Malvinas, una guerra bajo la consigna del “vamo y vemo”

A 35 años, una reflexión sobre aquellas decisiones que llevaron al país al derramamiento de sangre, impregnadas de la convicción argentina de que “las cosas siempre se arreglan”.

Redacción

Por Redacción

Primeros días de enero del ´75. El rumano Remus Tetu cumple con una orden clara y precisa impartida por el régimen de Isabel Perón: desmantelar toda presencia de izquierda en la Universidad Nacional del Sur (UNS) y del Comahue (UNC). Designado interventor en ambas casas, Tetu entra en operaciones. Nazi, tiene experiencia en ir rápidamente hacia los extremos. En lo discursivo. En la acción. Ha combatido junto a las hordas del Tercer Reich que invadieron Rusia en junio del ‘41.

En un bar de Roca que hace décadas se fue por la canaleta de la historia, reflexionan dos profesores de la UNC. Están sin trabajo. Uno, Juan Carlos del Bello, economista. Otro, Cesar Peón, sociólogo. ¿Qué hacer?, ¿Cómo juntar para los garbanzos? Acercan posiciones: Les gusta la carpintería aunque no sepan qué forma tiene un martillo y el serrucho les siembra pánico. Pero no se rinden. Sientan base en un garaje de la calle España. Y ofrecen sus servicios para disciplinar a esa “Ventana que no cierra” o esa “Puerta que arrastra”. Y el emprendimiento tiene nombre: “Vamo y vemo”.

Durará poco. Los tiempos crudos que se avecinan llevan al exilio a ambos jóvenes.

Quizá suene muy poco “serio”. O vulgar. Pero ese carpintero “Vamo y vemo” vale como definición de la aventura que llevó a Argentina a la Guerra de Malvinas.

Aún desde sus déficits, no es aventurado señalar que encuadra en aquello que Silvio Frondizi definía como condición clave para una definición: “Ni le faltan ni sobran palabras”.

A 35 años de aquel tiempo, ¿cómo reflexionar las decisiones que llevaron al país a aquella sangre que se regó a puro honor, con conmovedor coraje, pero que no merecía derramarse por dictado de esa asociación ilícita asesina que fue la dictadura?

En su excelente “1982”, de Juan Bautista Yofre, ya con el Atlántico Sur incendiado, Leopoldo Galtieri emerge pelando un salamín en un departamento de Recoleta. Buscando sosiego, visita a una íntima amiga. Sin descuidar el rigor que aplica a su tarea, de golpe Galtieri confiesa:

–Los americanos nos dejaron solos…

Silvia Bleichmar –psiquiatra– fue uno de los intelectos más sólidos que dio el país en las últimas décadas. Solía decir que Malvinas era “muchas derrotas”. La más grave de ellas: “La derrota del pensamiento”. La vigencia de los amos del poder de turno y de gran parte de la sociedad, de un “déficit absoluto de reflexión sobre la naturaleza del camino iniciado”.

Malvinas es así el triunfo de un imaginario forjado en omnipotencia de raíz pulsional.

Pelando el salamín, Galtieri es la definición del “Vamo y vemo”. “Vamo” porque los Estados Unidos nos ayudarán. Luego “Vemo” Total…

Todo un mecanismos alentado por eso que James Neilson define como una trágica cultura que impregna a la política argentina: el convencimiento que “de alguna manera, las cosas siempre se arreglan”. En otros términos, “Vamo y vemo”…

Fue el 11 de abril de aquel ‘82, en que el comodoro retirado Roberto Huerta visitó “Río Negro” acompañado de su amigo Adalberto Antonio López Lavayén. Desarrollistas ambos, Huerta había sido ministro de Obras Públicas en Río Negro. Hacedor del polémico Canal Pomona-San Antonio Oeste. También gobernador de Córdoba, meses después de El Cordobazo.

Aquel 11 de abril conversó con Julio Rajneri –director entonces del diario – y con quien escribe estas líneas.

Con estilo florentino deslizó su convencimiento de que Argentina sería derrotada. Y acotó algo que quedó picando y quedó estampado en una libreta de apuntes reunidos tras el palique:

–Vaya a saber si será propio de la historia y únicamente de ella, el estudiar lo que está sucediendo…

–¿Mandan las patologías?

–Y… creo que la historia necesitará de otras ciencias para desbrozar este tiempo…

No más. Ahí quedó la reflexión del aviador.

