Sin nadie en el kirchnerismo que defienda a Boudou
Sorprende que desde que fue procesado en la causa Ciccone, la presidenta Cristina Fernández nunca mencionó a su vice y su situación judicial.
EL PAÍS
Uno de los códigos por excelencia de la práctica política es la “lealtad”, virtud enarbolada sobre todo por el peronismo desde el encolumnamiento detrás de un liderazgo o proyecto hasta la defensa de cualquier “compañero” cuando está en las malas.
Bajo esa premisa histórica, sorprende que desde que Amado Boudou fue procesado en la causa Ciccone, la presidenta Cristina Fernández nunca mencionó a su vice y su situación judicial. Más aún, ningún miembro del gabinete nacional, legislador o dirigente salió a defender públicamente al vicepresidente.
Apenas el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el ministro de Defensa, Agustín Rossi, ensayaron una relativización de lo que le pasa a Boudou comparando su situación con la del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, también procesado. Nada mas.
Un ejemplo de esa situación se dio ayer. Por la mañana, el senador Aníbal Fernández, considerado un “soldado” que siempre ha estado al pie del cañón cuando hubo que alinearse o defender una medida o a algún miembro del oficialismo: “Yo no soy quién para decir que pida o que no pida licencia” Boudou, exclamó en una entrevista radial.
Por la tarde, en pleno recinto del Senado, el jefe del bloque oficialista, Miguel Ángel Pichetto, apenas respondió, ante el reclamo opositor para que Boudou se pida licencia, que no hay que quitarle “la importancia que el tema tiene” y hasta calificó de “ponderada y prudente” la actitud de los antikirchneristas.
¿Nadie en el oficialismo cree que Boudou sea inocente? Probablemente. Es decir, o nadie cree que lo sea o la Presidenta mandó a callar a las voces de su tropa. Aunque de haber ocurrido esto último, eso hablaría de una situación institucionalmente grave: que Cristina Fernández le soltó la mano a Boudou.
La duda acerca de qué ocurrirá con el futuro inmediato de Boudou, no sólo está atada a lo que piense Cristina.
Paralelamente a la causa Ciccone, avanza otra causa, menos compleja pero mejor palpable para la población, que es por enriquecimiento ilícito. ¿Cuánto podría influir en esa causa, el procesamiento de Boudou por Ciccone? En una de las tantas intervenciones radiales del fiscal Jorge Di Lello, este admitió que “si se comprueba la apropiación” por parte de Boudou de la imprenta de hacer billetes, eso comprobaría el enriquecimiento ilícito.
Entonces, ¿es conveniente que Cristina espere un segundo procesamiento de Boudou para pedirle que se tome licencia y pagar un costo político por la demora en esa decisión? O ¿debe cortar por lo sano, ofreciendo un gesto a la sociedad?
Walter Schmidt
EL PAÍS
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