. El agente policial y toda la fuerza suponen ante el ciudadano que deberían de estar capacitados para llevar a cabo sus labores, pero muy lejos de ser así se puede verificar en los hechos que una gran parte de estos efectivos “no están aptos para portar un arma”.
Si esto no es algo a resolver con respecto a la protección de los ciudadanos, entonces no sé a qué se le puede denominar un problema de seguridad.
Lo tiene la Policía de Neuquén como la de Río Negro y casi todas las instituciones provinciales, y no es culpa de los efectivos de estas fuerzas, sino de quienes hicieron la vista gorda y los dejaron entrar en el sistema. En cualquier caso son los gobernadores quienes tienen la responsabilidad de estos temas, ya que detentan el poder ante la fuerza y sus jefes.
Bien es sabido que para solucionar un problema primero hay que determinar fehacientemente cuál es y las causas que lo generan, y por la actitud tomada por las actuales autoridades provinciales no me parece que estén yendo hacia el camino correcto. Un oficial de policía me dijo una vez: “Y sí, tenemos varios loquitos… pero qué querés que haga si los echo a todos me quedo sin policías…”.
Una propuesta muy simple sería: gabinete psicológico para el 100% de la fuerza de Río Negro y que los resultados “sean conocidos por la población”, como lo ha hecho la Policía de Neuquén, lo cual parece algo muy saludable, ya que no se trata de crucificar a nadie sino de reconocer que la principal herramienta con la que cuenta el Estado para cuidar a los ciudadanos no está en las condiciones que debería estar, y de allí en más surjan las propuestas y soluciones en este tema, que no es menor a la hora de hablar de seguridad.
Según la pirámide de Maslow, la seguridad en el hombre ocupa el segundo nivel dentro de las necesidades de déficit y, según la teoría de Bronislaw Malinowski, la seguridad es una de las siete necesidades básicas a satisfacer por el hombre.
En términos generales, seguridad se define como “estado de bienestar que percibe y disfruta el ser humano”. No se puede obtener un estado de bienestar si no hay justicia social y no puede haber ésta si la justicia no es equitativa y tampoco si no hay una redistribución de la renta. Vemos que cada día tenemos un nuevo pobre, al que marginamos de manera tal que nunca podrá conocer los beneficios de “estar en el sistema”, sólo los podrá ver por televisión, con todo lo que ello implica…
Si no se tiene en cuenta al ser humano con sus necesidades básicas “insatisfechas” no se puede evaluar seriamente el tema de seguridad o, como decía Perón, hay que seguir creando comisiones si queremos que el tema nunca se resuelva… Y finalmente, si les queda tiempo a los responsables gubernamentales, también podrían incluir a la corrupción en uno de los tantos temas que atentan contra la seguridad de todos los ciudadanos.
Jorge L. Fernández Avello
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