Sin ‘Nacho’, temen más guerra entre narcos
En el mundo del narcotráfico no se aplica el dicho popular de que “muerto el perro se acabó la rabia”, así que, si bien la muerte del capo Ignacio “Nacho” Coronel fue un golpe para el cártel de Sinaloa, nadie cree que sea el fin de su poderío. Por el contrario, según la fórmula habitual, cuando desaparece un capo, llega otro, pero antes se desata una guerra en los territorios que controlaba, ya sea entre facciones de su propio grupo o por parte de cárteles rivales que quieren dominar la plaza. La agencia antidrogas estadounidense (DEA) dijo que la muerte de “Nacho” constituye un golpe demoledor contra esa organización. Coronel era el “responsable directo de la muerte de cientos de personas’’, por lo que su muerte es una victoria del gobierno mexicano en su esfuerzo por desmantelar los carteles. Otro no son tan optimistas. “Nacho Coronel va a ser reemplazable. Hay gente que lo está reemplazando. Son pistoleros, gerentes operativos”, dijo el experto en seguridad Edgardo Buscaglia, quien consideró que, en realidad, se necesita atacar las redes de corrupción y las estructuras financieras. “Tienes que atacar a las cabezas, a las esencias de estos grupos criminales que están en el Estado y en el sector privado, y comenzar a neutralizar ese circuito de miles de millones de dólares”, señaló. Para el gobierno de México la caída de “Nacho” Coronel es importante y el primer gran golpe al cártel de Sinaloa. En “narcomensajes” de grupos rivales y en medios nacionales e internacionales como “The Economist” se estaba insinuando ya que el gobierno protegía a esa organización. Joaquín “El Chapo” Guzmán, considerado el líder más emblemático del grupo sinaloense, se fugó en enero de 2001 de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, con apoyo de custodios en un carrito de lavandería. Sigue prófugo. Pero no todo ha sido un lecho de rosas para el capo. Su organización está enfrentada con grupos como el cártel de los hermanos Beltrán Leyva, Los Zetas y con el cártel de Juárez. Su muerte podría ocasionar una escalada de la guerra entre grupos en estados como Jalisco, Colima y Nayarit, que han sufrido ya violencia pero no han sido los puntos más calientes. El cadáver de Coronel fue llevado ayer al servicio forense en Guadalajara (oeste de México), bajo fuertes medidas de seguridad. La ambulancia con el cadáver avanzó en medio de una caravana que incluía al menos tres camiones repletos de soldados, mientras en tierra militares encapuchados paralizaban el tránsito.
AP
La procuraduría mexicana se mostró satisfecha por el golpe al cartel de Sinaloa.
En el mundo del narcotráfico no se aplica el dicho popular de que “muerto el perro se acabó la rabia”, así que, si bien la muerte del capo Ignacio “Nacho” Coronel fue un golpe para el cártel de Sinaloa, nadie cree que sea el fin de su poderío. Por el contrario, según la fórmula habitual, cuando desaparece un capo, llega otro, pero antes se desata una guerra en los territorios que controlaba, ya sea entre facciones de su propio grupo o por parte de cárteles rivales que quieren dominar la plaza. La agencia antidrogas estadounidense (DEA) dijo que la muerte de “Nacho” constituye un golpe demoledor contra esa organización. Coronel era el “responsable directo de la muerte de cientos de personas’’, por lo que su muerte es una victoria del gobierno mexicano en su esfuerzo por desmantelar los carteles. Otro no son tan optimistas. “Nacho Coronel va a ser reemplazable. Hay gente que lo está reemplazando. Son pistoleros, gerentes operativos”, dijo el experto en seguridad Edgardo Buscaglia, quien consideró que, en realidad, se necesita atacar las redes de corrupción y las estructuras financieras. “Tienes que atacar a las cabezas, a las esencias de estos grupos criminales que están en el Estado y en el sector privado, y comenzar a neutralizar ese circuito de miles de millones de dólares”, señaló. Para el gobierno de México la caída de “Nacho” Coronel es importante y el primer gran golpe al cártel de Sinaloa. En “narcomensajes” de grupos rivales y en medios nacionales e internacionales como “The Economist” se estaba insinuando ya que el gobierno protegía a esa organización. Joaquín “El Chapo” Guzmán, considerado el líder más emblemático del grupo sinaloense, se fugó en enero de 2001 de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, con apoyo de custodios en un carrito de lavandería. Sigue prófugo. Pero no todo ha sido un lecho de rosas para el capo. Su organización está enfrentada con grupos como el cártel de los hermanos Beltrán Leyva, Los Zetas y con el cártel de Juárez. Su muerte podría ocasionar una escalada de la guerra entre grupos en estados como Jalisco, Colima y Nayarit, que han sufrido ya violencia pero no han sido los puntos más calientes. El cadáver de Coronel fue llevado ayer al servicio forense en Guadalajara (oeste de México), bajo fuertes medidas de seguridad. La ambulancia con el cadáver avanzó en medio de una caravana que incluía al menos tres camiones repletos de soldados, mientras en tierra militares encapuchados paralizaban el tránsito.
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