Sin agua y con dolor de muela

Jorge Sobisch comenzó el año con un terrible dolor de muela, producto de una infección por acumulación de bacterias, y permaneció internado 36 horas en una clínica privada. Estuvo a punto de ser operado, pero finalmente la combinación de antibióticos con un drenaje que dio buenos resultados dejó al gobernador afuera del quirófano.

Cuando el lunes último la oficina de propaganda del gobierno difundió un breve parte de prensa comunicando la novedad, existieron motivos para dudar de un diagnóstico que daba cuenta de una infección dental y de una operación que iba a ser y finalmente no fue.

El 22 de febrero de 2001 Sobisch también fue internado, pero oficialmente se ocultó la gravedad de su enfermedad. Se dijo entonces que había sufrido un pico de presión, cuando en realidad tenía tapada una arteria. Por ese motivo al día siguiente fue derivado a la Clínica Favaloro y el 24 lo operaron.

Alrededor de la salud de Sobisch se han multiplicado versiones sobre intervenciones médicas de urgencia que nunca fueron comunicadas.

Por razones que se ignoran pero que han sido tomadas en lo alto del poder, esos episodios se mantienen aún hoy en reserva.

La salud de Sobisch es un tema de Estado, de interés público, pero no resulta extraño que su entorno más íntimo considere los problemas del gobernador de carácter privado.

En definitiva, Neuquén es una provincia donde se suelen ocultar aquellos hechos que el poder no quiere que se difundan.

Un caso sirve como ejemplo de esta política de simulación que intenta mostrar que todo marcha bien cuando en realidad ocurre lo contrario. Es el problema que existe con el abastecimiento de agua no sólo en la ciudad de Neuquén, que es ya una tradición, sino en el interior; tales los casos de Cutral Co y Centenario.

Al frente del EPAS, la empresa de agua y saneamiento provincial, Sobisch ha puesto a Mario Ever Morán, un funcionario todo terreno que ha desfilado por diversos puestos de la administración pública en las distintas gestiones del gobernador Sobisch.

Morán no ha dado con la política acertada, porque de lo contrario no tendría ya no sólo reclamos administrativos sino a la gente en la calle movilizándose por la falta de agua.

La ciudad de Neuquén, donde vive la mitad de la población de la provincia, tiene problemas con el suministro en casi todos los barrios. Algunos sufren cortes en forma recurrente y prolongada, otros están afectados por la falta de presión y muy pocos tienen un servicio óptimo.

Dentro de los sectores que no padecen el drama se encuentra Rincón de Emilio, que justamente no recibe el servicio del EPAS sino que ha formado, desde su inicio, una cooperativa para extraer agua del río Neuquén y distribuirla entre los vecinos.

Los funcionarios de la empresa provincial afirman que hay inversiones en marcha para solucionar la cuestión, tanto en la capital como en las ciudades del interior que padecen el mismo problema. Pero expresiones similares se han escuchado en cada verano de los últimos años y el problema sigue allí. No hacen falta palabras para negar lo que la gente puede comprobar cada vez que abre la canilla.

Además de existir una cultura de derroche entre los vecinos, un comportamiento bastante extendido y que ciertamente no contribuye a solucionar el problema, está claro que la ciudad de Neuquén se expande mucho más rápido que la red de distribución de agua.

 

La noche insegura

 

Quedan muchas dudas respecto de los controles que se efectúan para dar seguridad en la noche de Neuquén.

Tal como ocurrió en el resto del país, aquí se acentuaron las inspecciones en los boliches tras la muerte de 190 chicos, jóvenes y adultos que concurrieron a un recital en República Cromagnon, un local bailable ubicado en el barrio de Once de la ciudad de Buenos Aires.

De la revisión de las medidas de seguridad surgió que es necesario discutir sobre la revalidación de un certificado que otorga la división Bomberos y se 'descubrió'que uno de los locales más populares de la ciudad tenía en el techo 400 metros cuadrados de media sombra, el material que se transformó en la tumba de las víctimas de Cromagnon.

La noche es un negocio dirigido a jóvenes y adolescentes que explotan los adultos. Es un área donde los controles no pueden descansar porque los que viven de esto no lo hacen.

Así ocurre con el alcohol, que nadie puede vender a menores, tal como lo dice una ordenanza que no se respeta. De no ser así, ¿cómo se explica entonces que el 70% de los ingresos en la guardia del hospital Castro Rendón durante Navidad y Fin de Año se debió a intoxicación con alcohol? Pero lo más grave es que la casi totalidad de esos pacientes eran chicos de entre 15 y 25 años.

Este es un problema social, pero también de la gestión del intendente Horacio Quiroga, que debe utilizar las herramientas que tiene a su disposición para castigar a aquellos que no ayudan a cuidar la salud de los adolescentes y de los jóvenes.

Gerardo Bilardo

gbilardo@rionegro.com.ar


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