Sin concesiones

Redacción

Por Redacción

Luchar vale la pena. Este 14 de julio, durante la emotiva celebración de un nuevo aniversario de la toma de la Bastilla, Ivonne Pierron, compañera de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, secuestradas y asesinadas en 1977 en la Argentina, exhortó con esa frase a seguir trabajando al lado de los pobres y marginados.

Sobrevivió a la dictadura militar. Logró escapar en 1978 y volvió en 1984 con el restablecimiento de la democracia. Se puso al frente de un hogar de 120 niños en la selva misionera, algunos de los cuales, ante más de un millar de invitados del embajador Francis Lott, deleitaron con canciones en las que alentaron a respirar «un aire un poco más puro».

Hace falta, en efecto, oxigenar el ambiente. El mundo está contaminado por el terrorismo, cuyas acciones mutilan vidas y cuerpos a diario en Irak y también acaban de instalar la tragedia en Londres el 7 de julio.

En presencia de dos símbolos distintos – Ernesto Sábato, autor del «Nunca más», que pretende clausurar la triste época de torturas y desapariciones de personas y Juan Carlos Blumberg, predicador contra la inseguridad ciudadana luego del asesinato de su hijo Axel -, la religiosa ratificó, pese a las atrocidades por las le tocó pasar, la opción de seguir en su puesto de combate en una sociedad que no termina de resolver sus contradictorios conflictos. Ese solo hecho es esperanzador.

Es que, menos moralista -sosegados por ahora los ánimos de los '70 de fuego-, el presidente Néstor Kirchner sigue dando muestras, con los dientes apretados, de no estar dispuesto a hacer concesiones en la disputa por el poder político dentro del peronismo. Es ése el motivo principal por el que apunta todos los cañones contra Eduardo Duhalde, quien ayudó a promoverlo a la jefatura del Estado en el 2003, luego anunció públicamente que se retiraba de la «profesión» y hoy, desde la estratégica provincia de Buenos Aires, trata de condicionarlo. El gobierno se complace en analizar encuestas favorables y parece tener la cabeza en la «luna de Valencia». Así contribuye a la desorientación general. Es un estilo el de «K» frontal, agresivo y avasallador. No tiene nada de inocente y sabe sacar ventaja atemorizando con el retorno a situaciones caóticas.

Hay mensajes brutales. «Mátalo, córtale la cabeza», llegó a ordenar Kirchner al rionegrino Osvaldo Nemirovsci, para que inicie una cruzada y saque como titular del bloque de diputados del PJ, al «mono» José María Díaz Bancalari, por haber osado éste encolumnarse detrás de Hilda «Chiche» Duhalde, quien disputará la senaduría con Cristina Fernández.

Otros disciplinarios. «No seas gorila», reconvino el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, al intendente de Córdoba, Luis Juez, porque éste estableció diferencias hirientes con el peronista José Manuel De la Sota, hoy encuadrado en las directivas de la pingüinera.

Y otros adaptables. El duhaldista Sergio Massa le mandó decir a Kirchner, a través de los ministros Aníbal Fernández y José Pampuro (dos que ya se habían cambiado la camiseta) que aceptaría ser candidato «K»: «Pero -condicionó- no me pidan boludeces. No pienso criticar a Duhalde ni a Chiche. No hago esas cosas». El presidente aceptó y cuando está con Massa se cuida de no agraviar al dirigente bonaerense, sólo aclara: «Eduardo quería que yo defendiera a las viejas corporaciones y eso yo no puedo aceptarlo».

Fue Duhalde el que enseñó a los intendentes y gobernadores a moverse con la caja y los sondeos de opinión. Hoy está bebiendo de su propia medicina. Ni maneja el dinero ni mide bien «Chiche», quien reconoció que ya un 80 por ciento de adherentes a su marido se pasaron para el lado donde calienta el sol. «No puede hacer mucho para que no se le vayan los intendentes de su lado. Aprendieron bien. El tiene la culpa», se sinceró un ex duhaldista.

Presagia el kirchnerismo un triunfo importante en la provincia de Buenos Aires, con la táctica de presentar a Duhalde como el mejor exponente de «la vieja y mafiosa política», por más, como se dijo, de la fuga en tropel hacia su redil de muchos «impresentables». Ya se expuso desde estas columnas que la pelea no es por un diputado más o menos, sino por el proyecto que va despuntando rumbo al 2007, que es adonde marcha en apariencia Duhalde en fina sintonía con el radical Raúl Alfonsín (aspira a pilotear la UCR) y el ministro Roberto Lavagna, quien trata de mostrarse poco undoso.

Decantada la fractura, va quedando en evidencia que ninguno de los dos tenía mucha voluntad de acordar, pero menos Duhalde, quien aspira a seguir siendo jefe del peronismo de Buenos Aires. «Si arreglabas estabas terminado», le había advertido el senador misionero Ramón Puerta.

Ahora, Duhalde apuesta a conseguir alrededor de un 20 por ciento de los votos. Ese porcentual lo mantendría vigente para tratar de hacer caer luego la reelección de Kirchner en el 2007. Aquí entran las versiones insidiosas sobre Lavagna y el vicepresidente Daniel Scioli y los posibles acuerdos con el menemismo y sectores de la derecha para frustrar la proyección del matrimonio «K».

Los empresarios miran con simpatía a Ricardo López Murphy y Mauricio Macri. El ex radical deberá demostrar capacidad para demoler la polarización que plantea el peronismo y ubicarse segundo. El verdadero enemigo del actual gobierno progresista es el presidente de Boca, que hasta ahora no ha podido usufructuar la mala gestión del intendente Aníbal Ibarra, ni neutralizar la irrupción de Domingo Cavallo, que llega para disputarle el mismo electorado.

Los datos acercados por los consultores amigos pronostican una levantada del oficialista Rafael Bielsa en el distrito de los porteños, pero es difícil imaginar, sin estar en la Luna de Valencia, que el canciller pueda aventajar a Macri y a la arista «Lilita» Carrió.

No hay contactos en el presente, pero se sabe de los vínculos amistosos de Macri con Duhalde y la situación indefinida en la que quedará Lavagna después del 23 de octubre. No es casual que el ministro se haya quejado de los aumentos salariales a los porteros, un gremio que tiene de protector en la capital federal al jefe de gabinete, Alberto Fernández. Ni, tampoco, que el camionero Hugo Moyano, jefe de una CGT que nació partida por ausencia de los grandes gremios, haya atacado al economista y acusado a los formadores de precios de ser los causantes de la inflación.

Puesto a elegir, Kirchner amalgama lo nuevo con lo vetusto en un tránsito al centro izquierda y le gusta Murphy como exponente del arco de centro derecha. En algún momento instruirá para hacer caer en desgracia a Carrió, quien tomando el guante de Cristina, afirmó que el nuevo «padrino» de la mafia es el presidente Kirchner. Por ahora la «ningunea».

Es un deporte nacional ladrar para lograr que tiren huesos que tapen la boca. «Chiche» Duhalde, con una estudiada serenidad, tratará de captar votos entre los humildes del conurbano, lo que contrasta con el último viaje de Cristina, quien en Hollywood fue entrevistada por la periodista de espectáculos de la CNN, Ana Montero. Por lo menos curioso: la cronista está más acostumbrada a dialogar con figuras como Brad Pitt y Penélope Cruz, que con políticos. Pero no hay que exagerar, Cristina llegó a Estados Unidos precedida de la imagen cautivante de Eva Perón y de sus comentarios actualizados de la película «El Padrino».

            

Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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