Sobran las carencias para los afiliados al PAMI

El plus médico es el mayor perjuicio que soportan.En algunos casos si no lo pagan no los atienden.

Los jubilados afiliados al PAMI afrontan por estos días una infinidad de inconvenientes que van desde el pago del impiadoso plus médico a los permanentes cortes, por ejemplo, en el servicio óptico, o al temido recorte en las bolsas de alimentos que reciben mensualmente. En este marco se debaten para conseguir prestaciones de una obra social que sin dudas está en serios inconvenientes y que cada vez puede responder menos.

Y no es humor negro. Los pasivos sostienen que paradójicamente en medio de esta crisis el servicio de sepelios sí funciona, aunque desde el PAMI extraoficialmente admiten carencias, pero explican que las cosas caminan mejor de lo que dicen los afiliados.

Ocurre que cuando alguien intenta imaginar cómo hace un jubilado que gana doscientos pesos o menos para llegar a fin de mes, es casi imposible hacerlo con cifras razonables.

Los jubilados reciben una «ayuda» extra. Un bolsón de comida que cuesta entre 20 y 25 pesos, ración que en muchos casos es el único ingreso para el mes y el que en otros no alcanza ni siquiera para llegar a los 15 días. Es cierto, ayuda, pero es poco cuando se habla de semejantes carencias. (Ver aparte)

Tratando de conformar un mapa de lo que funciona y lo que no, la realidad muestra la cara más dura con los jubilados y a cada paso que dan por cuestiones de salud tienen que pagar. En muchos casos si no pagan no los atienden, aunque después todos los médicos lo nieguen. Claro, hay excepciones, pero sobran los dedos de la mano para contarlos.

Cuando van al PAMI les piden el nombre y apellido del médico que les cobró el plus y algún comprobante. Y aquí no hay mucho por hacer aunque esté vigente el régimen de sanciones porque el organismo no puede castigar sólo con un testimonio, casi en abstracto.

El otro aspecto a tener en cuenta es que al estar el sistema capitado, Sirsa es la que trata con los profesionales y es justamente quien define si sanciona o no a algún médico.

La primera exigencia pocos jubilados se animan a cumplirla porque temen que después no los atiendan. La segunda: está probado que los médicos que cobran plus no entregan recibos. Si la DGI confesó que ese tipo de conducta es casi imposible de probar, imagine cuánto le costará a un jubilado obtener un comprobante del dinero que le piden extra por problemas con su obra social, pero que cuando se regulariza jamás se lo devuelven.

Los jubilados no saben del desfinanciamiento de la obra social ni del despilfarro que soportó la institución a lo largo de los años, pero sienten sus efectos.

No es un problema del PAMI en Río Negro, es del país entero donde los reclamos se multiplican por millones y los casos puntuales se repiten como un calco.

Pero, discursos mediante y culpas atribuidas de unos a otros, el panorama es básicamente el mismo.

El cuadro por el que a diario pasan los afiliados es, detalles más o detalles menos, el siguiente:

• Plus. Lo cobran la gran mayoría de los profesionales. Aquí entran los de primer (médico de cabecera), segundo (especialistas) y tercer nivel (alta complejidad). Los de segundo son, según los mismos jubilados, los más implacables a la hora de cobrar y en algunos casos llegaron a los 30 pesos por paciente. En este sector hay algunos ejemplos que bien podrían dar para distintas interpretaciones.

Un jubilado le dijo a este diario que cuando pidió turno y le dijeron lo del plus y respondió que no podía pagarlo, entonces le dieron uno para dos meses después.

• Los odontólogos. Tienen cupos para atender, pero una vez cumplimentado el número deben esperar hasta el mes siguiente cuando otra vez haya cupo. También allí hay que pagar plus. Claro está que si un dolor de muelas no puede esperar habrá que pagar para una atención más inmediata.

• Las farmacias en estos momentos no tienen cortado el servicio, aunque son conocidos los inconvenientes por los que atravesaron .

• Hay un anunciado recorte en el subsidio a la atención domiciliaria y otros similares, que tienden a asistir a los jubilados y de ese modo evitar mayores erogaciones.

• El aspecto recreativo casi no existe. Si hay viajes los pagan los mismos jubilados y los «extras» que antes existían ahora ni se mencionan.

