Si hay acuerdo, será caro
Por Rafael Cañas
Entre la enorme falta de certeza que planea sobre la cumbre de Camp David, una de las pocas cosas seguras es que, si hay un acuerdo, la factura será muy cara y serán los Estados Unidos y la Unión Europea los que paguen la mayor parte.
El precio de salida es de 40.000 millones de dólares en veinte años por la parte palestina, mientras que los israelíes, si bien aún no han avanzado una cifra, también pedirán una cantidad sustancial.
El gobierno de los Estados Uni-dos sabe que, cuanto más abultado sea el paquete de ayuda, más fácil será para el primer ministro israelí, Ehud Barak, presentar un posible acuerdo a su opinión pública, donde la oposición parlamentaria a cualquier cesión es muy fuerte.
El mayor peso de la factura recaerá en los EE. UU. y la Unión Europea (UE), que ya son los principales donantes a la zona, así como otros países desarrollados (como Japón o Canadá) y las organizaciones financieras internacionales.
Consciente de que el auxilio económico internacional puede ayudar a las dos partes a tomar decisiones, el presidente Bill Clinton prometió a Barak y Arafat, antes del comienzo de la cumbre, que ambos tendrán «el apoyo generoso e inequívoco de Estados Unidos».
Los palestinos han adelantado que pedirán a la comunidad internacional un total de 40.000 millones de dólares durante los próximos 20 años, una cifra que el gobierno de Washington ha preferido no comentar por ahora.
El Banco Mundial (BM) prepara estudios para ayudar a un Estado palestino. «Estamos investigando el alcance y la naturaleza de sus necesidades», señaló una fuente de la entidad, aunque aseguró que aún no tienen cifras.
La enorme cantidad que piden los palestinos sería destinada al desarrollo de su población y a la construcción de su Estado independiente, pero, sobre todo, a financiar el problema de los refugiados palestinos.
Hay cerca de cuatro millones de refugiados repartidos en campos de Cisjordania, Gaza y los países árabes vecinos de Israel.
El problema es que cualquier acuerdo que pueda salir de Camp David no permitirá el retorno de todos a sus lugares de origen.
Muchos de ellos provienen del actual territorio israelí y ni el gobierno de Israel quiere que vuelvan, ni muchos de los refugiados desean retornar allí.
Israel está dispuesto a manifestar su «simpatía» por la situación de los refugiados, y a aceptar el retorno de algunos por motivos humani- tarios, para la reunificación de familias separadas por las sucesivas guerras.
El destino lógico de los refugiados sería Cisjordania y Gaza si de las negociaciones sale la futura declaración de un Estado palestino, pero esos territorios están ya superpoblados y no pueden acogerlos.
La administración autónoma palestina podría recibir aproximadamente medio millón de refugiados, lo que requiere mucho dinero para construir viviendas e infraestructuras.
En cuanto a Israel, necesitará también mucho dinero para la reubicación de muchos de los 170.000 colonos judíos que viven actualmente en los 145 asentamientos de Gaza y Cisjordania.
Algunos colonos podrían quedarse en fragmentos de territorio que queden bajo control israelí, pero la mayoría permanecería en territorios palestinos, por lo que, con toda seguridad, preferirán marcharse. (EFE)
Entre la enorme falta de certeza que planea sobre la cumbre de Camp David, una de las pocas cosas seguras es que, si hay un acuerdo, la factura será muy cara y serán los Estados Unidos y la Unión Europea los que paguen la mayor parte.
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