Carpas, las «chicas malas del río Negro»

Estos peces invaden cada vez más el río Negro y ya abundan en el Alto Valle. Se están convirtiendo en una amenaza para pejerreyes, percas y truchas arco iris. Desplazan a las demás especies por su modo de alimentación. Además son prolíficas y longevas.

Chapotean orondas por el río Negro y hacen cuanto pueden por desplazar a sus habitantes originarios. Los pescadores las detestan.

Son las carpas, que invaden territorios cada vez más vastos (reinaban en Valle Medio pero ya abundan en el Alto Valle) y comienzan a ser consideradas una amenaza al ecosistema.

La lucha es desigual. Las carpas enfrentan a pejerreyes, percas y truchas arco iris y les pueden ganar si no se les pone coto. Imaginémonos que una trucha puede poner hasta 4.000 huevos. ¡Y una carpa hasta 100.000 y más también! Por si fuera poco, además de prolífica es longeva: tiene un promedio de vida superior a los 12 años de la trucha.

Y tiene la perversa particularidad de comer del fondo del lecho y desarraigar las plantas acuáticas, como las macrofitas, donde depositan sus huevos la perca y el pejerrey. De modo que la planta termina arrastrada por la corriente y los huevos se pierden. Y si no se pierden, se los come la carpa, especialmente los de los salmónidos.

¿Cómo es que estamos hablando de la carpa cuando los reyes del río eran apenas tres especies?

Ocurre que, algunas décadas atrás, las carpas fueron diezmando truchas y pejerreyes del río Colorado (especies que casi ni se ven hoy). Luego se presume que la mano del hombre las introdujo en el río Negro a la altura del Valle Medio. Ahora pululan por el Alto Valle.

Se multiplican los denuestos contra este pez: es incomible (acá, por lo menos por la cantidad de espinas y su «gusto a barro» por su hábito de merodear las orillas. En países asiáticos se sirve en infinidad de platos). Además, los pescadores ni siquiera lo quieren exhibir como trofeo.

Demandamos el auxilio de alguien que sabe bastante sobre la fauna ictícola de estos lares: Buby Debiec. Es técnico acuicultor y delegado en la Zona Andina de la Dirección de Pesca de Río Negro. Integra un equipo que desde hace un año efectúa un estudio de los ríos Negro y Colorado, junto con la consultora Hábitat. Tal investigación pretende profundizar acerca de la factibilidad del desarrollo de la acuicultura y la pesca deportiva en todo el curso del río Negro, desde Cipolletti hasta Viedma y también del Colorado.

Veamos qué pudimos aprender sobre esta «chica mala» del río.

» La carpa (cyprinus carpio) es originaria de Oriente, incluso allí se cultiva y sirve como alimento humano. Pero en Argentina el sabor de su carne directamente desagrada.

La especie fue introducida como alimento en los países asiáticos y como ornamento de estanques en casi todo el mundo. Y hoy es el pez de cultivo de agua dulce más importante en cuanto a volúmenes de producción.

» ¿Y cómo apareció por la Patagonia, tratándose de un pez propio del hemisferio norte? Fue introducido accidentalmente (aún no se sabe cómo exactamente). Se cree que fue por un desborde extraordinario del río Salado, que las trajo al Colorado, al verter las lagunas en el cauce seco. Agregamos nosotros que rumores entre los pescadores señalan que al río Negro fueron introducidas adrede para limpiar los canales en el Valle Medio. Pero nada hay comprobado.

» Su régimen alimentario es omnívoro (que se alimenta de toda clase de sustancias orgánicas, tanto animales como vegetales) y realiza una acción de remoción de fondos continua, lo que provoca un impacto severo donde ha sido introducida. Como toda especie implantada, produce variaciones en el medio ambiente. «La carpa tiene hábitos

ventónicos, come de abajo, del fondo; es succionadora», nos dice Debiec. Así es como desarraiga las plantas acuáticas como las macrofitas donde depositan los huevos la perca y el pejerrey. En una palabra, estropea las residencias útiles de los seres naturales del río.

