El sueño del pibe (del Bayo a Andorra)

Alejandro Ocampo fue pistero socorrista en el cerro neuquino y viajó a Europa para buscar trabajo en un centro de esquí. Lo consiguió, conoció a Messi, lo vieron en un picado y le ofrecieron ser futbolista profesional. De la quinta de Angostura a la chance de jugar la Champions.

¿Cuántas chances hay de que Messi vaya al hotel donde hace tres meses laburás en Andorra y vos estés ahí esa mañana de sol y no haya nadie más cerca? ¿Y que no te animes a encararlo y que sea Leo el que se acerque a saludar cuando te ve tomando unos mates y te pregunte cómo te llamás, qué hacés ahí? A Alejandro Ocampo le pasó en febrero del 2015, cuando el 10, en esa época sin barba, se tomó un par de días con la familia antes de jugar octavos de final de la Champions que terminaría ganando el Barça.

“Una mañana estaba solo y apareció Messi. Me puse nervioso y me dio charla él. Me firmó la celeste y blanca de Taquari, una bicicletería de La Angostura. Se reía”.

La Pulga había salido del hotel con su hijo mayor, Thiago, que se deslumbró con la moto de nieve estacionada al lado de la caseta donde estaba Alejandro, que lo miraba al 10 sin decidirse a interrumpirlo en ese raro instante de intimidad. Hasta que se le apareció Messi. Pensó que no debía hablarle de fútbol, seguro que él quería descansar.

“Cuando volvió de almorzar le pedí que me la firmara. Aceptó y después me preguntó: ‘¿de qué club es esta?’. Le dije: ‘De ninguno. Es de una bicicletería! Se tentó, no podía parar de reirse. Justo nos sacaron una foto, fue muy cómico. No me olvido más…”

-Tenés suerte que no vino nadie- se animó a decirle y le ofreció un mate.

-Me gusta la nieve. Pero nunca había ido a un lugar donde no hubiera nadie… -respondió Leo extrañado y aceptó el convite.

“Después se fue a tirar en trineo, vos lo veías y estaba feliz con su familia, relajado. Volvió para quedarse con el nene más pequeño, mientras Antonella tomaba unas clases de esquí. Seguimos hablando un ratito más. Thiago quería dar una vuelta en moto y Leo al principio no lo dejaba pero después le dijo que sí. Fuimos a pasear y al volver me preguntó si jugaba al fútbol y le respondí que sí, en un club de Andorra. Me dijo que lo disfrute, que me divierta. Se fue a almorzar y cuando volvió le pedi la foto. Yo había ido hasta casa, a dos cuadras, a buscar la remera celeste y blanca con el escudo de la bicicletería Taquari de La Angostura. Es de un amigo, Fabián. Era la única que tenía”

“¿Y esta de que club es?” le preguntó Leo a Alejandro. Ahora la foto está enmarcada en bicicletería de La Angostura.

La historia

Alejandro Ocampo tiene 22 años y nació en Sierra Grande, donde estaba destinado su papá, Rubén, efectivo de la Prefectura Naval por entonces. Pocos meses después fue trasladado a Neuquén y enseguida a Villa La Angostura, donde más tarde consiguió empleo como pistero socorrista en Cerro Bayo.

Su hijo siguió sus pasos en la montaña. Y un día, cuando ya había aprobado el curso para ser pistero, el padre le pidió que lo acompañara a Bariloche a pagar la factura del celular, pero lo sorprendió con un regalo familiar: un pasaje de avión a Europa para que fuera a buscar su destino en las pistas de Andorra en el invierno del Norte.

“Mi viejo me dijo ‘vamos a pagar el celular’ y me sorprendió con un regalo increíble: un pasaje de avión a Europa. A los tres días tenía trabajo en un hotel con pista de esquí en Andorra…”

Alejandro con su mamá, papá, hermana y sobrinos en el aeropuerto de Bariloche cuando partió rumbo a Andorra

Con su papá Rubén (que conduce la moto en el cerro Bayo)

Con la mamá y su primo

Con sus amigos en Villa La Angostura en el Cerro Bayo

Con sus amigos en Villa La Angostura en el Cerro Bayo

Con sus amigos en Villa La Angostura en el Cerro Bayo

A los tres días, Alejandro consiguió trabajo en un hotel con un pequeño parque de nieve. Y una tarde que fue a jugar al fútbol con sus compañeros le echó el ojo el DT de Encamp: sus jugadores practicaban en la otra mitad de la cancha de césped sintético. Y lo contrataron. De día trabajaba en las pistas, de noche entrenaba en un club de la liga de Andorra.

Zurdo, encarador, rápido, pronto se ganó un lugar en el equipo. Y por su buen rendimiento, acaba de comprar su pase un equipo con aspiraciones de campeón, el Atletic Escaldes, que marcha tercero de un torneo cuyos dos primeros clasifican a las rondas preliminares del mejor torneo de equipos del mundo, la Champions League.

