Sin suerte para la posterioridad
Es uno de los planteos del historiador, periodista y abogado tucumano Carlos Páez de la Torre, quien acaba de publicar una extensa biografía sobre Nicolás Avellaneda.
BUENOS AIRES (DyN) – Nicolás Avellaneda generalmente es citado para recordar que prometió pagar la deuda externa con el hambre y la sed de los argentinos. Sin embargo fue el ministro de Educación de Sarmiento y el presidente que extendió el país con la conquista del desierto y los ferrocarriles.
También fue el único presidente del siglo XIX que no sabía manejar una pistola, detalle que elogió Sarmiento, en tiempos en que todavía el fusil y el caudillismo solían generar una mezcla política explosiva. Otro dato significativo es que fue el único presidente argentino que al finalizar su mandato fue elegido rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires, redactando el estatuto marco de la autonomía universitaria, vigente hasta la actualidad.
Avellaneda «no ha tenido suerte con la posteridad» y ha sido virtualmente «olvidado en el imaginario histórico argentino», señala Carlos Páez de la Torre, historiador, periodista y abogado tucumano, quien acaba de publicar una profusa biografía sobre su coterráneo.
En su libro, De la Torre también resalta que aún siendo hijo de un político degollado durante las guerras civiles (Marco Avellaneda), siempre apeló a la concordia y trató de evitar el derramamiento de sangre entre los argentinos. No lo consiguió durante la sublevación del gobernador bonaerense Carlos Tejedor, que dejó un saldo de 2.500 muertos. Pero «hasta último momento intentó evitar ese enfrentamiento», destaca el escritor tucumano.
Quizás una explicación de por qué la presidencia de Avellaneda no fue valorada por la posteridad en su justa medida ha sido que «le tocó gobernar entre dos presidencias muy fuertes, como fueron las de Sarmiento y Roca». Su condición de provinciano «petiso y enfermo» -precisa el autor- tampoco lo ayudó en su tiempo ni en la revisión de sus sucesores.
«Cuando Sarmiento lanza sus programas de educación pública, Avellaneda era su ministro de Educación. Y cuando Roca inicia la Campaña del Desierto, él era el presidente de la Nación. Durante su mandato solucionó la cuestión de la Capital Federal, debió gobernar durante una crisis económica sin precedentes y sin partido porque Alsina, que le había dado su aparato partidario, muere durante su gestión. Y supo ponerse firme enviando a la Armada a Santa Cruz, cuando los chilenos intentaban expandirse en el Atlántico Sur», explicó Carlos Páez de la Torre. Por eso, Páez de la Torre considera que «es injusto el olvido en el que cayó Avellaneda, quien extendió los ferrocarriles y prosiguió con la obra pública aún con la crisis».
Precisamente, un tema tal actual como la deuda externa -junto con las amenazas de los acreedores británicos- lo llevaron en su tiempo a pronunciar en 1875 ante el Congreso Nacional la promesa de que la Argentina honraría sus compromisos internacionales, de cualquier manera.
«Los tenedores de bonos argentinos deben, a la verdad, reposar tranquilos. Porque la República puede estar dividida hondamente en partidos internos; pero no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera, ante los pueblos extraños. Hay dos millones de argentinos que economizarían hasta sobre su hambre y sed para responder, en una situación extrema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros», fue el exto de aquel polémico mensaje.
BUENOS AIRES (DyN) - Nicolás Avellaneda generalmente es citado para recordar que prometió pagar la deuda externa con el hambre y la sed de los argentinos. Sin embargo fue el ministro de Educación de Sarmiento y el presidente que extendió el país con la conquista del desierto y los ferrocarriles.
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