Sin retorno

Por Héctor Mauriño

A finales de octubre, cuando volvió de Estados Unidos, Sobisch reflotó el tema de las ternas para el Tribunal Superior de Justicia #y algunos días después su pariente y operador privilegiado, el diputado Osvaldo Ferreyra, opinó públicamente que las condiciones estaban dadas para aprobarlas. Claro que nadie podía imaginar por entonces que tanto optimismo guardaba relación con lo que se cocinaba en la penumbra para lograr una mayoría espuria en la Legislatura y clavar una pica -o mejor dicho tres- en el Poder Judicial.

Está bastante claro ahora que tanto la complacencia del gobernador en rescatar un asunto empantanado -a pesar de su notable empecinamiento-, así como cierto regodeo de Ferreyra al anunciar la inminencia del hecho, guardaban estricta relación con sus expectativas de sumar al diputado aliancista Jorge Taylor.

En los hechos, la denuncia hecha pública por este último el viernes da cuenta de que por las mismas fechas se sucedían los contactos y al asedio oficial para captar su voluntad con un generoso ofrecimiento económico sufragado con dineros públicos. Dicho en otras palabras, con una coima de 640.000 pesos, parte en un crédito del Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo (Iadep), parte en Lecop.

No es posible confirmar si, como sostuvo el ex fiscal Luis Moreno Ocampo, Taylor abrió con su denuncia un camino inédito en el país por cuanto «por primera vez un político rompió los códigos de su actividad». Pero es seguro que no se trató de un hecho común entre los políticos, los empresarios o los jueces argentinos, sino de todo lo contrario.

También está claro que con esa actitud el diputado neuquino, que ha prometido renunciar para sumarse al partido de López Murphy, quebró una nefasta tradición en una provincia gobernada desde hace 40 años por un partido hegemónico, cuyo gobernador actual ha dado claras muestras de que no se contenta con ese estado de cosas y persigue una concentración mayor aún del poder.

«Espero con muchísima fuerza y en función de mis convicciones que la ciudadanía se dé cuenta de que para cambiar la Argentina hay que modificar la forma de hacer política», sintetizó Taylor cuando se le preguntó por los motivos últimos de su denuncia.

En su carrera por asegurarse una mayor concentración del poder, Sobisch se ha propuesto desde el comienzo de su actual gestión avanzar sobre el Poder Legislativo, el Judicial y la prensa. Si no ha ido más lejos no ha sido porque no se empeñara, sino porque en varias oportunidades su estrategia se ha estrellado contra distintos grados de resistencia de la oposición política, de los magistrados y del periodismo independiente. Y también, porque frecuentemente ha tropezado con sus propios errores e inconsistencias.

La falta de alternancia y el ejercicio indefinido del poder que asegura un Estado rico en una provincia cada vez más pobre, producen una sensación de impunidad que termina por conspirar contra los propios beneficiarios de ese estado de cosas. Así, con un modelo como el local se puede abusar del clientelismo político, pero no se está a salvo de que la cosa estalle en algún momento, como ocurrió con el escándalo de los subsidios en Centenario.

Se puede repartir créditos a troche y moche entre los amigos con dineros públicos, pero no se puede evitar que en algún momento la cosa explote, como ocurrió cuando la Alianza y el PJ destaparon la olla de los créditos del Iadep y surgieron los nombres de ex funcionarios e incondicionales del poder.

Se puede intentar silenciar a la Legislatura apelando al mecanismo de restar presencia combinado con la prédica descalificatoria contra los diputados. Y cuando eso no alcanza, tratar de comprar voluntades. Allí están los casos de Dayloff, Basso, Piombo, Aravena, Berbel, Asaad, Macchi… Pero más tarde o más temprano puede aparecer un Taylor.

Ahora que el escándalo está en la calle, y el silencio se apoderó de los habitualmente locuaces operadores oficiales, sería bueno que la limpieza llegue hasta el hueso.

Mañana Taylor, con el asesoramiento del estudio Moreno Ocampo-Wortman Jofré, presentará la denuncia penal por este presunto intento de cohecho agravado por la condición de funcionario público de Ferreyra y aportará las cintas grabadas con cámara oculta de tres conversaciones altamente incriminatorias. Difícilmente pueda volver de esto el operador oficial.

Como lo han planteado los diputados de la oposición, lo visto hasta acá alcanza y sobra para que Ferreyra sea destituido. Pero será menester que la Justicia no se contente con las apariencias. No sólo por los videos de Taylor, también porque es ostensible el verticalismo del gobierno actual, resulta poco creíble que el gobernador no estuviera al tanto del delito que se intentaba cometer.

La Justicia tiene el deber de ir hasta las últimas consecuencias obrando como autodefensa de la sociedad. De confirmarse las denuncias de Taylor, se intentaba asegurar el avance del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo y el Judicial. Torciendo la voluntad del primero para someter al segundo, colocando en su cúspide a incondicionales del partido gobernante.

También los ternados -Angiorama, Silva, Mesa, Temi, etcétera- tienen la oportunidad de demostrar que se niegan a seguir en entredicho público renunciando a su postulación. Sorprende que todavía no lo hayan hecho.

Héctor Mauriño

vasco@rionegro.com.ar


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios