La biblioteca más grande de Roca hace malabares para resistir

Hacen un invaluable aporte educativo y social hace 82 años, pero eso no cuenta a la hora de los números. La falta de pago de un subsidio nacional impactó fuertemente sobre su economía.

600 personas los visitan por día. 50.000 libros prestan al año, dos tercios del inventario total. 1.300 metros cuadrados cubre su edificio ubicado en pleno centro. 82 años llevan prestando el servicio educativo, cultural y recreativo a la comunidad roquense. Si bien los números son elocuentes y expresan la importancia de su vida y trabajo, la biblioteca popular Julio Argentino Roca hace malabares para resistir a una profunda crisis.

Largas estanterías copadas de libros conforman la oferta a mano y disponible. Unos 50 ejemplares de nuevas ediciones para todos los gustos se suman al catálogo cada mes, y también se impulsan talleres para que los asistentes no sólo disfruten de la lectura sino que también aprendan idiomas, ajedrez y tai chi. Pero contar con diversidad y calidad de materiales y propuestas no alcanza.

La Conabib es una comisión nacional que protege a las bibliotecas populares y entrega un subsidio anual, que siempre nos ayuda bastante pero este año aún no llegó”, indicó Irene Corradi, directora de la institución. El último pago recibido fue en mayo del 2017 por $ 93.000, el mismo monto que en 2016 y 2015.

La dificultad de solventar los gastos de funcionamiento es una constante, ya que alcanzan mensualmente los $ 150.000 y los ingresos se encuentran por debajo, llegando con suerte a los $ 115.000, según se informó.

Se intenta transmitir el valor de los libros. Destacaron que hay jóvenes que van a jugar al ajedrez.

“En atención y mantenimiento trabajan seis personas. Cuatro dependen de la provincia y a dos sostiene la Comisión Directiva”, explicó Mario Sogo, presidente de la Comisión que cuenta con 13 miembros.

Recuerdan el pago de un subsidio por los ingresos de carreras de caballos, que hace unos dos años giró la provincia. Dicen que fue un pago, una vez, y nunca más noticias. También que en un momento contaron con el aporte del municipio con personal de limpieza, ahora ni eso. Los bibliotecarios mantienen la higiene del edificio.

En éste contexto, el aporte de los socios se volvió fundamental para la economía. El padrón se conforma por 850 socios, que abonan una cuota de $ 150 al mes por un plan familiar. “Necesitamos el doble de asociados que tenemos, pero se da en un contexto de decadencia de la lectura que se viene pronunciando. La estadística de ingresos y egresos se viene manteniendo hace 15 años, no hay renovación ni aumento de asociados. Tampoco de gente que quiera involucrarse y trabajar ad honorem en la comisión directiva”, indicó Sogo.

A lo que se recauda del aporte de socios -de los que pagan- se suma la colaboración de quienes presentan libros, dictan talleres o, cuando se podía, alquilaban la sala más amplia de la biblioteca para eventos culturales. “Hoy ya no podemos, porque el salón se llueve adentro tanto como afuera”, apuntó Corradi. Es que la copiosa lluvia puso otra vez a la vista la necesidad de cambiar las viejas chapas del techo. Ante el cierre del espacio, habilitaron mesas en otros lugares del edificio. “Lo que hacemos es cuidar al máximo. Tratamos de reunir a los estudiantes en un lugar para calefaccionar con una caldera y apagar las otras dos. Asó además ahorramos luz. Así estamos”, finalizó.


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