Sobisch y las Fuerzas Armadas
por Jorge Gadano
El gobernador del Neuquén, Jorge Sobisch, es hasta hoy el único dirigente político argentino que ha formalizado su candidatura a la presidencia de la Nación. En esa condición ha iniciado una que podría denominarse «precampaña» -financiada con dinero de origen desconocido- en la que se mezclan actividades oficiales con otras proselitistas.
Es así como, en su condición de gobernador, Sobisch se ha valido de algunos actos provinciales para dar su opinión sobre asuntos nacionales. Uno de tales asuntos es el papel de las Fuerzas Armadas en la seguridad interior.
Después de que, durante las dos últimas dictaduras -la primera de ellas, de la llamada «Revolución Argentina», con participación del MPN-, los militares se convirtieron en custodios de la seguridad nacional (con los resultados conocidos), durante el gobierno de Raúl Alfonsín se sancionó la ley 23.544, de Defensa Nacional. El artículo 2º de esa ley estableció que «la Defensa Nacional es la integración y acción coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas, en forma disuasiva o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo».
El teniente general Juan Carlos Mugnolo citaba esa norma cuando, siendo jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, hablaba en tándem con el entonces jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, de las «nuevas amenazas» que aquella ley no habría contemplado.
Esas «nuevas amenazas» son el narcotráfico y el terrorismo, y la participación de los militares en la lucha para enfrentarlas se sostiene sobre -teorizaba Mugnolo- «la interrelación jerárquico-funcional que existe entre seguridad y defensa».
Antes que Mugnolo, en diciembre de 1995, quien era a la sazón secretario general del Ejército, Ernesto Bossi, decía en este diario que «el narcotráfico y el terrorismo constituyen dos amenazas de creciente y preocupante evolución, que afectan con distinta intensidad a la seguridad de los estados-Nación. En muchos casos -agregaba- estos dos fenómenos reunidos pueden generar verdaderos procesos de feudalización de los espacios nacionales, disputando a los gobiernos el control de vastas zonas del territorio». Habría que emprender, por lo tanto, antes de que sea tarde, una «guerra preventiva» contra tales amenazas.
Sobisch coincide y no sólo eso. También amplía el campo de las amenazas. El 29 de julio pasado, en un acto realizado en Las Lajas para conmemorar el 67º aniversario de la Gendarmería Nacional, dijo que ya «no tenemos hipótesis de conflicto con los países vecinos, pero sí tenemos que enfrentar desafíos y a las fuerzas hay que prepararlas para esos nuevos desafíos». Y enumeró: «El narcotráfico, el terrorismo, el robo cada vez más organizado, la delincuencia cada vez más organizada, y para eso tenemos que rediseñar Fuerzas Armadas, fuerzas de seguridad que estén al servicio de estos nuevos peligros (quiso decir «de la lucha contra» estos…) que acechan a la humanidad toda, y naturalmente acechan al pueblo argentino».
En ese mismo discurso el gobernador y candidato a presidente invocó su condición de hijo de un militar para decir que toda vez que estrechaba la mano de un uniformado sentía «el respaldo de que hay gente que se está preparando para defender los intereses sagrados de la patria empuñando las armas que nos da la constitución y la ley y, naturalmente, ser y sentirse orgulloso de ser las Fuerzas Armadas y de seguridad de la democracia».
Volvió sobre el tema el miércoles pasado, en el Salón de Acuerdos de la Casa de Gobierno, al hablar en un acto realizado para formalizar la cesión de unas tierras a la Prefectura.
Esta vez resaltó la necesidad de reivindicar a los militares, «para que nuestros hijos vean y aprendan que estar al amparo de la bandera nacional no es un tema menor, es lo más importante, como lo es cantar el himno con fortaleza».
Sobisch, que apenas se refirió a la Prefectura, afirmó que las Fuerzas Armadas «tienen un rol que cumplir en la sociedad», que es «de prevención», y explicó que «cuando deben actuar con el acompañamiento de la Constitución y la ley (los militares) no son represores, sino hombres que están defendiendo los intereses de los argentinos».
«Debemos dejar de buscar culpables y construir soluciones», predicó el mandatario, que había criticado «un discurso que tiende al debilitamiento de la Justicia, de los cuerpos colegiados de las Fuerzas Armadas y, en todo caso, de la política». En contraste, se manifestó a favor de otro discurso, «que tenga que ver con la pacificación, la solidaridad, el respeto a las instituciones de la República y la construcción de un país que haremos entre todos». A su juicio, Neuquén «sueña y visualiza que las Fuerzas Armadas, las de Seguridad… conformen un país integrado, equilibrado, donde cada uno tenga oportunidad de llevar adelante la tarea para la cual la Nación le delegó responsabilidades».
El gobernador del Neuquén, Jorge Sobisch, es hasta hoy el único dirigente político argentino que ha formalizado su candidatura a la presidencia de la Nación. En esa condición ha iniciado una que podría denominarse "precampaña" -financiada con dinero de origen desconocido- en la que se mezclan actividades oficiales con otras proselitistas.
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