Devolvió una bolsa con 230 mil pesos y no quiso aceptar una recompensa

“No me gané ese dinero”, argumentó y explicó porque rechazó la suma de dinero que le quiso entregar la persona que olvidó el dinero en la vía pública. Ocurrió frente al municipio de Plottier.

Gentileza

Hace unos pocos días, Emilio, un hombre de El Chocón que vive en Plottier, encontró una bolsa en la que habían cuatro papas, tres cebollas, zapallitos y 230 mil pesos envueltos en un film. Sin pensarlo devolvió el dinero, que pertenecía a un zapalino que estaba por comprar un vehículo. “Nunca dudé de la persona que tengo al lado mío”, le dijo su pareja al enterarse de lo que había hecho. El olvidadizo le ofreció una recompensa pero no la recibió. “No me gané ese dinero”, dijo.

Todo ocurrió frente al municipio de Plottier, adonde Emilio trabaja como personal de seguridad y justo en ese momento había salido a fumar. Daniel, el hombre que olvidó el dinero, había cargado cosas en su auto y olvidó el dinero, que fue recogido por Emilio. A los minutos volvió a buscarlo, pero ya no estaba. Suerte que la solidaridad apareció y le entregó lo que había perdido.

“Metió la mano y me dice ´tomá´. Le dije que no y se me enojó. Yo no había trabajado para ganarme esa plata”, argumentó Emilio con una sencillez ejemplar. “Me estás desmereciendo o querés más plata”, le respondió Daniel, que no tardó en entender que los valores de este joven le impedían aceptar aquello que era para comprar un auto y por lo que no había trabajado. “Mi vieja me enseñó que lo que no es mío, no es mío”, resumió Emilio.

“No se si cobró una jubilación, una liquidación, un seguro de vida”, explicó en diálogo con LU19. El hombre se fue enojado, pero al día siguiente fue a visitar a Emilio y le mostró el auto nuevo. “Dimos una vuelta por la plaza. El estaba re contento, yo: satisfecho”, relató.

Cuando se fue lo abrazó, y Emilio reconoció que le dieron ganas de llorar. “Me hizo acordar a mi abuelo”, dijo y explicó que “los viejos de antes te apretaban fuerte”, recordó.

A los pocos minutos de haber entregado la suma llamó a su pareja y le preguntó: “¿estás sentada o parada?. Ya hice la obra de bien del día”, le contó. “Ella me dijo que nunca dudó del hombre que tiene al lado”. “Tengo laburo, gano bien, me gusta estar en casa con mi hija y mi señora, vivo feliz, vivo contento, y cuando apoyo la cabeza en la almohada duermo bien”, dijo y dejó una enorme enseñanza.


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