• Los reintegros demoran una enormidad, casi el tiempo que le lleva a la obra social entregar sillas de rueda, bastones o prótesis.

Libre elección, no tan libre según los jubilados

Está claro que en PAMI la situación es complicada. Y en tren de quejas, los jubilados suman sus voces contra la gerenciadora Sirsa, quien les pone a disposición un listado de profesionales entre los que deben elegir el médico de cabecera.

Ocurre que varios médicos tienen muchísimos adherentes, a tal punto que algunos consideran que un profesional no puede tener a tantos pasivos como los que tiene en su lista y lógicamente, al ser el sistema capitado, cobra por todos los atienda o no los atienda.

Del otro lado están los médicos que no alcanzan el piso de adherentes y que por lo tanto no pueden estar entre los prestadores. El límite mínimo es de 100 pasivos adherentes.

Sin embargo, no son pocos los jubilados que sostienen que en los listados hay profesionales incluidos que no alcanzaron el mínimo o superaron el máximo.

Con esto dicen que en realidad no hay verdadera libre elección porque si un jubilado elige alguien que no alcanza el piso, deberá optar por otro que sí tiene ese número.

Los pasivos que no elijan serán distribuidos entre los distintos doctores.

Actualmente hay 17 médicos en la provincia de Río Negro que atienden a 6.000 jubilados, aunque hay un gran porcentaje que no todavía no eligió.

Las carencias de los jubilados, no se terminan en odontólogos u oculistas. Alcanzan también a otros aspectos que tal vez implican menos dinero, pero que son igualmente perjudiciales.

Por ejemplo, según detallan los mismos jubilados, los reintegros demoran hasta seis meses o más, el subsidio al servicio de pedicuría se redujo en un 25 por ciento y el de enfermería en un 37 por ciento.

Los servicios recreativos están cortados y comprenden los talleres que se dictan a los pasivos, porque todo este rubro hace rato que se quedó sólo con lo básico.

Pero no terminan aquí los lamentos. Las prótesis demoran muchísimo tiempo y las sillas de rueda tardan una enormidad. Si hay alguna lesión o tratamiento que obliga a utilizar silla de rueda, no queda otro remedio que esperar. Los bastones escasean al igual que las camas ortopédicas.

Un bolsón de 24 pesos imposible de bajar

El bolsón de alimentos para los jubilados tiene vital importancia para una amplia franja de los pasivos que ganan doscientos pesos o menos por mes. Por ese bolsón pasa buena parte de la alimentación mensual de un beneficiario y cuando no la reciben están en verdaderos problemas.

Actualmente Río Negro paga por cada bolsón de alimentos 24 pesos, aunque los rumores indican que no será por mucho tiempo más y que deberán ajustarse el cinturón y armar la misma bolsa con 21 pesos. Desde la obra social, en cambio, sostienen que eso no va a ocurrir y que se mantendrá el valor actual.

Sin embargo, en los centros de jubilados, que son quienes arman el bolsón, hacen las compras y lo distribuyen, saben que no podrán hacer magia y que ya les cuesta muchísimo armarlo con 24 pesos.

Admiten que no habrá mucho por negociar con los mayoristas para obtener la misma calidad a un menor valor. La otra es resignar algo de lo que contiene actualmente ese bolsón, aunque es lo que se quiere evitar.

Unos 9.600 jubilados rionegrinos reciben por estos días 2 kilos de harina, 2 de azúcar, 1 de yerba, 2 paquetes de fideos, 1 avena arrollada, 1 kilo de queso cuartirolo, 1 kilo de arroz, un aceite de girasol, 1 kilo de leche en polvo, 1 de harina de maíz, una caja de té por 25 saquitos, 2 latas de tomates, 1 bolsa de lentejas, 1 lata de caballa y 1 mermelada. Para los bolsones de la Línea Sur se agrega a lo anterior 1 levadura, medio kilo de mortadela, 1 kilo de grasa vacuna y 10 kilos de harina.

En el último mes quedaron afuera de este beneficio los no contributivos, es decir aquellos que tenían PAMI pero que no habían aportado y pasaron a depender de Desarrollo Social. La medida no cayó bien en mucha gente, aunque en rigor de verdad, la obra social es para los que aportan, lo cual no significa dejar al resto a la deriva, sino que los fondos salgan de otro lado.

Con este recorte la obra social se ahorra por mes entre 8 y 10 mil pesos.


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