Sin becerros

Redacción

Por Redacción

CARLOS TORRENGO carlostorrengo@hotmail.com

Dos datos interesantes arrojó el debate que concluyó entrada la madrugada en el Senado de la Nación. Uno: aun admitiendo que era desigual en calidad de argumentos, fue sin embargo significativo el esfuerzo del conjunto de la cámara por enriquecer el tratamiento del tema. Dos: esto fue posible por la libertad de conciencia con que se abordó la toma de posición de cada uno de los senadores de cara a la cuestión a debatir. Es decir, la historia los había situado en un punto en que debían definirse ajenos a verticalidades y razones de la naturaleza que es propia a una bandería política. Y desde esa individualidad –desde ese “Aquí soy yo y yo”, dijo Lisandro de la Torre– se sinceraba desde su inicio el tratamiento del espinoso proyecto de matrimonio gay sí o no. No es poco en una Argentina que desde lo político se formó en mucho vía conductas becerriles a éste o aquel poder. Al menos en sus primeras diez horas de duración, el debate estuvo ausente de becerros. Hubo, sí, diferencias tajantes en materia de calidad de reflexiones. La oposición mejor fundamentada al proyecto de matrimonio gay llegado con media sanción desde la cámara baja fue expresada por la senadora peronista Sonia Escudero. Condujo sus argumentos por una derrota única: la jurídica. Desde su perspectiva, advirtió que el proyecto llegado desde Diputados colisiona –siempre según sus propias palabras– con el Código Civil en toda su extensión. Desde quienes alentaban a aprobar lo definido por Diputados, las reflexiones se desligaban de toda relación del proyecto con lo jurídico puntual. El discurso de los defensores de la iniciativa buscó palenque en otro ángulo del derecho: el de no discriminar. En ese espacio se lució –por caso– la tucumana y peronista Beatriz Rojkes de Alperovich. Y lo hizo con sobriedad y mostrando que forjó su posición con sólido rigor intelectual. Fue ella la que situó en consideración de ridícula toda argumentación que pusiera en tela de juicio la calidad ética de los homosexuales para criar un pibe. En fin, la noche cubría Buenos Aires con amago de niebla. Hacía frío. No en el Senado de la Nación, donde un debate interesante le ponía calor a la democracia.

ANáLISIS


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios