Conócelo, este artista pinta a Maradona como ninguno

El viedmense Santiago Spigarol se hizo conocido, entre otras cosas, por sus murales del 10. En su ciudad natal habló de educación y proyectos, mientras se divertía con el arte playero.

San Spiga podría ser el nombre de un santo, pero no, es la síntesis de Santiago Spigariol, el creativo viedmense que hizo de su trabajo con la imagen, su mejor milagro. Es diseñador gráfico, docente, investigador, artista urbano y hoy pasa sus vacaciones en la costa atlántica rionegrina. Mientras pesca lenguados en El Cóndor recuerda los caminos recorridos.

Por estos días, las reuniones y los campamentos familiares le devoran su agenda pero San Spiga (37) se tomó un tiempo para recibir a “Río Negro” y hacer un repaso de su vida. Lo primero que llega a la memoria, son sus épocas de adolescente, cuando jugaba al básquet en el club Sol de Mayo. “Por suerte me di cuenta que me iría mejor en el arte, pero me sigue gustando…”, admite.

Algunos escucharon hablar de San Spiga cuando salió realizar murales con la imagen de Diego Maradona en diferentes ciudades y barrios del mundo. En mayo del año pasado, fue noticia cuando llegó a las calles de Nápoles a celebrar los 30 años del primer ‘Scudetto’ y empapeló la ciudad con fotos icónicas del 10.

Otros, escucharon hablar de él cuando bajo la consigna “se hace, se aprende”, hizo protagonistas a sus alumnos en sus clases de diseño y lo compararon con Merlí, el famoso docente de una serie española. En 2015 comenzó como Docente Investigador de la UBA a desarrollar “Learning by doing/Se hace se aprende” una investigación académica sobre la enseñanza del Diseño Gráfico.

Emprendió una serie de viajes por Latinoamérica, Europa y Africa, recorriendo prestigiosas Universidades -Bauhaus, Central Saint Martins, Rietveld Academy, entre otras – entrevistando docentes y referentes del diseño contemporáneo a nivel mundial. Luego hizo un documental con “Se hace, se aprende”, estrenado al año siguiente en Mar del Plata.

Respecto de las sensaciones que causan sus clases, murales y las repercusiones que consigue, señaló que “las alegrías son más grandes cuando son compartidas. Por ejemplo, voy a exponer a una galería y te puede caer bien o mal la crítica de arte o los elogios quedan un poco cerrados a cinco minutos, y me completa mucho más cuando la puedo compartir con mi gente”.

Sobre si se considera el Patch Adams (el primer “payamédico) de la enseñanza, San Spiga prefiere no ponerse como el protagonista de la película. “Antes que hacer divertida las clases, prefiero hacer protagonista al alumno, y en las pruebas hay que ponerse serio aunque la figura de los payasos me cae simpática”, dijo.

Y San Spiga, se vuelve a poner serio, pero esta vez de preocupación. “Estuvimos hablando en familia que la educación actual nos duele”, dice y hace un descanso de su descanso para volver a una preocupación constante.

Apunta en ese sentido que “estudiar y enseñar en Argentina es muy cuesta arriba. Pedir innovación a la educación argentina, nos encantaría yo lo pude hacer en pequeños espacios pero llevarlo a un plan nacional cuando estamos cerrando secundarios (en CABA) es un desastre total”.

Aun así, su planteo de fondo es “enseñar y estudiar con más ganas pensando en el otro. Lo más lindo que eso me deja, es algún alumno que viene a decirme: ‘yo en tu clase me sentí protagonista’”, dice y agrega “cuando voy a las provincias se abren las cabezas con cosas nuevas, trato de dar el aire fresco que necesitan, y cuando voy al exterior veo que las comparaciones nos dejan bien parados”, observa.

San Spiga pone como ejemplo que “cuando estuve en la universidad pública de Barcelona abrían los ojos de los trabajos masivos en murales por la calidad que tienen, por la famosa pasión que le ponemos los argentinos, y hablamos del compromiso en la educación pública, y casi como que nos envidian”.

Tiene sueños personales y asignaturas pendientes. Ir al estadio Azteca a México y a Villa Fiorito para pintar la Mano de Dios, son algunos de ellos, pero también tiene pendientes en su ciudad natal.

“Me gustaría agarrar los barrios (Fonavi) de Viedma, y hacer una intervención para cambiarles el color, hacer más sustentables los diseños, y a los vecinos les vendría bárbaro”, cuenta. Y antes de despedirse agrega que este será un año en el que estará dando talleres de arte urbano para niñxs en distintas ciudades del mundo.

“Lo de vecino destacado se lo dedicó a mamá y papá…”

Santiago Spigarol terminó el año pasado con un posteo en sus redes sociales: “Este nombramiento de ‘vecino destacado’ de Viedma se lo dedico a mi mamá, mi papá, y a todos los que me conocen ”, escribió. De inmediato, sus vecinos, los amigos de la infancia, mostraron el orgullo por el pibe que se hizo grande en todos los sentidos. “Tamo juntando bronce para hacer el busto en La Boca”, “avisa y te esperamos en el aeropuerto con pancartas y la murga”, le decían en Face y él respondía con un gif de Maradona bailando y los invitaba “a tirar la red que los lenguados acechan”.

Fue declarado “vecino destacado” en el marco de “Una conferencia, un viaje audiovisual por aulas y barrios alrededor del mundo” en el Concejo Deliberante, destinada a estudiantes y docentes de carreras afines a la comunicación y al arte, “espíritus inquietos” y público en general.

Se hace, se aprende, es un proyecto de investigación que contagia la idea de que no hay nada mejor que embarrarse para hacerse bueno.

El Merlí argentino: un docente poco ortodoxo

A Santiago Spigariol un diario nacional lo catalogó como “el Merlí que revolucionó las clases de diseño en la UBA”. Es que, apasionado por la educación, enseña y aprende a partir de dos premisas transformadoras: hacer con pasión y hacer con los otros.

En la Universidad de Buenos Aires da clases de Diseño desde 2004. Es un docente poco ortodoxo que en mayo pasado, por encargo de Netflix, hizo un libro objeto sobre la serie con la que todos lo comparan.

El “Manual para peripatéticos”, cuenta con 50 páginas y recrea un resumen de los tópicos tratados a lo largo de tres temporadas. Para realizarlo armó un equipo de 10 personas entre docentes, alumnos y exalumnos de la FADU y el resultado fue perfecto para los de Netflix que lo contrataron.

“Estudiar y enseñar en Argentina es muy cuesta arriba. Pedir innovación cuando estamos cerrando secundarios es un desastre total”.

Santiago Spigarol,

profesor de la UBA

Concibe el diseño como un arte que puede valerse de la iconografía popular para despertar conciencias cívicas dentro y fuera del aula.

Datos

Se hace, se aprende, es un proyecto de investigación que contagia la idea de que no hay nada mejor que embarrarse para hacerse bueno.
“Estudiar y enseñar en Argentina es muy cuesta arriba. Pedir innovación cuando estamos cerrando secundarios es un desastre total”.
Concibe el diseño como un arte que puede valerse de la iconografía popular para despertar conciencias cívicas dentro y fuera del aula.

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