El camino a la tenencia de tierras

Desde 1944 el gobierno argentino instituyó el 8 de septiembre como el Día de la Agricultura y del Productor Agropecuario. Se toma esa fecha por la fundación, en Santa Fe, de la primera colonia agrícola en 1856.

Lamentablemente la tierra nunca ha pertenecido a los que la trabajan de sol a sol, sino que estuvo en manos de terratenientes que querían apoderarse de cuanto pudieran, aunque permanecieran largo tiempo ociosas. Durante la Primera Junta de 1810 se sancionó un decreto que manda a averiguar “la legitimidad de la ocupación de los fundos”. En 1813 la Asamblea dictó dos leyes que abolía las vinculaciones y mayorazgos y autorizaba al PE para “disponer francamente” sobre tierras del Estado.

Hasta hubo momentos que actuaron como aval, cuando se sancionó la Ley de Enfiteusis en 1826, durante el gobierno de Bernardino Rivadavia. Con dicha ley las tierras pasaron a ser garantía del Empréstito Baring Brothers, que había hipotecado todas las tierras y demás bienes inmuebles de propiedad pública.

Durante el gobierno de Rosas, se autorizó venta de tierras dadas en enfiteusis, donación de las ubicadas en fronteras, entrega de campos a militares destacados en la campaña al desierto y la famosa ley de premios de 1839. De 1953 en adelante comenzó el reparto de tierras con la Ley N° 269.

En 1876 la Ley Avellaneda sobre tierras fiscales, falló al no proveer las voraces especulaciones que le sucedieron. Y las leyes posteriores hasta 1940, no pudieron impedir el acaparamiento de grandes extensiones de tierra en propiedad privada, llegándose así en ese año a la Ley 12636, que determina la función social de la tierra. Desde esta Ley el régimen de tierras públicas pasó a ser controlado por la Dirección General de Tierras, que recién en 1959 se incorpora al consejo Agrario Nacional.

Lo que leímos, lo que publicamos

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PRODUCCIÓN Y TEXTOS:

Edith Cabrera

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