Veamos. Malvinas, en cuanto a sistema de decisiones, ha sido abordado por la psicología, la psiquiatría e incluso la antropología. Trabajos que quedan reducidos a ámbitos académicos en general.

Pero hay un espacio que aún está en penumbra. Espera luz: Las distintas personalidades que a modo de corte, hacían al círculo más íntimo del máximo poder militar que encarnaban Galtieri, el marino Elvio Anaya y el aviador Basilio Lami Dozo.

Carencia que alcanza incluso al plano diplomático que dio sostén a la aventura.

Solo desde el campo militar se ha incursionado en el tema. Tenuemente si se quiere. Pero, en algunos casos, con información muy sugerente.

Martín Balza, por caso, en su libro “Malvinas, la gesta incompleta”, demuele mandos en todas las direcciones.

Sin eufemismos, con argumentos y desde el sitio de haber combatido en las islas como jefe de un grupo de artillería.

Tan duro como él, están las apreciaciones del coronel Francisco Cervo, en “Operaciones terrestres en las Malvinas” (trabajo de varios autores, todos combatientes).

Cervo cala muy hondo de todo los que tenía fundamentalmente el Ejército que peleó en Malvinas.

E igual que Balza, hace mención a un hecho que define en mucho al círculo que rodeaba a los hacedores de la aventura Malvinas.

En una de sus apariciones pública desde el fatigado balcón de la Rosada y de cara a miles de vociferantes, Galtieri abraza con un gesto a la multitud. Junto a él, un general le desliza:

–Goce, mi general, goce, le dice otro general…

Para esas horas, el “Vamo” ya había sucedido.

El “Vemo” ya sabemos en que terminó…

Volanta: Malvinas, revolviendo hojas

Título: Una guerra bajo la consigna del “Vamo y vemo”

“Vaya a saber si será propio de la historia estudiar esto. Creo que necesitará de otras ciencias para desbrozar este tiempo”,

dijo el comodoro retirado Roberto Huerta el 11 de abril de 1982.

Cifras dramáticas

Gran Bretaña levanta el secreto y reflexiona

En Gran Bretaña, la bibliografía se incrementó tras el levantamiento del secreto sobre aspectos que hicieron a las operaciones militares inglesas durante aquella guerra.

Una de las más interesantes es la del marino Sidney Edwars. En “My Secret Falklands War”, donde revela desde un protagonismo esencial en la operación, como se organizó la ayuda de Chile a las fuerzas británicas que operaban en el Atlántico Sur. Otro es el general Julian Thompson, de la Tercera Brigada de Infantería Británica que actuó en las islas, hoy prestigiado historiador , volcó aquella experiencia en “No Pinic” (No fue un paseo”) y en el denso “ La Savia de la guerra. La logística”, donde cuenta las penurias inglesas tras el hundimiento del “Atlantic Conveyor”.

Galtieri es la definción del “Vamo y vemo”. “Vamo” porque los Estados Unidos nos ayudarán. Luego “Vemo”, total…

Intensa investigación académica

Se escribe mucho sobre la Guerra de Malvinas. Aquí y en Gran Bretaña. Ensayos. Memorias. Y en la web, más de 2000 artículos.

Mantienen vigencia “Malvinas: La trama secreta”, de Ricardo Kirsbaun, Eduardo Van Der Koy y Oscar Cardozo (fallecido). Rigor investigativo que también se da en “1982. Los Documentos Secretos de la Guerra de Malvinas- Falklands y el Derrumbe del Proceso”, de Juan Bautista Yofre, a igual que “Las Guerras de Malvinas. 1982- 2012”, de Federico Lorenz. También “¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda”, de Rosana Guber. En la faz bélica, son excelentes los aportes del general Martín y el almirante Mayorga.

Datos

“Vaya a saber si será propio de la historia estudiar esto. Creo que necesitará de otras ciencias para desbrozar este tiempo”,
74
días duró el conflicto. El 14 de junio, el militar Mario Benjamín Menéndez, quien falleció en 2015, firmó la rendición.
649
argentinos murieron en la guerra, muchos de los cuales hoy siguen siendo NN en el Cementerio de Darwin.
Galtieri es la definción del “Vamo y vemo”. “Vamo” porque los Estados Unidos nos ayudarán. Luego “Vemo”, total…

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