Cómo se vive el aborto desde la perspectiva de un varón

Pasaron 33 años y muchas mujeres siguen atravesando situaciones tan riesgosas como las que vivió la chica que protagonizó esta historia.

Muchos de los que son amigos míos conocen la historia completa del aborto clandestino que se practicó una chica con la que salía, y que pudo haber terminado muy mal si no hubiera sido que tuvimos suerte.

En 1985 vivía en Buenos Aires y tenía 18 años recién cumplidos. Con R. nos veíamos de vez en cuando pero con regularidad. Nos gustábamos y eso bastaba. La pasaba a buscar por su trabajo y nos íbamos al telo. Los fines de semana salíamos con mis amigos. La pasábamos bien.

Dejé de verla por unas semanas, y cuando volví a visitarla a su departamento de la calle Malabia bajó y me dijo: “Estoy embarazada”. Y me mostró el análisis gravindex que decía positivo. “¿De quién?”, pregunté. “De vos, no me acosté con nadie más”.

Del sida no sabíamos nada, nos cuidábamos para que no hubiera embarazos no deseados, pero no siempre con preservativos, y con una eficacia, está visto, que dejaba mucho que desear.

R. dijo de inmediato que su intención era abortar. Eso me dio una enorme tranquilidad, aunque no tenía un mango para encarar semejante gasto. Visitamos dos médicos, uno de ellos en Recoleta, con un consultorio muy bien puesto, que nos cobraban carísimo. Ya medio desesperados, en un bar de Santa Fe y Scalabrini Ortiz, nos cruzamos con un viejo compañero de la primaria y su novia, con los que me confesé, sospecho que porque estaba abatido. Ellos se fueron, se ve que lo pensaron y volvieron al bar para contarme que ellos venían de atravesar una situación similar. Y me dieron las coordenadas de una mujer maravillosa, Tía Mary, que vivía en Villa Urquiza. La llamé, me convocó a su casa y ahí fuimos. La acostó a R. en una camilla, le hizo un tacto y le dijo con exactitud de cuánto tiempo estaba embarazada. Dijo la cifra de sus honorarios y nos fuimos.

No tenía un mango y decidí recurrir a un tío, que me prestó el dinero. Ni mi madre ni la madre de R. supieron de este asunto.

Tía Mary nos pasó a buscar a R., a una amiga de ella y a mí un mediodía de calor por Scalabrini Ortiz y Santa Fe con su Taunus cupé rojo porque no teníamos ni plata para el colectivo. Nos llevó a un sitio que no recuerdo ni un poquito dónde era, nos dejó a la amiga y a mí en un bar y se la llevó a R. hacia vaya a saber dónde. Las dos regresaron una hora después acompañadas de Mabel, que entiendo era médica. R. estaba bien, medio boleada, pero bien.

Nos llevaron de regreso a Palermo y todos contentos. ¿Todos contentos? Sólo unas horas, porque al día siguiente R. volaba de fiebre. Cuando llegué a su departamento, estaba también allí el exnovio de R., que obviamente no sabía nada. La madre de R. llamó a un médico, incapaz de encontrar la causa de la fiebre alta sin un análisis clínico, que enseguida prescribió.

Fue entonces que tomé la decisión de llamar a Tía Mary. Llegó rauda al mismo bar de Scalabrini Ortiz y Santa Fe donde ahora hay una pizzería, junto a Mabel. Inventamos una trama: Mabel era una médica amiga de mi madre que me conocía de chiquito. La mamá de R. aceptó que la revisara, Mabel detectó vaya a saber qué complicación, recetó el antibiótico exacto y R. se recuperó en menos de 24 horas.

R. podría haber muerto (eso lo sé ahora con una certeza escalofriante). En ese entonces, pensaba que podríamos haber terminado presos. Éramos muy chicos y estábamos muy solos, a pesar de la banca de muchos amigos.

Cuando volvimos Mabel y yo esa noche al bar, Tía Mary me invitó un whisky y me dijo que me había hecho hombre y que no quería verme nunca más.

Como tenemos amigos en común con R., sé que después tuvo los embarazos que deseó y los hijos que quiso. Y yo tengo a mi deseada Pau. Me basta haber leído por ahí que R. dice que me porté bien con ella. Me alegro.

El miércoles 13 se tratará en Diputados el proyecto que permite la interrupción voluntaria del embarazo.

“Ella podría haber muerto [lo sé ahora con escalofriante certeza]. En ese entonces pensamos que podríamos haber terminado presos”.

Del relato del protagonista de esta historia.

En números

Datos

El miércoles 13 se tratará en Diputados el proyecto que permite la interrupción voluntaria del embarazo.
“Ella podría haber muerto [lo sé ahora con escalofriante certeza]. En ese entonces pensamos que podríamos haber terminado presos”.
100
mujeres por mes, en promedio, se realizaron un aborto en la región en el 2017, con o sin la ayuda del Estado.
46
mujeres murieron en el país por abortos clandestinos en el 2017, según datos de Nación.
14
el número de semanas de gestación fijadas como límite en el proyecto que debatirá Diputados para un aborto “seguro, legal y gratuito”.

Temas

Aborto

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios