Helados dentro de casa: duras historias de quienes viven sin gas en invierno

Leña en cantidad y calidad es oro en esta época para quienes deben soportar las bajas temperaturas.

“Estar acá adentro es como estar afuera. Por eso cada una hora le meto un tronquito, para que el fuego no se apague”, aseguró Daiana Linares, desde su precaria casa de madera y envuelta con nylon ubicada en la toma de la Isla 32, al sur de Roca. Hace dos años que ése es el lugar en donde vive junto a hijos Gael (10), Matías (8), Maxi (4) y ahora se sumó Dylan, que nació el lunes anterior. A media mañana, la mujer todavía sentía el cansancio de la noche. Maxi volaba de fiebre, el bebé tenía hambre y ella no podía olvidarse de la estufa, de alimentar el fuego pero no quemar tanto. “Es que el municipio me trae pero larga un humo con olor raro, tengo que comprar la leña y la verdad, no puedo”, se lamentó.

“Vivimos con la cuota alimentaria de ellos y el salario. La leña de álamo me sale $ 350 el bin, la de frutal es mejor pero es imposible, sale $ 600. Y con eso no estoy tantos días, una semana o 10 días como mucho”, explicó.

Cerca de la estufa, un alivio. En las viviendas precarias niños y adultos sufren las heladas del invierno.

La crudeza de las heladas, bajo cero en varias noches, no le dan respiro. Eso la desespera y lo pone de manifiesto. “Los nenes más grandes se engriparon, ahora el de 4 años y tengo miedo por el bebé, que es recién nacido, y hace frío”.

Unas casas por medio, Horacio se las rebusca para conseguir la preciada leña. “Me dedico a la construcción pero van saliendo algunos trabajos menores, por la crisis y por el frío. Por eso estoy desmontando una chacra, al menos consigo la leña así”, comentó el joven, que vive en pareja en una casa que casi alcanza la crecida del río Negro semanas atrás. “Todo es pelearla, pero no bajamos los brazos”.

El bolsillo tira

Mercedes (30) compró por 3.000 pesos un acoplado de camión de leña hace 15 días, y la pila ya bajó a la mitad. “El municipio pasó en junio con 5 bolsas, no te dura y hace mucho frío. Hay que comprar, no queda otra”, afirmó la mujer, que vive en una casa de material en el loteo Angeloni.

“No llegamos al mes con eso, pero tengo que mantener calentito adentro por mi bebé de un año y medio que si pasa frío le agarra broncoespasmo”, indicó. “No alcanza la plata, entre comprar las cosas para la casa y comprar la leña, se pone tirante. Estamos juntando de dónde no hay para llegar a la leña”, amplió Mercedes, quien mantiene la esperanza de que la vieja promesa de la conexión a la red se haga realidad. “Tenemos todo hecho de la vereda hacia adentro, falta que nos conecten al caño. Nos han dicho que falta poco, esperamos que esa obra llegue, para nosotros y las 30 familias que vivimos en este barrio”.

Desde otro punto de Roca, también al sur de la Ruta Nacional 22 pero hacia el oeste, la falta del servicio se repite (y padece). Algunos pudieron conectarse, otros esperan una ayuda para llegar. Para muchos de ellos el trabajo en la chacra es el sustento, y la crisis de la fruticultura se siente.

“Al dormitorio vamos a dormir nomás y a la mañana cuando me levanto, la casa es una heladera”, enfatizó Viviana (61), nacida en Jujuy y que vive en Roca hace décadas. Con remera, buzo y campera atendía una despensa que hace frente en su casa de Chacra Monte. “Sale $ 5000 la camionada, compre una hace dos semanas y es muy poquito lo que dura. Y además, la estufa calienta ahí nomas, ese es el tema. Si uno se aleja ya está helado”, explicó la mujer, que vive con su marido y su hija adolescente. “Para bañarnos hay que calentar el agua, no queda otra. Pero esperamos la obra, dicen que falta muy poco para que nos conecten”.

En el mismo barrio pero dentro de lo que se conoce como la “Toma 3”, se multiplican los montículos de troncos en los patios.

Vanesa, embarazada de cinco meses, comentó que para bañarse con agua caliente utilizan un radiador eléctrico, para cocinar una garrafa, pero para calefaccionarse no les queda otra más que la leña. “El bin dura una semana como mucho, porque si hace frío en 3 días la terminamos”, comentó.

“Conectaron a algunos vecinos hasta la toma 2. Esperamos que para el año que viene esté resuelto, porque tuvimos una reunión y nos dijeron que en unos meses ya vamos a tener el gas”.

Mercedes (30) compró por 3.000 pesos un acoplado de camión de leña hace 15 días, y la pila ya bajó a la mitad. “El Municipio pasó en junio con 5 bolsas; no te dura y hace mucho frío”.

“Al dormitorio vamos a dormir nomás, y a la mañana cuando me levanto la casa es una heladera. Para bañarnos hay que calentar el agua”.

Viviana (61). Nació en Jujuy y vive en Roca. Tiene su casa en Chacra Monte.

“Trabajo en la construcción pero salen trabajos menores. Por eso estoy desmontando una chacra, al menos consigo la leña así”.

Horacio, uno de los vecinos de la toma Isla 32. “Todo es una lucha”, aseguró.

“Dicen que fumar hace mal, pero el humo de la leña también nos enferma (…) [el Municipio] Viene con leña una vez al mes, eso no nos alcanza”.

Mariana vive con su marido y cuatro hijos en una pieza, en La Ribera.

Tener gas le cambió la vida y ahora pide ayuda para su vecina

“Gooool”, gritaba Emiliano (5) en el patio. Con un gran “Cars” impreso en su buzo, corría atrás de la pelota. “No se enfermó más desde que tenemos el gas”, expresó Susana Acosta (40), quien el invierno pasado compartió su historia con “Río Negro”.

“Nos cambió la vida, porque ahora estamos calentitos y no se gasta tanto, pero lo más importante es que Emiliano se dejó de enfermar tanto”, comentó Susana, que en la temporada pasada se las rebuscaba para conseguir leña en el barrio ya que la compra era complicada. Es que el único ingreso familiar es el bajo pago a su marido que se dedica a hacer la poda de frutales en invierno.

Emiliano vivía enfermo por el humo. Mejoró desde que tiene gas.

Éste año la pasan mejor, pero no se olvida lo que padecieron la falta del servicio básico. Por eso es que enseguida comentó que un patio la separa de lo que fue su pasado: una mamá con cuatro hijos, que también se enferman por el frío y el contacto con el humo.

“Dicen que fumar hace mal, pero el humo de la leña también nos enferma”, sostuvo Mariana, que vive en una pieza de material que le prestó su hermano justo al lado de la casa de Susana. Queda en la calle 602 Nº 284, en el barrio La Ribera.

En la entrada de la construcción acopia tres bolsas blancas que le entregó el municipio hace pocos días. “Está húmeda, no prende. Le metemos mucho papel para que arranque, pero dura muy poco, ahora se apagó de nuevo. Igual vienen una vez al mes, eso no nos alcanza”, reclamó.

“Me dieron un terreno y lo usurpó una chica. Me dicen que ya no puedo solicitar otro. Y mi hermano compró los caños para hacer la instalación desde su casa hasta esta pieza, pero no podemos hacerla. Mi marido hace la poda, y le pagan cada tanto”, se lamentó la mujer, mamá de cuatro hijos de 2, 6, 10 y 13 años. “Vinimos de Tucumán hace 7 años, porque allá estaba difícil pero acá parece que estamos peor”.

Susana no olvida lo que padecieron la falta de gas. Comentó que un patio la separa de una mamá con cuatro hijos, que se enferman por el frío y el contacto con el humo.

Costos

Operativo leña

El programa municipal

Reparten cinco bolsas por familia que suman unos
120 kilos de leña seca. “Es dura, de caldén o algarrobo, cortada a 30 centímetros de largo con diámetro 10/15 centímetros”, indicó la secretaria de Desarrollo Social, Marta Cajarabilla.

“Se entrega la misma cantidad dos veces por mes o sea cada 15 días”, indicó.

Cada año en marzo se abren inscripciones en las unidades barriales.

Con el listado del total de familias anotadas se realiza una selección, priorizando núcleos familiares con hijos, adultos mayores y/o personas enfermas.

Se trabaja con un padrón inicial de 1.000 familias, factible de modificar y/o ampliar, según emergentes.

Hasta el momento no se recibieron reclamos por calidad de leña.

Datos

Mercedes (30) compró por 3.000 pesos un acoplado de camión de leña hace 15 días, y la pila ya bajó a la mitad. “El Municipio pasó en junio con 5 bolsas; no te dura y hace mucho frío”.
“Al dormitorio vamos a dormir nomás, y a la mañana cuando me levanto la casa es una heladera. Para bañarnos hay que calentar el agua”.
“Trabajo en la construcción pero salen trabajos menores. Por eso estoy desmontando una chacra, al menos consigo la leña así”.
“Dicen que fumar hace mal, pero el humo de la leña también nos enferma (…) [el Municipio] Viene con leña una vez al mes, eso no nos alcanza”.
Susana no olvida lo que padecieron la falta de gas. Comentó que un patio la separa de una mamá con cuatro hijos, que se enferman por el frío y el contacto con el humo.
$ 280
cuesta la garrafa. La mayoría la utiliza para el uso de la cocina, y coincidió en que les dura entre un mes y 45 días.
$ 350
y hasta $ 600 cuesta el bin de leña. El precio varía según el tipo de madera y la calidad.
$ 3.000
a $ 5.000 se cobra por un acoplado o un camión de leña. Algunos ofrecen mix de troncos álamo, sauces y frutales, por ejemplo.

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