Encamp. Su primer club (de azul). Ahora pasó al Atletic Escaldes, que marcha tercero en la liga.

Mallorca. “Me gustaría jugar acá”, cuenta Alejandro

Así, el chico que jugaba en la quinta del Club Angostura en la Liga de Fútbol de Bariloche, podría cruzarse con alguno de los equipos grandes de Europa. “Es lo que soñamos todos, que nos toque un partido así que nos sirva de vidriera para dar el salto”, se ilusiona.

Alejandro de chico en Villa La Angostura

También se le cumplió otro deseo: lo contrataron del centro de esquí más grande de Europa. Pero una vez que termine la temporada no podrá continuar: por contrato deberá dedicarse con exclusividad al fútbol.

“Un día fui a jugar al fútbol con los compañeros del cerro. En la cancha estaban también los del club Encamp. Me vieron y me contrataron…”

Jueguito en las alturas. Alejandro en la cima del Bayo. Foto: Valentina Esquivel

Como pistero socorrista en Cerro Bayo. Foto: Pilar Nariño Muñoz

Con los compañeros en Cerro Bayo.

Entre montañas

Alejandro vive con su novia en un departamento de dos ambientes en Escaldes, que alquila por 500 euros por mes. Y hace una semana se dio el gusto de comprarse su primer auto: un Golf 02 con 150.000 km por 1.000 euros.

Le gusta Andorra, un pequeño estado de 476 km² y 76.000 habitantes situado en Los Pirineos, entre Francia y España, donde se habla catalán. “Se llena de argentinos en la temporada de invierno. Y somos muy solidarios entre nosotros. Por ejemplo, ahora tengo dos en casa a la espera que les den su piso. El sueldo mínimo en bares, restaurantes y hoteles es de unos 1.100 euros. Y con horas extras y feriados podés llegar a unos 1.400. Por eso se llena”, cuenta Alejandro.

Con Barcelona a 200 km, se dio el gusto de conocer el Camp Nou. Otro capítulo de su novela. “Un día pasó por el hotel de Andorra uno de los managers del club y me dijo que si alguna vez andaba por allá y quería ver al Barça que lo mensajeara. Un día fui y le escribí, pero pensando que no me iba a dar bola. Nada que ver: me invitó y me dio un pase para el lugar donde cenan con sus familias después del partido, te ponen una pulserita. Ganaron 6 a 1 y a la salida quedé detrás de Rakitic. Imaginate el estacionamiento, lleno de Audis… Yo había ido en metro, así que le pregunté al de Seguridad cómo podía salir caminando. Medio que me miró raro así que le mostré la pulserita. Pasó Lucho Suárez y se reía… Me acompañaron hasta el acceso y me volví en el metro. Una ciudad gigante, hermosa”.

En el Camp Nou cuando lo invitaron a ver al Barcelona.

Con Luis Suárez en el centro de esqui en Andorra.

No fue su único contacto con el goleador: el 9 del Barça también fue al hotel donde trabajaba Alejandro, que notó que un grupo de chiquitos daba vuelta sin animarse a pedirle un autógrafo, entonces optó por avisarle. “Uh, no me había dado cuenta, deciles que vengan”, le dijo Los chicos se fueron felices y él con otra camiseta firmada, esta vez la alternativa amarilla. “Buena onda el uruguayo”, cuenta.

La camiseta que le firmó Messi y la que le firmó Suárez.

En esta historia de sueños, hay uno más: poder traer chicos de la Patagonia que se quieran probar en los clubes de fútbol de Andorra o en los españoles cercanos. “Qué lindo sería que tuvieran la misma oportunidad que yo...”, dice Alejandro. Su foto con Leo está enmarcada en la bicicletería Taquari. Y cuando a Fabián, el amigo, le preguntan quién es el del cuadro, no se tienta con la broma de responder es Messi. En cambio, dice: “Es el Negrito, ¿te cuento la historia..?”

Fotos: Valentina Esquivel, Pilar Nariño Muñoz / Cerro Bayo y Alejandro Ocampo

Datos

“Una mañana estaba solo y apareció Messi. Me puse nervioso y me dio charla él. Me firmó la celeste y blanca de Taquari, una bicicletería de La Angostura. Se reía”.
“Cuando volvió de almorzar le pedí que me la firmara. Aceptó y después me preguntó: ‘¿de qué club es esta?’. Le dije: ‘De ninguno. Es de una bicicletería! Se tentó, no podía parar de reirse. Justo nos sacaron una foto, fue muy cómico. No me olvido más…”
“Mi viejo me dijo ‘vamos a pagar el celular’ y me sorprendió con un regalo increíble: un pasaje de avión a Europa. A los tres días tenía trabajo en un hotel con pista de esquí en Andorra…”
“Un día fui a jugar al fútbol con los compañeros del cerro. En la cancha estaban también los del club Encamp. Me vieron y me contrataron…”

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