Si no es el purgatorio, ¿entonces qué?

Lost» ya es más que una serie, es una comunidad. Una isla que ha generado una tribu de seguidores.

Muchos meses antes de que la serie llegara subtitulada a Latinoamérica, un grupo de ciber-admiradores la había bajado de internet y sus capítulos pululaban de casa en casa almacenados en un valioso DVD.

En esta parte del mundo nadie podía contener su ansiedad frente a tantos buenos misterios: ¡desde los «Expedientes X» que no ocurría nada parecido!

Los guionistas de la serie habían advertido que en la segunda temporada serían resueltos algunos de los más interesantes enigmas o, al menos, se darían pistas que lo sacarían a uno de la ignominia.

Las hipótesis acerca de dónde están realmente los personajes de «Lost» y qué es lo que les está ocurriendo se han multiplicado en los chats, en los foros especialmente pensados para el tema y en las páginas web.

Tiempo atrás, por ejemplo, había un muy buen sitio español que analizaba punto por punto cada capítulo del programa una vez emitido. Era algo así como el postre de una deliciosa comida.

En diciembre del 2005, los creadores de «Lost» dieron una breve entrevista a «The New York Times» y dejaron entrever que ciertas ideas, aun en el marco de una isla perdida en quién sabe dónde y con osos polares corriendo igual que gacelas enfurecidas, resultaban descabelladas.

Los autores se comprometieron entonces a no utilizar golpes bajos. Es decir, no, no están el purgatorio y no, no se trata de un rapto extraterrestre.

Esto quizá sea lo mejor de la serie: que cada espectador debe imaginarse una resolución dentro de determinados parámetros de realidad.

Por lo que han anticipado sus responsables, tampoco nada estúpido pero medianamente coherente será desarrollado a modo de explicación.

¿Por ejemplo? Y, que todo sea un sueño de Jack.

Pero, siguiendo el juego, diríamos que las pistas indican que la isla en la cual están atrapados los personajes corresponde a un experimento científico militar que, en su totalidad o en parte, ha sido abandonado por sus responsables.

Se puede concluir que:

a) El monstruo succionador es, claramente, una máquina. De hecho, uno de los personajes explicó hacia el final de la primera temporada que se trataba de un organismo de seguridad. Un protector. Un robot centinela, probablemente.

b) La puerta de metal que da a un pasadizo secreto confirma la teoría de que se trata de instalaciones abandonadas.

c) «Los otros» parecen seres que han sido abandonados con anterioridad; probablemente están relacionados con las instalaciones.

d) Las «coincidencias» a las que cada pasajero está sometido avalan la teoría de que no hay casualidades y de que habrá una razón superior en la base del misterio.

Por ahora, lo único a lo que los espectadores deben temer es a que los guionistas un día no consigan mantener vivo el cuerpo de la serie.

En este sentido, las experiencias americanas son bastante malas. Ya fue un fiasco el final de «Picos gemelos», la estremecedora serie de David Lynch que a la mitad de su primera temporada reveló el principal acertijo del argumento: ¿Quién es el asesino de Laura Palmer? (no lo diremos aquí, por si el lector tiene la suerte de encontrarse con la obra de Lynch).

Y los «Expedientes X» terminaron en una triste parodia de sí mismos con explosiones controladas, efectos especiales de segunda y un final tan abierto que parecía un secreto que a esa altura ya nadie quería oír.

Por el momento, somos todos tensión a la espera del ¿destino?

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar


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