» En el reglamento de pesca para la región se especifica que «dada su capacidad para sobrevivir en aguas con muy pobres niveles de oxígeno, es posible encontrar la carpa en aguas donde esas condiciones impiden a otros peces su sobrevivencia. Por esta razón en la Patagonia se alienta su pesca (incluso con carnada) sin límite de acopio y en cualquier época del año». El problema es que -salvo los neófitos- nadie quiere pescarla.

» Cuando Debiec nos ilustraba sobre esta especie capaz de poner hasta 100.000 huevos, agregaba: «Las condiciones ideales para el desove de la carpa son aguas con temperaturas que van desde los 28 a los 30° C; pero puede hacerlo con temperaturas superiores hacia 18°». En el caso del Negro, si bien las temperaturas no son las óptimas, están dentro del rango en que pueden prosperar. En realidad, el lugar propicio son las lagunas, sitios de poca corriente, donde las aguas son más cálidas y especialmente,

los canales de riego. No obstante, no es motivo de preocupación el hecho de que pudiera prosperar hasta la zona andina o aguas arriba del río Limay, donde los alevinos de carpa no sobrevivían con temperaturas de 14° o inferiores.

» ¿Cómo puede controlarse? Podría hacerse introduciendo algún controlador biológico, es decir «alguien que se coma a…», propone Debiec. En la Dirección de Pesca de Río Negro -por medio del programa de Reconversión de Pesca Deportiva-, junto al DPA, «desde hace unos años estamos haciendo siembra de alevinos de trucha en distintas zonas del río Negro. Y como la trucha es ictiófaga (es decir, deglute peces) puede comerse los alevinos de carpa. Esta puede ser una forma de manejarlo. Permitiría, por otra parte, que la trucha arco iris prospere en el río Negro porque encontraría suficiente comida».

«De todas maneras -advierte- aquí jugamos con la temperatura del río Negro en la zona del Alto Valle, donde se asienta bien la trucha arco iris. Aguas abajo (Valle Medio o Inferior) no ocurre lo mismo, donde la temperatura del agua está en el límite admisible para que prosperen los salmónidos. Tampoco pueden hacerlo en los canales de riego, donde la temperatura llega a 26°. En tales condiciones, la carpa no tendría a la trucha como controlador biológico».

» Pero no todo es tan malo. «Consultados expertos regionales y del DPA, nos decían que la carpa ha traído beneficios en algunos casos, porque han visto disminuir la maleza en los canales, mejorando el escurrimiento del agua. He escuchado gente que ha dicho esto y por ese lado tenemos una ventaja…». Concluye con u dato para el aliento: «En África existe una subespecie de carpa que es netamente herbívora y es utilizada para mantener los canales despejados de la vegetación acuática.»

 

Un vivo bárbaro

 

A la carpa la llaman también «el salmón con cerebro». Así la definían dos famosos pescadores ingleses mientras presentaban un documental televisivo sobre la pesca de esta especie. Se referían a lo difícil de engañarla con el señuelo.

En el río Negro se las puede observar a simple vista, bien chapoteando en los brazos con aguas quietas o comiendo en los bordes que separan el agua rápida de la corredera con la contracorriente que se forma a la orilla.

Cuando están en el fondo del lecho del río producen unas burbujas que las delatan al explotar en la superficie. Cuando nadan arriba lo hacen con su gran aleta dorsal fuera del agua, dejando una inconfundible estela. Y cuando comen en superficie se elevan con todo el cuerpo fuera del agua.

Los que tienen experiencia en pescarlas con mosca, aconsejan usar ninfas pequeñas pesadas con línea de flote. Es cuestión de probar, pero aseguran que cuando toman el anzuelo corren rápido y presentan una buena pelea. A probar suerte, entonces.


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